Capítulo 24

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"La calma antes de la tormenta"

Amina suspiro mientras caminaba detrás de la primera línea de soldados. No había ningún movimiento extraño ni en bosque, ni en la entrada al reino. Todo parecía en calma, y eso la preocupo, el bosque jamás podía estar en tanta calma.

Si el bosque estaba en calma, era por que algo lo perturbaba.

Uno de los minotauros se acercó a ella — Hay mucha calma, mi reina —murmuro. Amina asintió

—Demasiada. — dijo y le miro —Demasiada — repitió.

Susan se movió con rapidez dejando a los niños de trece en la recámara de amina con ayuda de Lucy, Caspian estaba dirigiendo a los soldados dentro de castillo y asegurandolo, mientras que Edmund buscaba si aún quedaba algún niño de trece sin ser visto. Magnus correteaba de aquí para allá mientras les enseñaba a los soldados puntos débiles del castillo y reforzaba esos lugares (que si bien eran pocos, tenía que hacerlo)

Una vez que se aseguraron de los niños, varios guardias se quedaron en la habitación, dentro y fuera, también ninfas que intentaban calmarlos. Caspian se acercó a Susan, la cual, estaba apoyada en la pared enfrente de la habitación de Amina y miraba a los niños atraves de la puerta abierta. —¿Estas bien?— pregunto. Susan asintio

—¿Jamas podré venir a Narnia sin que ocurra algo? Siempre estamos metidos en guerra — bufo la chica. Caspian sonrió y Susan fingió que esa sonrisa no le causaba nada, pero era mentira. Caspian era un completo galán, con esa sonrisa blanca y grande, el pelo que siempre estaba revuelto pero aún así prolijo, la mirada juguetona, y el porte de un rey pero sin perder esa frescura de joven. Susan sabía que aunque Caspian tuviera 80 años iba a seguir teniendo el alma de un joven al contrario que ella, que aunque apenas era una adulta, se sentía como si fuera una anciana.

—Es por que siempre regresan cuando Narnia los necesita— dijo con una sonrisa que se desvaneció luego de un segundo. Susan frunció el ceño con curiosidad — Solo pensaba que espero que esta vez sí puedan quedarse — murmuró haciendo que la piel se le erizara a la chica. Ella esperaba que también fuera así.

Lucy se paró junto a Edmund, estaban en el salón principal del castillo el cual, estaba lleno de niños de todas las edades y... Especies. Los sirvientes del castillo se encontraban repartiendo mantas para todos ellos, y para las madres de los niños, las cuales también habian entrado con ellos, o al menos la mayoria.

Una ninfa se acercó a ellos y Edmund la reconoció, era la ninfa pelirroja que les había guiado al desayuno el mismo día que amina tuvo su primer ataque en la presencia de ellos. La ninfa hizo una pequeña reverencia y extendió mantas a los reyes —Tomen Reyes, pronto la temperatura va a descender y será una noche larga — murmuró la joven. Lucy sonrió y tomo una, la ninfa elevo sus ojos chocolates cuando vio que Edmund no tomaba nada.

—Edmund — le zarandeo Lucy, y el joven tomo la manta. Lucy le sonrió a la ninfa.

—¿Cuál es tu nombre?— pregunto.

—Soy Ámbar — respondió la joven pelirroja con una sonrisa, mostrando parte de su dentadura blanca y reluciente.

—Es un placer ámbar, yo soy Lucy, el Edmund — dijo Lucy.

Edmund bufo —¿Por que nos presentas? De seguro nos conoce— dijo. Lucy frunció el ceño, regalándole con la mirada, pero ámbar asintió haciendo que su suave cabello amarrado en una trenza se moviera con ella.

—Es verdad reina. Si me disculpan, tengo que seguir repartiendo estás — dijo señalando las mantas con la cabeza, dio una reverencia rápida y se marcó, siendo seguida por la mirada del rey.

—¿Que fue eso? Fuiste descortés — dijo Lucy. Edmund bufo

—Claro que no, solo dije lo obvio — dijo— además no puedo dejar que una linda ninfa se tome atribuciones que no le...— Edmund corto su oración y bajo la mirada al notar lo que dijo. "Linda", demonios, en serio lo dijo.

Lucy sonrió el ver la cara sonrojada de su hermano —¿Te gusta? — pregunto. Edmund le miro abriendo los ojos.

—¿Qué demonios dices ahora?— pregunto y bufo.

—Vamos, no me dirás qué al menos no te parece atractiva, ¿O si?— pregunto. Edmund trago saliva duramente.

—Bueno, puede ser que me parezca atractiva, pero nada más — murmuró y se sentó en el piso, lo más alejado posible de su molesta hermana menor.

Peter caminaba de un lado para el otro, había acomodado a los guardias, había reforzado las entradas y ayudado con los niños, aún así, sus pensamientos se dirigían a la rubia que estaba afuera, en la entrada a la aldea. Suspiro y paso una mano por su pelo frustrado, ¿Desde cuando él le había caso a una chica?
"Necesito personas de confianza dentro del castillo" recordó las palabras de la rubia.

¿Le consideraba alguien de confianza? Se pego con la mano, por que si quiera estaba pensando en eso, claro que el era de confianza, era el sumo monarca, ¿Si el no era de confianza, quien entonces?

Las Crónicas de Narnia: La Reina Maldita. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora