Capítulo 38

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Ron y Hermione estaban sentados en la sala común cuando regresó.

—¿Que quiere Dumbledore? —dijo Hermione de inmediato. —¿Harry, estás bien? — Añadió ansiosamente.

—Estoy bien —dijo brevemente Harry, corriendo junto a ellos.

Voló sobre las escaleras hacia su dormitorio en donde abrió su baúl y sacó el Mapa del Merodeador y un par de calcetines hechos bola. Entonces corrió escaleras abajo a la sala común patinando en donde Ron y Hermione estaban sentados mirándolo atónitos.

—No tengo mucho tiempo —dijo Harry jadeando. —Escuchen...

Rápidamente les dijo a dónde iba y por qué. No hizo ninguna pausa ni por las exclamaciones de horror de Hermione ni por las preguntas apresuradas de Ron, ellos podrían afinar los detalles más tarde.

—¿Ven lo que esto significa? —terminó Harry a galope. —Dumbledore no estará aquí esta noche, por lo tanto, Malfoy va a hacer otro avance hacia lo que sea que esté tramando. Aquí —poniendo el mapa del merodeador en la mano de Hermione. —Tienen que observarlo y tienen que observar a Snape también. Usa a cualquiera a quien puedas informar del Ejército de Dumbledore.

—Harry —empezó Hermione con los ojos enormes de miedo.

—No tengo tiempo de discutir —dijo Harry cortésmente. Toma también esto. —Lanzó los calcetines en las manos de Ron.

—Gracias dijo Ron... err... ¿para qué necesito calcetines?

—Necesitas lo que está envuelto en ellos, es el Felix Felices, compártanlo entre ustedes. Díganle adiós de mi parte. Mejor me voy, Dumbledore está esperando.

—No —dijo Hermione, mientras Ron desenvolvía la pequeña botellita de poción dorada. Viéndose pasmado. —No la queremos, llévatela, quién sabe a qué te vas a enfrentar.

—Voy a estar bien Hermione —dijo Harry. —Quiero estar seguro de que ustedes estarán bien... no me mires así Hermione, te veo más tarde.

Ambos se detuvieron frente a frente y se besaron desesperadamente sin importar que Ron los estuviera mirando. Y Harry ya se había ido corriendo a través del hueco en el retrato hacia el vestíbulo de la entrada.

Dumbledore estaba esperando junto a las puertas de roble de la entrada. Volteó a ver a Harry cuando llegó a la parte superior de la escalera de piedra jadeando con una antorcha a su lado.

—Me gustaría que te pusieras tu capa invisible, por favor —Dumbledore esperó hasta que Harry se la puso. —Muy bien. ¿Nos vamos?

El profesor bajó de inmediato la escalera de piedra. Harry corrió junto a él bajo la capa invisible todavía jadeando y sudando.

—Pero ¿qué va a pensar la gente cuando vean que usted sale, profesor? —preguntó Harry pensando en Malfoy y en Snape.

—Que voy a Hogsmeade por un trago. A veces ofrezco a Rosmerta mi compañía o visito la taberna Cabeza de Cerdo.... o simulo que lo hago. Es una forma tan buena como cualquier otra de disfrazar el destino que toma uno.

Empezaron a andar por el camino en la penumbra parpadeante. El aire estaba lleno de los aromas de pasto tibio, agua del lago y humo de madera de la cabaña de Hagrid. Era difícil creer que estuvieran yendo hacia algo peligroso o terrible.

—Profesor —dijo Harry tranquilamente cuando ya se veían las rejas al fondo del sendero —¿nos vamos a aparecer? ¿Imagino que ya puedes aparecerte?

—Sí, pero no tengo licencia.

Era mejor ser honesto ¿qué tal si echaba todo a perder apareciendo a cientos de millas de donde se suponía que debía ir?

Elegido con el corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora