Capítulo 30

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Carla

Me despedí de Ander y me disculpé una vez más con el personal del lugar y Azucena, asegurándole que Samuel resarciría todos los daños, ella me dio un abrazo maternal que agradecí y varios folletos para que convenciera a "mi novio" de asistir a la reuniones para el manejo de la ira, sonreí y le agradecí, sabía que eso no iba a suceder en el corto plazo, pero no estaba de más tener la información a la mano, de lo que sí estaba segura era de que Samuel pagaría por todo lo que había arruinado y más, de eso sí iba a encargarme, además, plata le sobraba y el jardín que tanto adoraba mi hermano necesitaba una remodelación.

Ahí estaban... los dos recostados sobre el auto con los ojos cerrados, en total silencio, uno al lado del otro, se veían tan tranquilos que me daba un poco de pena interrumpirlos, sus respiraciones eran tranquilas, incluso podías ver cómo sus pechos se inflaban cada vez que inhalaban, ambos tenían la misma pose, sus brazos sobre su abdomen con los dedos entrelazados, uno de los codos de Samuel rozando el de Omar, era una relación curiosa, siempre me hacía pensar que había algo que solo ellos compartían, parecían entenderse más allá de las palabras, era una amistad interesante y yo como buena cotilla me moría por descubrir hasta el último rincón de ella.

Aclaré mi garganta y ambos reaccionaron al mismo tiempo, "veo que la muñeca va devuelta" dice Omar con una sonrisa y camina para tomar mi maleta y así colocarla en el maletero, Samuel también sonríe y por ende, yo también lo hago, él estira su mano y la tomo de inmediato, me abraza de nuevo y besa mi coronilla para luego abrir la puerta del auto para que me deslice dentro de él, Samuel lo rodea e ingresa a mi lado por la otra puerta, Omar también sube en el puesto del piloto y ajusta el retrovisor para vernos, sus espesas cejas escrutándonos, "vamos a casa" dice Samuel y no puedo evitar que la sangre se me caliente, por lo bien que suena esa palabra "casa".

No tardamos mucho en llegar, hicimos una parada en el autoservicio de un restaurante de comida rápida y Samuel y Omar ordenaron hasta vaciar la cocina, el portero nos ayuda con mi maleta pues no tenemos manos libres para sostenerla y todos nos negamos a hacer un segundo viaje, creo que Samuel prefiere amarrarse la maleta al cuello antes de volver por segunda vez al auto, entramos al apartamento y los tres soltamos el aire que al parecer habíamos contenido, es un respiro de alivio, de tranquilidad por estar de nuevo en casa con más dudas, pero con algunas respuestas y eso está bien, porque pienso obtenerlas de a poco.

Nos sentamos en el comedor y ninguno dice una sola palabra, nos dedicamos a comer en silencio, luego de comerme una enorme hamburguesa y una inmoral porción de papas y aros de cebollas, estoy que reviento, pero el postre va al corazón y no al estómago así que no me detengo cuando Omar con toda la confianza del mundo saca un bote de helado y tres cucharas, Samuel no dice nada y me gusta ver esa faceta tan desestresada de él, luego de acabar con el helado y de obtener una fugaz jaqueca por meterme una enorme cucharada a la boca estoy a punto de reventar.

Omar se despide de nosotros diciendo que tiene asuntos que atender, Samuel solo asiente y lo deja ir, yo me pongo de pie y lo abrazo "gracias" susurro en su oído y él me abraza de vuelta, Samuel solo nos observa con el ceño fruncido y de nuevo no me explico cómo pueden tener esa relación tan estrecha y al mismo tiempo no saber que a Omar no puedo gustarle yo porque le gustan los tíos, los hombres son tan simples y complicados al mismo tiempo, Omar parece notarlo y solamente se ríe mientras se aleja dejándonos solos.

"Deja de arrugar el ceño" le digo colocando mi índice sobre él, me inclino y lo beso para que deje de comportarse como un troglodita posesivo, sonríe sobre mi boca y se relaja de inmediato, aleja su silla y me toma de la cintura para sentarme a horcajadas sobre él, sus manos se aferran a mi cadera, me mira con la cabeza apoyada sobre el respaldo de la silla y yo enredo mis manos en su cabello alborotado, lo vuelvo a besar sintiendo como el alma me vuelve al cuerpo y dejando todos los eventos pasados ahí, en donde deben estar, en el pasado.

Dama de compañíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora