Capítulo 4

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Cuenta la leyenda...💉

La castaña despierta al sentir la calidez del sol chocando contra su piel. Abre los ojos estudiando cada parte de la habitación en la que se encuentra, pero no logra reconocer nada.

—¿Dónde carajos estoy? —Pregunta en voz alta intentando levantarse, pero un fuerte dolor de cabeza se hace presente.

—Buenos días —Escucha una voz ronca, sigue aquella voz hasta dar con el dueño. Un marcado y tintado torso la saluda, eleva la mirada y ve los ojos azules más hermosos de todos. —Buenos días, doctora —La vuelve a saludar Zeus con una sonrisa deslumbrante.

—¿Qué... Qué hago aquí? ¡No me digas que...! —Eleva el edredón que la cubre para darse cuenta de que aún conserva sus bragas y un gran suéter blanco.

—No tuvimos sexo si eso es lo que temes.

—No, no quise decir eso... —El sonido del teléfono del rubio los interrumpe.

—Permiso —Se aleja y contesta.

¿Nonna?

Buenos días,
mi niño. Con
tu abuelo regresamos
a casa, pero
tus padres me
informaron que
no regresaste
anoche y no
llamaste. ¿Pasó
algo?

No, nonna. Lo que
pasó es que...

Mira a la inocente y confundida castaña sobre su cama. La camiseta que le había colocado la noche anterior se ha subido un poco dando una mejor vista de sus piernas. <<¡Dios! La tarea más difícil de todas fue cambiarla cuando su cuerpo y el mío solo pedían sexo a gritos>>. Piensa mientras la devora con la mirada.

¿La encontraste,
cierto?

Escucha la voz de su abuela del otro lado lo que lo obliga a dejar de ver a la chica.

¿A qué te refieres,
nonna?

Encontraste a
tu alma gemela...

¿Cómo lo sabes?

Soy tu nonna,
te conozco más
que tus padres.
Pero ese no es
el motivo de mi
llamada, es
urgente que vengas
a casa. Tenemos
algo de qué hablar.

Ok, en media hora
estoy allá.

Corta la llamada y se gira hacia la castaña quien ahora lo mira a espera de respuestas.

—¿Con quién hablabas? —Cuestiona está.

—Con mi abuela. ¿Por qué?

—Hablaban de mí.

—¿Qué? ¿Por qué dices eso?

—Sentí tus miradas mientras hablaban, dime de qué se trata —Se sienta en la cama recostándose del espaldar.

—¿Has escuchado la leyenda del hilo rojo?

—¿Esa de que todas las personas sobre la tierra tienen un alma gemela?

—Sí, justo esa. Bueno... Mi abuela cree que tú...

—¡Oh por Dios! —Comprende todo. —¿Tu abuela cree que yo soy tu alma gemela?

—Sí...

—Eso es imposible —Se levanta ignorando el hecho de que solo lleva una camiseta blanca que no deja mucho a la imaginación. Sus pechos rozan suavemente la tela de la camiseta marcando sus pezones, sus piernas están descubiertas y su cabello revuelto dándole un hermoso aire de inocencia y naturalidad. —Mis ojos están aquí —Capta su vista al ver cómo él la devora con la mirada.

Cúrame el almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora