Capítulo 35

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35 | un final digno.











TERROR.

Ese sentimiento carcomiendo su razón completamente. Estaba aterrorizada, no podía ver nada más que sus propios pasos, que su propia sangre. Había fuego por todas partes, el incesante sonido de las espadas chocar contra sí, el gritó de los que eran atravesados por los espectros.

Era una masacre. Los cuerpos se apilaban uno sobre otros. Y Amina no sabía que hacer, estaba allí, en medio de la batalla congelada por su propio miedo. Tenía miedo de liberarse su poder y terminar haciendo más daño que bien.

Los gritos de sus amados comenzaron a taladrar sus oídos.

—¡Amina!— Peter luchaba contra un espectro que tenía las de ganar.

—¡Ayuda!— Edmund intentaba sacarse de encima a dos extrañas criaturas que le habían dejado desarmado.

En lo alto del cielo, y sobre el kraken, los gritos de Lucy rebosaban mientras luchaba con valentia contra unas arpías que volaban.

Las flechas de Susan, por su parte, no parecían ser suficientes ni para cubrirse a si misma.

Sus ojos impactaron contra los de Peter, el cual, le miró con desesperación —¡Amina, retaguardia!

Los labios de la joven se abrieron de par en par en cuanto sintió un dolor punzante en la parte posterior de su espalda.

Dolor.

—Tan poderosa y te resignas a ver a tus amigos morir...

—¡Amina!— una voz le despertó, la mirada azul cielo de Peter le entrego una calma momentánea a su desesperación. Había sido un sueño, solo un mal sueño. —¿Estás bien?— preguntó. La joven asintió y sin mediar palabras le abrazo recostando su cabeza en el pecho del rubio.

EL DÍA HABÍA LLEGADO, Y CON ÉL, LA OBLIGACIÓN. Amina y Peter podían oír el movimiento fuera de la carpa, sin embargo, allí estaban, abrazados el uno al otro sobre la cama improvisada sin querer moverse realmente. Los dedos de Peter se enredaban en el cabello de Amina mientras le observaba el rostro intentando memorizarlo perfectamente en un ejercicio que había comenzado a practicar hacía tiempo inconscientemente. Siguiendo sus facciones y recordándola incluso con los ojos abiertos.

Amina estaba perdida en sus pensamientos, en aquello que había soñado que parecía una pesadilla de predicción. No había visto nada más que destrucción y sabía que solo había una forma de evitar aquel final.

La joven soltó el aire que contenía y elevó su cabeza para observar a Peter, sus ojos se movieron por todo el rostro del hombre frente a ella apreciandolo durante minutos y sintiéndose afortunada de haberlo amado, lanzó una ligera sonrisa y plantó un beso en sus labios. Apasionado y temeroso. —Tenemos que prepararnos — murmuró la joven reina antes de salir del abrazo de Peter sin quererlo realmente.

El rubio se despidió con una sonrisa y salió de la carpa.

La preparación se hizo en un extremo silencio, casi como si todos supieran que ningún quedaría de pie para el ocaso, como si fuera una especie de funeral colectivo. La preocupación era moneda corriente y la alegría de algunos pocos no servía de mucho para aligerar el ambiente. Aquel enemigo no era Jadis, era mucho peor.

Las Crónicas de Narnia: La Reina Maldita. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora