Carla
Ahora sí la había cagado, Sandra de seguro me despediría y tendría que buscar citas en línea, día a día parecía que caía cada vez más bajo, luego de la muerte de mi madre mi vida se había convertido en un completo infierno.
El pasillo parecía infinito, mis pasos eran lentos como si caminara directamente a la silla eléctrica, aunque pensándolo bien, la silla eléctrica no sonaba tan mal, pero estaba Ander, no podía rendirme, no ahora, tal vez tendría piedad, ¿cierto?
"¿En qué mierda estabas pensando?" gritó mientras alzaba las manos al aire, "se supone que debemos acariciarles las bolas no darles de hostias", quise reír, aunque la situación no era para nada graciosa, había golpeado fuertemente las bolas de ese sujeto y había huido.
"Vamos Sandra, ese tío dijo que me amarraría en su sótano y me esclavizaría" dije desesperada, era verdad, habíamos bajado por unas escaleras oscuras y en la habitación podía ver toda clase de sogas e instrumentos de tortura. "Todos dicen lo mismo, estamos para cumplir sus fantasías" respondió con obviedad, como si fuera algo normal tener un juego de fustas colgado en la pared.
"Ustedes cuidan de los clientes, yo cuido de ustedes... pero no puedo cuidar de ti si le pateas las pelotas a uno", Sandra tenía razón, la agencia era una de las mejores, los hombres más ricos y poderosos pagaban por nosotras, y Sandra se tomaba muy en serio la seguridad de todos, pero ese sótano en verdad era aterrador, no había tenido tiempo de procesarlo y actué impulsivamente.
"Lo siento Carla... recoge tus cosas" y en ese momento caí aún más bajo, como si eso fuera posible, supliqué por perdón, supliqué para conservar mi trabajo como puta, pero era muy tarde, Sandra había tomado su decisión, Leopoldo Benavent, era un hombre influyente, y sí esto se llegaba a saber, la reputación de la agencia se iría al caño.
Samuel
Después de haber corrido kilómetros, llegué a casa esperando no encontrarla, pero allí estaba, había ignorado la invitación desde el momento en que Omar me la había entregado, sabía perfectamente lo que contenía.
Llevaba años ignorando cada una de sus llamadas, había cientos de mensajes en mi contestadora que ya ni siquiera había espacio para uno más, había huido de mi familia y me había hecho de un nombre por mis propios méritos, no quería nada de ellos, pero Nano era página aparte, así que tomé la invitación y leí su contenido.
"Nos sentiríamos honrados si aceptas ser nuestro padrino de bodas"
Había todo un programa que acompañaba la invitación, además de la nota en donde mi hermano mayor me pedía ser su padrino de bodas, era su letra, podía reconocerla a millas de distancia, una serie de eventos previos a la boda se llevarían a cabo, y luego un viaje familiar al Caribe, sí, así era Nano, quería a toda la familia en su puta luna de miel.
Tomé una ducha para pensar mejor, necesitaba tomar una decisión, y necesitaba tomarla pronto, ¿debía aceptar o debía seguir ignorándolos?, después de no sé cuánto tiempo bajo la regadera, decidí que tarde o temprano debía enfrentarlos, así que esta sería una buena oportunidad, estaría en tierra neutral y mi madre no podría extender sus garras, si algo odiaba Pilar Domínguez eran las escenas, así que no haría una.
Ahora que mi decisión estaba tomada, tenía otro pequeño problema al que enfrentarme, no quería responder a todas las preguntas de por qué estaba solo y muchos menos lidiar con las interminables citas con mujeres de sociedad que mi madre buscaría arreglar, necesitaba una cita y la necesitaba ya. No una novia, no ataduras, no citas, solamente alguien que me acompañara en todos los eventos y al viaje y luego desapareciera de mi vida.
"Quiero a alguien con clase y que sea hermosa, alguien que pueda pasar como de alta sociedad" dije haciendo énfasis en la palabra <clase>, no quería una mujer vulgar a quien cualquiera pudiera desenmascarar, necesitaba alguien que pudiera actuar y hacerlo ver real "quiero a alguien que por lo menos haya terminado la secundaria, que se desenvuelva bien en público, que sea discreta y se conduzca con propiedad" seguí con mi lista de demandas mientras Sandra me aseguraba que ninguna de sus chicas era vulgar, que todas sabían comportarse y que cuidarían bien de mí.
"No necesito que cuiden de mí, no pretendo acostarme con ella, solo quiero que cumpla con su papel" espeté molesto, mi tiempo era bastante valioso para estarlo perdiendo con una madam, "tengo a la chica perfecta, incluso tiene estudios universitarios" dijo, y por primera vez captó mi atención, eso serviría, podía hacerla pasar por una estudiante y nadie lo notaría.
"Necesitaré que firmes el contrato y me entregues un certificado médico" dijo luego de que accediera a la chica que me recomendaba, al parecer era joven y nueva en el negocio, eso se ajustaba perfectamente a mis requerimientos, además si esto funcionaba, me aseguraría de recomendar la agencia de Sandra, un gran favor, se paga con otro gran favor.
"No quiero sexo Sandra, solo quiero una actriz" insistí, nunca había necesitado pagar por sexo y esta no sería la excepción, "son las reglas cariño, la papelería debe estar en orden, tendrás también un certificado médico por parte de ella y el comprobante de que está bajo tratamiento anticonceptivo", bien, si eso era necesario lo haría llegar, junto con un jugoso adelanto, era como si estuviera comprando un coche, pero si la chica resultaba ser tan maravillosa como la describía habría valido la pena.
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Dama de compañía
FanfictionSamuel: Un solitario millonario Carla: Una dama de compañía Una boda y muchos secretos