Capítulo 34

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Carla

Como era de esperarse, los flashes de las cámaras se dispararon en el momento en que bajamos del auto para poder ingresar al lugar en donde se llevaría a cabo la actividad, ya estaba volviéndome una experta en el arte de ocultar mi rostro de los paparazi que acosaban a Samuel y a su familia, mi profesión siempre había consistido en estar oculta al mundo, un marido engañando a su esposa, una despedida de soltero, un hombre ocultando sus más bajos instintos, me había acostumbrado al anonimato, lo irónico era que hoy, me dejaría fotografiar a voluntad y mi rostro estaría en cada periódico y en cada revista de España.

Pilar avanzó hacia nosotros en el momento en que nos vio ingresara, era increíble cómo solo su presencia podía alterarme, los vellos del cuerpo se me erizaron y un escalofrío recorrió mi espina dorsal, con cada paso que daba hacia nosotros, el nudo en la boca de mi estómago se apretaba más y más, "buenos días madre" saludó fríamente apretando el agarre de su mano en la mía, la mirada de la estoica mujer pronto se posó sobre el rostro de Samuel, era extremadamente observadora, nada se escapaba de su alcance, era admirable y aterrador a partes iguales, decidí intervenir para desviar su atención "buenos días señora Pilar" dije haciendo una especie de reverencia, ella sonrió casi de forma imperceptible, era esa misma sonrisa de lado que había visto pocas veces en su hijo, esa sonrisa que significaba que sabía perfectamente el motivo de mi intervención.

Pero la madre de Samuel era una mujer de sociedad, bien educada, demasiado como para armar un escándalo, me saludó con cortesía e hizo los halagos propios del caso, en parte me complacía saber que al menos mi vestuario y apariencia llenaban sus expectativas, correspondí sus atenciones y admiré su vestuario y joyería, era hermosa y elegante, con un cuerpo envidiable, sus enormes ojos delineados eran tan similares a los de su hijo, que por el momento estaba ajeno a nuestra vana conversación, siempre me había preguntado qué era lo que pasaba por la mente de Samuel cada vez que se desconectaba de la realidad, esta no era la excepción, parecía abstraído en un mundo en donde nadie tenía cabida, solo él y sus pensamientos.

Pero Pilar no dejaría pasarle nada a su hijo, parecía empecinada en reprocharle y hacerle pelea por lo más mínimo, era algo que me incendiaba las venas en ira, su desaprobación por Samuel me provocaba deseos de ponerla en su lugar, Samuel era un buen hombre, el mejor que había conocido en toda mi vida y no merecía los desplantes que tanto Pilar como Sebastián, su padre, le hacían constantemente, siempre criticando cada paso, cada palabra, cada decisión. Tenía claro que no conocía casi nada de la vida del hombre a mi lado, pero estaba segura de que esto no era algo que mereciese.

"Al menos tuviste la decencia de ocultarlo" le recriminó haciendo una mueca de desagrado y desviando su mirada hacia los camarógrafos para cerciorarse de que nadie estuviera captando el tenso momento, guardé silencio y me tensé, después de todo, mi hermano había sido el culpable, no era que Samuel no lo mereciera, pero... "Al menos tuve la decencia de aparecer, confórmate con eso" sentenció acercándose al oído de su madre, él también era un caballero y no haría una escena, su agarré se apretó aún más y como era costumbre, me arrastró como a una muñeca de trapo hacia el interior del lugar.

Su hermano, Guzmán y una chica elegante a quien reconocía perfectamente por el tatuaje en su espalda estaban en el fondo, conversaban animadamente y por primera vez empecé a relajarme un poco, eran agradables y la presencia de Lu siempre me llenaba de coraje, además, me agradaba saber que las cosas con el rubio fueran bien, Lucrecia merecía unas vacaciones de la vida de mierda que ambas llevábamos. Chillé emocionada al verme frente a mi amiga quien no tardó en imitar efusividad, Guzmán se aproximó de inmediato a saludarme con esa enorme sonrisa que siempre tenía dibujada en su pecoso rostro.

La acción tensó a Samuel aún más, encontraba cansada y absurda su actitud, nunca le había dado motivos para que desconfiara de mí, pero ya había pasado un mal trago con su madre así es que no se lo pondría más difícil, con Samuel había aprendido a ceder, me comportaba complaciente, pero algo en él me hacía soportar sus actitudes, sabía que había mucho en su historia que provocaba su actitud. Samuel intervino para separarnos y Guzmán con su personalidad juguetona no dudó ni un momento para hacer un comentario fuera de lugar y sacar de quicio a su amigo "quieto perro" dijo y me mordí el interior de las mejillas para evitar soltar una carcajada.

Dama de compañíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora