Capítulo 43

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En mis brazos💉

—Estoy exhausta —Murmura la castaña bajando del auto al igual que su esposo. Camina con cuidado hasta detenerse en el primer escalón que da al porche. Sin previo aviso, Zeus la toma en brazos y sube los poquitos escalones. —¿Zeus, qué haces? —Pregunta sin comprender.

—Es una costumbre romana tomar a la novia en brazos para que seres malignos, atraídos por la novia a quien deseaban dañar por tanta felicidad, no tengan acceso a sus pies cuando está toque el suelo y contando el hecho de que llevas una pequeña vida en tu vientre, aquellos seres malignos deben estar más celosos —Murmura abriendo la puerta antes de dejarla en el sillón.

—¿Te he dicho cuánto te amo? —Pregunta viendo aquellos hermosos ojos azules que la enamoraron hace poco más de un año. —¿Y te he dicho cuánto deseo comer pasta?

—¿Otro antojo? —Pregunta recordando una de las noches en Grecia cuando tuvo que salir a comprar pan de maíz pues a la señora se le antojó a las seis de la mañana.

—Sí, pero no es mi culpa. Tu hijo quiere pasta...

—Por mi hijo lo haría todo —Asegura antes de inclinarse y besar sus labios suavemente.

—¿Solo por tu hijo?

—Creo que iré a preparar esa pasta

—¡Zeus, deja de hacer eso! —Ordena viéndolo desaparecer en la cocina. Se levanta con cuidado y se acerca al pequeño estante bajo una de las ventanas donde se encuentra enmarcada la última foto que se tomó con sus padres, y junto a esta, una de ella y su esposo en la recepción de la boda mientras hacían su primer baile como esposos. —¿Cuándo hiciste esto? —Pregunta cuando el aroma embriagador de su marido se filtra por su perfilada nariz dándole a entender que este se encuentra a escasos centímetros.

—Creí que debía preparar nuestro hogar y le pedí ayuda a mamá y a las chicas poco después de irnos de luna de miel aunque sino te gusta podemos...

—Es hermoso —Toma el marco dorado en el que se encuentra la foto de sus padres y recuerda aquel mágico día cuando se reunieron para uno de sus clásicos miércoles en familia.

Flashback.

—Hola, papi —Saluda está ingresando al jardín donde su padre prepara un increíble asado.

—Hola, pequeña. ¿Cómo estás?

—Tan bien como la universidad lo permite —Responde viendo a su madre salir de la pequeña casa con algunos platos y utensilios pues ese día, como cada miércoles, almorzarán en el jardín.

—Me alegro, sirena —Aquel mágico apodo por el cual su padre suele llamarle es como una caricia a su alma, unas palabras de aliento cuando está a punto de rendirse, una llamarada de fuego en la oscuridad. —¿Qué tal la facultad? —Pregunta girando las redondas carnes para las hamburguesas que tanto le gustan a su pequeña hija.

—Bien, al menos funciona tener a Camila de compañera...

—Sabía que las dos harían de las suyas tan pronto estuvieran lejos —Bromea su madre quien había estado escuchando toda la conversación. —¿Por qué Camila no nos acompaña hoy? —Pregunta refiriéndose a aquella chica extrovertida y rebelde quien se había convertido en su hija desde hace más de diez años cuando Amy y está se conocieron al llegar a América.

—Tuvo algo que hacer, creo que ya hay un chico en su vida aunque prometió que pasaría por aquí a saludarlos... —Responde sencillamente.

—Esperemos que en la tuya no haya uno por los próximos diez años... —Bromea su padre aunque un insolente y mujeriego chico llamado Michael Sloan ya está tomando lugar en el corazón de su hija.

Cúrame el almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora