Capítulo12

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Estaba enojado con Hermione, pero no era su culpa. Ella solo trataba de ayudar al equipo. Harry salió notablemente molesto de los vestidores, no porque ella hubiera mentido, sino porque le molestaba que tratara a Ron con tanto cariño. Luego, le vieron a la mente imágenes de Hermione besando a Viktor Krum y sonriendo a Cormac McLaggen en una de las fiestas de Slughorn. No había visto nada de eso, pero lo imaginaba con tanta rabia que le dolía la boca del estómago. Hermione merecía una disculpa, sobre todo después de ver a Ron besándose con Lavender.

La encontró en el primer salón sin seguro que intentó abrir. Estaba sentada en el escritorio del maestro sola, excepto por el pequeño ruido del canto de los canarios volando alrededor de su cabeza, que claramente acababa de conjurar. Harry no pudo evitar admirar su trabajo en conjuros en un momento como este.

—Oh, hola Harry —dijo con voz temblorosa —. Sólo estaba practicando.

—Si... son muy buenos.... —. Dijo Harry.

No tenía idea qué decirle. Estaba pensando que tal vez había una oportunidad de que no hubiera visto a Ron, que ella sólo hubiera dejado la habitación porque estaba un poco amontonada.

—Ron parece estar disfrutando la celebración.

— ¿Eh... estaba?

—Como lo tú también lo hacías —dijo Hermione —. No exactamente se estaban escondiendo.

El momento se tornó extraño. Harry pensaba en Ron, pero las palabras de Hermione lo descolocaron, acaso se refería a Romilda... el beso. Había un horrible, creciente, ondulante silencio. Hermione miraba fijamente a Harry, quien se negaba a verla.

La puerta detrás de ellos se abrió violentamente. Para el horror de Harry, Ron entró, riendo y jalando a Lavender de la mano.

—Oh —se sorprendió Ron, deteniéndose un poco al ver a Harry y Hermione.

— ¡Oops! —dijo Lavender, y salió del salón riendo.

La puerta se cerró detrás de ella.

—¡Hola Harry, Hermione! ¡Me preguntaba a donde se habían ido!

Hermione se levantó del escritorio. La pequeña multitud de aves continuaban cantando y volando en círculos alrededor de su cabeza de manera que parecía como un extraño modelo del sistema solar emplumado.

—No deberías dejar a Lavender esperando afuera —dijo tranquilamente —. Se preguntará a donde has ido.

Caminó muy despacio en línea recta hacia la puerta y salió apresurado.

— ¡Oppugno! —vino un grito que Harry no esperaba.

Harry giró para ver a Hermione apuntar su varita hacia él, su expresión era salvaje. La pequeña multitud de aves se dirigían velozmente, como un granizo de gordas balas de oro, Harry aulló y cubrió su cara con sus manos, pero las aves atacaron, picoteando y agarrando cualquier pedacito de carne que pudieran alcanzar.

— ¡Aléjense de mí! —gritó Harry, pero con una última mirada furiosa, Hermione abrió la puerta y desapareció a través de ella. Harry creyó haber escuchado un sollozo antes de que se cerrara con violencia.

Que rayos ocurría con Hermione, nada tenía sentido. Harry se enojó con Ron, si no hubiera besado a Lavender Hermione estaría feliz y ese pensamiento lo enfureció aún más.

La nieve se arremolinaba de nueva cuenta contra la helada ventana, la navidad se aproximaba rápidamente. Hagrid, ya había colocado los doce árboles de navidad que habitualmente adornaban el gran salón; guirnaldas de acebo y oropel habían sido enrolladas alrededor del pasamanos de la escalera, velas interminables brillaban desde adentro de los yelmos de las armaduras y racimos de muérdago habían sido colgados a lo largo de los pasillos. Grandes grupos de chicas trataban de converger con Harry debajo de los racimos de muérdago cada vez que pasaba, lo cual causaba bloqueos en los pasillos, sin embargo, y afortunadamente para Harry, sus frecuentes paseos nocturnos le habían dado un muy buen e inusual conocimiento de los pasajes secretos del castillo, así que a menudo recorría rutas libres de muérdago entre clases sin mucha dificultad.

Elegido con el corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora