Capítulo 29

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El inicio del fin de los Russo💉

—¿Cómo están Sophie y el bebé? —Le pregunta la castaña al prometido de la antes mencionada.

—Bien, la obstetra afirma que dentro de poco podremos saber el sexo y eso tiene muy emocionado a toda la familia.

—Lo imagino —Sonríe ocultando la nostalgia. Desde el momento en el que tuvo que enterrar a sus padres, perdió aquello que llaman familia. Tal vez por ello sentía un poco de celos de Sophie, ella sí tiene padres que celebraron la noticia de que está embarazada, ella si tiene una madre que la ayude a planear su boda o que le dé consejos de cómo ser madre primeriza. Ella si tiene una familia que la apoya y vela por su bienestar, más la doctora se siente completamente sola y a la deriva, como nunca se sintió estando en brazos de Zeus.

<<¿Por qué hiciste eso? ¿Por qué lo apartaste? ¿Por qué lo dejaste? El hombre estaba dispuesto a todo por ti, pero tú simplemente te alejaste>>. Le reprocha su subconsciente por enésima vez en dos horas. El sonido de su teléfono llama su atención, lo saca de la bata médica y contesta al ver el número de Camila en la pantalla.

¿Hola?

¿Amiga, dónde
estás? Con Ares
llegamos a casa
y no hay rastro
de ti.

¿Te olvidas
que los adultos
trabajamos?
Estoy en el
hospital aunque
casi termina
mi turno.

Habla con ironía sintiendo como la irritación que ha sentido por dos horas, se hace más presente.

¡Ah, cierto!
Bueno, Ares y
yo te esperamos
a ti y a Zeus para
cenar, tenemos
una noticia que
darles. Hablé con
Hera y también
vendrá a cenar.

¿Pasa algo?

Deja de ser tan
curiosa. Los
esperamos.

Camila corta la llamada antes de que Amethyst pueda responder, o mejor dicho, contarle la situación que ha revivido una y otra vez en su mente.

Las puertas de emergencia se abren dejando ver a dos paramédicos quienes empujan una camilla con un tipo recostado en ella.

—¿Qué tenemos? —Pregunta Lorraine.

—Hombre, treinta y tantos, accidente automovilístico. Un testigo viene atrás.

—Doctora Williams, trauma uno —Sin saber por qué, su corazón le grita que se acerque y sus pies le hacen caso hasta darse cuenta de que el hombre que yace en aquella camilla es nada más y nada menos que Zeus, el hombre que ingresó a su vida como un torbellino, la hizo conocer y amar los matices que no sabía que tenía...

—Zeus... —Susurra sin poder creer que él es quien duerme calmadamente sobre la camilla. —Zeus... —Su tono de voz se eleva un poco aunque sigue estando congelada. —¡Zeus! —Solloza con fuerza acompañando sus sollozos con un grito desgarrador que provoca que Michael se acerque a ella y la aleje del rubio. —Michael, déjame, debo estar con Zeus, debo cuidarlo —Intenta soltarse de su agarre, pero es inútil.

—Amet, necesito que te calmes, Zeus también lo necesita. ¿ok?

—Ok —Inhala y exhala controlando sus sollozos y la respiración irregular que juega con elevar su presión... —Michael, debo ir.

—Ok —La deja en libertad y está va hasta trauma uno donde ve al rubio sobre una de las camillas del hospital mientras Lorraine lo revisa.

—Doctora Williams, no sé qué hace aquí, pero le aseguro que yo puedo controlarlo...

Cúrame el almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora