Capítulo 40

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La isla no era más grande que la oficina de Dumbledore, un espacio plano de piedra negro, en donde no había nada, excepto la fuente de aquella luz verdosa, la cual se veía mucho más brillante de cerca. Harry entrecerró lo ojos, al principio creyó que era una lámpara o algo parecido, pero luego vio que la luz provenía de una roca en forma de vasija como el Pensadero, la cual estaba colocada en lo alto de un pedestal. Dumbledore se aproximó a la vasija, y Harry lo siguió. Uno al lado del otro, lo miraron. La vasija estaba llena de un líquido esmeralda emitiendo aquella luz fosforescentemente.

—¿Qué es eso? Pregunto Harry silenciosamente.

—No estoy seguro —dijo Dumbledore —algo mucho más preocupante que la sangre y los cuerpos, como sea —Dumbledore empujo hacia atrás la manga de su capa, sobre su mano negra, y estiró las puntas de sus dedos quemados hacia la superficie de la poción.

—Señor no lo toque.

—No puedo tocarlo —dijo Dumbledore sonriendo, —¿Ves? no puedo aproximarme más cerca que esto, trata tu.

Harry metió su mano en la vasija y trató de tocar la poción. Encontró una barrera invisible que no le permitió llegar más allá de unos centímetros de ella. No importa cuán duro empujara, sus dedos solo encontraron lo que parecía ser aire sólido y flexible.

—Quítate del camino, por favor, Harry.

Él levantó su varita mágica e hizo complicados movimientos sobre la superficie de la poción, murmurando silenciosamente. Nada resultó, excepto por el hecho que la poción resplandeció con un poco más de brillo. Harry permaneció callado mientras Dumbledore trabajaba, pero al cabo de un rato Dumbledore retiró su varita mágica, y Harry sintió que era seguro hablar otra vez.

—¿Usted piensa que el Horrocrux está allí, señor?

—Por supuesto.

Dumbledore miró con entrecerrados ojos más detenidamente la vasija. Harry vio su cara reflejada, cabeza abajo, en la superficie lisa de la poción verde. ¿Pero cómo alcanzarla? Esta poción no puede ser penetrada con la mano, desaparecida, separada, excavada, levantada, o sacada, tampoco puede ser transfigurada, hechizada, ni de otra manera puede obligarse a cambiar su naturaleza. Casi distraídamente, Dumbledore levantó su varita otra vez, la giró en espiral una vez en el aire, y luego atrapó la copa de cristal que él había conjurado de la nada.

—Sólo puedo concluir que esta poción.

—¿qué? —dijo Harry — ¡no!

—Sí, creo que sí... sólo bebiendo esto puede yo vaciar la vasija y ver lo que esta arrojado en sus profundidades.

—¿Pero y si ... si esto le mata?

—Oh, dudo que haga algo como eso —dijo sencillamente Dumbledore. —Voldemort no querría matar a la persona que alcanzó esta isla.

Harry no podría creer en eso. ¿Era esto más de la insana determinación de Dumbledore de ver el bien en cada uno?

—Señor —dijo Harry, tratando de conservar su voz razonable —estamos hablando de Voldemort.

—Lo siento, Harry; debería haber dicho, él no querría matar inmediatamente a la persona que alcanzó esta isla —se corrigió a sí mismo Dumbledore. — Él querría mantenerlos vivos lo suficiente como para enterarse cómo lograron penetrar hasta ahora a través de sus defensas y, lo más importante de todo, por qué estaban tan ocupados vaciando la vasija. No me olvido que Lord Voldemort cree que él es el único que conoce acerca de su Horrocruxes.

Harry intentó hablar otra vez, pero esta vez Dumbledore levantó su mano para mantenerlo en silencio, mirando ligeramente ceñudo el líquido esmeralda, evidentemente pensando con rapidez.

Elegido con el corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora