*Tu peligroso lobo feroz*

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P.o.v Edward

Pronto estaré en su interior, quiero saltar de felicidad, pero opto por probar una vez más los labios de mi compañera. "¡Nuestra! ¡Nuestra! ¡Nuestra!" Repite una y otra vez mi lobo.

Si ella me hubiera rechazado solo veía un camino, morir, acabaría lanzándome a los brazos de la muerte en busca de consuelo.

"Sí, nuestra compañera aceptó su destino" le respondo.

"Ahora, a follar ¡De rodillas, Ya, Edward! Rompo a reír sorprendiendo a Celin, que por suerte se lo toma como si estuviera celebrando. Porque, ¿si ella supiera que el que piensa en sexo es mi lobo, qué haría?

Ya tendré oportunidad de saberlo cuando nos unamos.

Nos besamos durante un tiempo largo, quiero recordarla y degustarla lo más que pueda.

–Eres tan perfecta, me encanta cuando te sonroja. –Se remueve nerviosa–. Mírame, preciosa. –Y así lo hace, busca mis ojos–. Parece que estabas muy lejos de aquí. –Controlo mis ganas de morder su oreja, su cuello, tiene que sentir que es mía, pero necesito estar en todos sus sentidos cuando lo haga.

–Y quiero que estés al cien por cien porque vaya a tomarte, voy a hacerte mía. –Me muerdo los labios ante la idea de probar su sabor, de lamer entre sus piernas, memorizar sus gemidos, sus temblores hasta presenciar el estallido de su placer. Oh, sí, quiero lamer su coño antes de tomarla de rodillas.

–Voy a hacerte feliz –le prometo al atrapar nuevamente sus labios.

Sin romper el beso, comienzo a acariciarla, y agradezco que esté cubierta con una camisa que le ha dado mi hermana cuando la curaba. Rasgo la tela sin miramientos, tirándola al suelo, para poder acariciar sin restricciones sus turgentes y llenos pechos.

En cuanto rozo y pellizco su pezón izquierdo, ella tiembla y jadea en alto abriendo los ojos por la sorpresa. Voy directo a su oreja y le susurro:

–¿Te gusta esto, cariño?

P.o.v Celin

Trago con dificultad sin dejar de gemir, removiéndome en la cama, no sabía que podía ser tan sensible esa zona de mi cuerpo.

–Sí –acabo respondiendo con voz entrecortada.

–Perfecto. Porque tienes unos pechos que merecen ser venerados – sentencia antes de volver a tomar mi pezón con el que estaba jugando hace un rato, tironeándolo y chupándolo.

Me muevo buscando más contacto, arqueando la espalda, mis manos llegan a la suya atrayéndolo a mí, quiero más.

–Más...–gimo al notar que se separa de mí.

–No lo dudes nena, acabamos de empezar...–me asegura y toma el otro pezón dándole la misma atención que al izquierdo. Al mismo tiempo pellizca y acaricia el otro.

–¡Oh, Dios! –Ni yo misma entiendo lo que sale de mi boca, este hombre es un pedazo de cielo, sabe cómo enloquecer a una mujer– Llevas demasiada... ropa. Agarro su camisa y tiro hacia arriba descubriendo unos pectorales y una tableta de chocolate que no me cansaré de lamer.

Cuando mis manos tocan su abdomen, deja mi boca y sale de la cama; se quita los zapatos, sin dejar de mirarme con ojos vidriosos de placer y tembloroso. Con movimientos lentos comienza a desvestirse, dejando caer la única pieza de ropa que le queda.

–¡No llevas calzoncillos! –Niega sin dejar de sonreír.

–¿Para qué lo necesito? –Vuelve a tumbarse en la cama cubriéndome con su cuerpo, retiro la sábana para que no haya nada entre nosotros-. Además así me resulta más fácil tomarte cuando quiera y donde quiera, solo tendré que bajar mi cremallera y liberar mí...
No lo dejo terminar porque asalto sus labios para callarle con un beso. En el momento en que mi lengua lo toca, gruñe tomando el control.

–Malvado...

Me río disfrutando de nuestro primer encuentro tan especial que siempre quedará grabado en mi corazón. Poder tocar y escuchar los gemidos de mi compañero, notar sus temblores... Van a ser recuerdos que no olvidaré .

–¿Acaso lo dudas? Por supuesto que soy malvado, tu peligroso lobo feroz

La Oscuridad De Tu Mirada#1.SagaOscurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora