Capítulo 11

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Una familia podrida💉

—Lamento si fui desagradable con tu prima —Bromea el rubio mientras se trasladan con destino a su departamento aunque la castaña no lo sabe.

—No me interesa lo más mínimo si fuiste desagradable o no —Responde sin darle importancia, se acomoda en su asiento y sin darse cuenta, se queda dormida.

—Te ves tan hermosa mientras duermes —Susurra el rubio acariciando la mejilla de la chica.

Cuando el auto se detiene, la toma en sus brazos y la lleva hasta el interior del edificio. Entra al ascensor con ella en sus brazos y cuando esté se abre, camina hacia su departamento. Tras cambiarse de ropa y cambiarla a ella, se recuesta a su lado a observar su belleza inigualable.

<<¿Qué me pasa contigo? ¿Por qué estoy tan enganchado? ¿Será cierta esa historia del hilo rojo y toda esta atracción es porque estamos destinados a estar juntos? Si es así, ¿Por qué no te conocí antes? ¿Por qué no llegaste antes a mi vida y la llenaste de luz como ahora lo haces?>>. Quita un mechón rebelde de su rostro, pasa un dedo por sus hermosos labios con un solo pensamiento en su mente. <<Bésala>>. Se repite una y otra vez, pero cuando sus labios están a escasos centímetros de los suyos, el sonido de su teléfono lo interrumpe.

Se levanta bastante frustrado y toma el teléfono. Sale al balcón de su habitación, contesta la llamada y lleva el teléfono hasta su oído.

¿Qué pasa, Hera?
¿Por qué me llamas a
esta hora?

¡Mamá!

Suelta un sollozo acompañado de un grito desgarrador.

¿Qué pasó? ¿De qué
se trata?

Mamá volvió a recaer y ha
destrozado todo. Papá y
Ares no están en casa,
ella... ella me hirió.

¿Qué? En seguida
voy para allá.

Corta la llamada y entra rápidamente a su habitación. Se viste de forma adecuada y sale como un rayo del departamento aunque le deja instrucciones a su chófer de que debe hacer.

Sube a su auto y maneja a gran velocidad, en estos momentos no le importa si lo multan por exceso de velocidad. Tiene suficiente dinero como para salirse con la suya siempre que quiera. Entra en casa como diablo por infierno y sube rápidamente a la habitación de su hermana. Abre la puerta y se encuentra con la pequeña rubia en una esquina de la cama en posición fetal mientras solloza de forma descontrolada.

—Hera... —Llama su atención. —Hera... —Está se levanta y al verlo, corre hacia él. —Tranquila, ya estoy aquí —Acaricia su cabello. —Dijiste que mamá te hirió... ¿qué pasó? ¿dónde... —La rubia le muestra su pierna izquierda donde un pedazo de cristal está incrustado en su piel y de esta herida brota mucha sangre. —Tranquila, tranquila —Trata de tranquilizarla y aminorar su dolor. —Bien, ya sé que hacer —La toma en brazos y sale de la habitación.

—Señor Zeus, ya llamé a su padre y al señor Ares —Le informa una de las empleadas al verlo bajar las escaleras.

—¡Ok! —Grita mientras sale con la rubia en brazos. La deja en el asiento del copiloto, rodea el auto y comienza a manejar como un loco por las frías y oscuras calles de la ciudad.

—Hermano, no podemos ir al hospital. Meterán a mamá a la cárcel —Suplica con los ojos inundados.

—Lo sé, lo sé. No es momento de que te preocupes por eso, todo estará bien —La tranquiliza aunque su intento es inútil. Ni siquiera puede tranquilizarse así mismo.

Cúrame el almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora