Capitulo 4

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Los hermanos ingresaron en el salón principal de Cair Paravel, el cual, para su alegría estaba igual que antes de haber sido derribado. Los altos muros con los marcos y dibujos en oro y cobre estaban donde debían, las ventanas eran aún más amplias y el piso era tan brilloso que los rostros se reflejaban en él, el sol ingresaba con fuerza haciendo relucir todo aquello con más fervor. Una mujer apareció en su campo de visión: traía un vestido color violeta oscuro, el pelo suavemente recogido en un moño, tenía un porte aristocrático, aparentaba unos 30 años y por lo que pudieron ver; rasgos telmarinos. 

La mujer esbozó un sonrisa, traía una vieja hoja en su mano, la cual, observó para cambiar su mirada entre los hermanos—Es un placer conocerlos majestades— dijo con una pequeña reverencia. —Soy Lady Mina, pero por favor diganme Minerva, ese es mi nombre informal— dijo.

Peter la observó con desconfianza. ¿Qué hacía una Telmarina cuidando de Cair Paravel?— ¿Caspian reconstruyó el palacio?— preguntó severo. La mujer tragó saliva algo cohibida. 

—Si majestad. — respondió está.

—¿Él sigue... vivo?— pregunto Susan con indecisión. Tenía miedo de la respuesta.

—Claro que si, su majestad, está en Beruna pero ya le enviamos una carta anunciando vuestro regreso. — explicó la mujer. El corazón de la Reina Benévola se aceleró notablemente.

—¿Usted está a cargo de Cair Paravel?— indagó Peter.

La mujer rio—Lo estaba, pero ustedes han regresado así que ahora solamente estoy para ayudarlos en lo que necesiten— sonrió que con una dulzura que a Lucy le recordó a su madre. Suspiro. —Un vez Rey o Reina de Narnia, siempre Rey o Reina. 

—Bueno, gracias. ¿Cree que podríamos acomodarnos? Tuvimos un largo viaje— preguntó Susan. La mujer asintió con la cabeza.

—Claro que si. Tenéis las misma habitaciones que antes— les dijo mientras los guiaba al siguiente piso subiendo las escaleras de mármol; aquellas que habían pisado tantas veces. —Al anochecer habrá un cena festiva. Estaremos festejando su regreso— informó la mujer.

—Ahí estaremos— dijo Edmund.

—Bueno, si hay espíritu de fiesta, es mejor que duerman un rato— dijo Peter una vez que la mujer se fue. Todos asintieron e ingresaron a sus aposentos.

Lucy se sorprendió al ver que todo estaba igual que antes de que destruyeran el castillo. La cama grande con el dorsal y las cortinas. La gran ventana con vista al bosque. Solo había una cosa diferente; una repisa. Se acercó y sonrió entusiasta al ver que había allí; su daga y su poción. Además había un cuadro en que el ella estaba pintada, sonriente y enérgica.

La misma situación fue para los tres hermanos restantes: Susan encontró su arco y sus flechas de punta roja, lo único que no encontró fue su cuerno

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La misma situación fue para los tres hermanos restantes: Susan encontró su arco y sus flechas de punta roja, lo único que no encontró fue su cuerno. También había un cuadro en su habitación. Ella estaba retratada; elegante y tranquila con un vestido color celeste, muy parecido al que traía puesto la última vez que piso Narnia.

Las Crónicas de Narnia: La Reina Maldita. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora