*Contigo*

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P.o.V Celin

Cuando la atravieso veo un cuarto inmenso, igual al de Ed, pero mucho más femenino, con fotos de las películas de Crepúsculo y de Christian Gray, bueno, realmente de Jaime Dornan. Sofi y yo nos llevaremos bien, pues tiene buen gusto.

Hay una cama con dorsal, blanca, y una hermosa cómoda con todo tipo de productos de belleza, ¡y qué decir del escaparate con tantas prendas y zapatos!

Bueno, ya voy tarde, por lo que escojo un mono largo y de patas anchas de color azul celeste, con unos zapatillas deportivas, odio los tacones y más cuando tengo que ir a trabajar, porque termino corriendo de una sala a otra con ellos. Pongo la ropa sobre la cama y los zapatos cerca de ella.

Entro en el baño y me doy una larga ducha. Me envuelvo en una toalla y salgo hacia la habitación, no me di cuenta cuando entré que la temperatura es más fría que el cuarto de Ed, pero ahora mojada sí. Al parecer una de las ventanas está abierta. Me acerco y la cierro.
Voy directa a vestirme, arriba de la cama hay una nota que no había visto antes, qué extraño, ¿será de mi lobo?, Si es una de esas notas tipo Preparé el desayuno, te espero abajo, apúrate antes de que mi hambre sea de ti, creo que me gustará. Pero la comienzo a leer, y que mal gusto tiene el escritor.

“Deja a mi hombre, perra”

Bueno, esta nota no debe de ser para mí, seguro, porque a mi alrededor hay muchos perritos, pero yo no soy uno de ellos, además, hace  prácticamente un día que me he liado con Ed como para que alguien lo pueda saber tan rápido.

Dejando atrás mis pensamientos, me visto, trato de controlar un poco mi pelo y me aplico un poco de labial. Ya estoy lista. Cuando abro la puerta Ed está ahí, huele divino, ¡Dios, qué hombre me ha tocado!

–He pensado que podríamos volver a la cama aunque sea unos minutos, ¿eh, Celin?

–Ed, te dije que tenía que trabajar y eso es importante, quiero graduarme.

–Como quieras, cariño,  pero tenía que intentarlo –dice riendo–. Vayamos a abajo, a desayunar.

Lo sigo por escaleras, tiene una inmensa y preciosa casa, anoche no me había dado tiempo de mirar demasiado, primero porque entre desmayada y después por el lío de Raúl.

Fijo mi vista en los hermosos cuadros en paredes azules y grises, un estilo muy masculino, pero admirable de mirar. La cocina es otro sueño, una isleta en el medio con una meseta de marfil gris hermoso, súper espaciosa. Realmente me encanta, es como un sueño de esos que piensas que será tu casa y así precisamente la había soñado yo.

–Se despertaron, ¡qué bien, voy a poder servir el desayuno! –Me sorprendo al ver a Sofí en pijama.

Mientras empezamos a hablar, Ed va a la meseta y veo como sirve los huevos, tocino y  el café.

–¿Cómo está Raúl?, ayer caí rendida, lo siento.

–Ahh, no te preocupes, todos los muchachos me ayudaron y lo trasladamos a la habitación de huéspedes, gruñendo, claro, porque decía que no era un inválido. Oye, qué bien te sienta mi ropa, deberías quedártela.

–Lo siento, es bueno saber que Raúl está bien, y sobre lo otro. Ed me ha dicho que escogiera lo que quisiera si te molesta me la quito.

–No, para nada lo que dejé aquí era para donar, lo que quería me lo lleve a mi casa.

–Entonces, ¿los chicos dónde están?

–Pues esos se fueron hace mucho. Morgan con el cuento de director de los Arcángeles, Timi que había descifrado algo, Marisa y Dylan que tenían que peinar tu lugar de trabajo, ya sabes locos de la seguridad.

–Sí, ya sé que me tengo que acostumbrar.

–Amor, toma dale, desayuna, y deja a mi hermana. Ella es la única loca, esto  lo preparó ella, algún día yo te prepararé panqueques, son mi especialidad.

Me llevo la primera cucharada a la boca.

–Esto está mágnifico, Sofi, creo que me caso contigo solo por este desayuno.

–¿En serio? –Me dice Sofi sonriente, mirando a su hermano.

–No puedes  te vas a casar conmigo –dice Ed furioso, pero veo que se está riendo.

–No le hagas caso, pero  nos vamos a llevar bien, porque a mí también me gusta comer.

–Sofí, ¿y el niño rescatado, cómo esta?, no lo puedo, ver al parecer no está en condiciones de recibir visita.

–Tiene mucho miedo, antes estaba mal herido y desnutrido, pero lo peor es que mentalmente es como que se oculta dentro de su mente, necesita ayuda.

–¿Cuándo viene Dyne? –pregunto a Ed-, el niño necesita ayuda.

–Pronto, necesitamos que la sociedad humana nos la dé sin levantar sospechas, por eso se demora el proceso.

En el medio de la cocina hay un reloj, y casi me atraganto al ver la hora.

–¿Qué te pasa, Celin?

–¡Joder!, es tarde, vámonos, por favor. Gracias, Sofi, pero me voy.

·Casi me matas del susto –dice mi lobo  y Sofí y yo nos reímos a carcajadas.

–Bueno, adiós porque cuando regresen ya me habré ido. Pronto se levantará el enfermo como nuevo, me alegra tener una hermana como tú.

–¿Tan rápido?, y yo también me alegro Sofí.–Diciendo eso le doy un beso en la mejilla y cojo de la mano a Ed para salir corriendo.

Montamos en su muy caro y hermoso coche. El bosque que nos rodea es hermoso, puedo oír el canto de los pájaros, el aullar de los lobos, todo eso es música para mis oídos.

–¿Te gusta  la naturaleza?

–Siempre hubo una parte de mí que se sentía atraída hacia ella, no sé cómo explicártelo.

Después de quince minutos estamos frente a las puertas de mi "no prisión" y ahí está Morgan  esperándonos.

–Yo lo llamé, cualquier problema que tengas puedes hablarle, que él lo solucionará. Celin, tengo que hacer algo importante, así que te recojo por la tarde, quiero mostrarte algo.

–Está bien, no te preocupes que si tú dices que Marisa me va a cuidar estoy más tranquila, te confieso que le tenía miedo.

–¡Ey!  yo también te voy a cuidar –dice Dylan saliendo detrás de Marisa.
Me giro hacia Ed y le digo:

–Lo prometiste.

–Sí, amor, te dije que estaría lejos.

–Uff, ahora te tengo que aguantar, Dylan. Pues ya te digo que no quiero tus chácharas de por qué las mujeres somos menos que los hombres.

–Vamos, Luna, nunca dije eso, ustedes son… maravillosas.

–¿Ves? Si Dylan y Morgan son unos amores –me dice mi lobito.

–Repítelo y te castro. Porque yo solo recuerdo a uno diciéndome que no importara lo que hiciera, si rompía las reglas, me moría, y al otro que no disfrutábamos de nuestra sexualidad porque no le decíamos a los hombres que estaban buenos en su cara, o más bien porque no nos abríamos de piernas.

–Vale, me callo, has ganado, no tengo nada que decir en contra, me voy, preciosa.

Me besa con una sonrisa en la cara, todos reíamos excepto Dylan, que a veces me parece algo oscuro. Veo el coche alejarse, en el que se va el hombre de mis sueños, bueno, sería mejor decir de mis noches.

La Oscuridad De Tu Mirada#1.SagaOscurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora