Capítulo 22

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Carla

Ver ingresar a Lu con ese vestido rojo de tul fue como brisa fresca, ella siempre lograba tener ese efecto, solamente era necesario que pusiera un pie en alguna estancia para que esta se iluminara por completo de forma instantánea, además, la amplia sonrisa de Guzmán parecía darle calidez al restaurante que al parecer no era del agrado de Samuel.

Samuel pareció relajarse luego de un abrazo apretado y lleno de testosterona entre él y Guzmán, respiré aliviada de no ser la causa de enfado entre esos dos, además, me alegraba saber que Samuel no estaría solo en esta cena que, como todos los encuentros con su familia, de seguro sería incómoda. Esta vez, también yo tenía una aliada, Lu siempre jugaría en mi lado de la cancha, nuevamente entendí lo que él había dicho con anterioridad "es agradable tener un aliado"

Samuel se acercó a mí oído y colocó su mano en mi espalda, como siempre, mi piel se incendió de inmediato al sentir el contacto de su palma grande y áspera, "no olvides tu lugar y recuérdaselo a tu amiga" dijo susurrando para que nadie más pudiera escucharlo. Era una advertencia, y aunque sus palabras habían sido duras, su voz estaba llena de temor, sabía que cualquier indiscreción de Lucrecia podía traernos consecuencias, así que asentí de inmediato y le lancé una mirada con la que esperaba asegurarle que todo estaría bien, "me acompañas al baño" dije a Lucrecia y miré de nuevo de reojo a Samuel, él sonrió y sus ojos destilaron agradecimiento.

Lu era inteligente y perspicaz, lo había pillado de inmediato, sabía que en realidad no quería ir al baño, si la estaba arrastrando hasta los servicios sanitarios a los segundos después de habernos saludado era porque tal vez algo no iba bien, la tomé de la mano y el rubio que no había alejado su mano del trasero de mi amiga soltó un palmetazo y una sonora risa, para luego dejarla ir.

Samuel palideció de inmediato y supe que de seguro en ese momento le estaba rezando a todos los dioses para que nadie se hubiese dado cuenta, pero eso era casi imposible, el sonido de la palma del rubio sobre el culo de mi amiga había retumbando por todo el salón, además, si no se habían dado cuenta, la risa nada disimulada de Guzmán haría que lo hicieran, tiré con más fuerza de la mano de mi amiga, casi de la misma forma en que Samuel lo hacía conmigo y salimos de ese lugar.

El baño estaba vacío, no todos los invitados habían llegado, los novios tampoco habían aparecido aún, así es que la cena estaba postergada, a nadie parecía importarle, todos conversaban animadamente en distintos puntos del salón y bebían, incluyéndonos, "¿qué diablos pasa Carla?, ¿porqué me has arrastrado hasta aquí? ... , porque sé perfectamente que ganas de orinar no tienes.

Lucrecia me abordó de inmediato, ni siquiera había terminado de asegurar la puerta cuando ya había lanzado sus dardos, "shhh... baja la voz" le dije llevando mi dedo índice a la boca y disminuyendo el volumen de mi voz, ella frunció el ceño y volvió a verme a los ojos con un gran signo de interrogación invisible dibujado en su rostro.

"No puedes meter la pata... nadie puede saber que somos prostitutas" le dije de nuevo con mi voz silenciosa, ella solo rodó los ojos, "respira Carla... nadie lo sabrá, soy tu compañera de la universidad y Samuel y tú me presentaron a Guzmán" dijo poniéndome al día de su mentira, esa era la fachada que utilizaría, Sandra conocía el caso, y con lo lista y ambiciosa que era esa mujer, jamás dejaría que Lu lo arruinara, "Guzmán también sabe su papel, así que no te preocupes" dijo mientras retocaba con lápiz labial rojo su boca.

Respiré aliviada y la imité colocándome a su lado frente al espejo, mi labial también se había desgastado al beber de la copa de champagne que Samuel me había entregado hace un tiempo, "¿y qué tal todo con tu millonario?" pregunté, en verdad me intrigaba cómo podía haber sido su encuentro, Guzmán era un hombre relajado y no parecía tener los problemas familiares que Samuel tenía, así que de seguro su encuentro no había sido en nada similar al mío con Samuel y definitivamente nuestra interacción no tenía nada que ver con la de ella y el pecoso.

"Fue fantástico... llegó por mí a la agencia e inmediatamente fuimos de compras, comimos en uno de esos restaurantes lujosos con camareros que parecen pingüinos y follamos en el auto, justo antes de venir aquí" dijo sin tomarse un descanso para respirar, estaba entusiasmada y eso me alegraba, aunque un atisbo de celos me estrujó el corazón, no era que Samuel me tratara mal o que no estuviera bien con él, pero las cosas con él eran tensas, nunca teníamos momentos tan distendidos como lo que mencionaba Lucrecia, además no habíamos follado y empezaba a pensar que tal vez nunca lo haríamos, y eso, me decepcionaba un poco.

Sonreí y le dije lo mucho que me alegra saber lo bien que la estaba pasando con el amigo de Samuel, era verdad, en realidad me sentía feliz por ella, era mi mejor amiga, mi única amiga en realidad, la única con la que podía hablar de cualquier cosa sin sentirme juzgada, estábamos en la misma página, teníamos casi las mismas luchas y merecía todo lo bueno que le pudiera pasar, y si eso era, el descarado millonario de enorme sonrisa, pues enhorabuena.

Luego de acomodarnos los vestidos, retocar nuestro maquillaje y repasar una vez más los detalles de nuestra vida falsa salimos entre risas de vuelta a la barra en donde el par de millonarios en esmoquin nos esperaban, "tiene una polla enorme" dijo Lu cerca de mi oído y ambas estallamos en caracajadas, era algo que solíamos hacer, tal vez para minimizar lo horrible de nuestros trabajos, nos volvíamos unas cotillas y hablábamos de los clientes, intercambiabamos detalles de los encuentros que teníamos, que sí uno era precoz, que si tenía algún fetichismo, que si tenía la polla pequeña o torcida, pero al parecer no habían quejas de Guzmán.

"Nuestros hombres nos esperan" dijo mi amiga tirando de mí para que llegáramos más rápido al bar, sonreí con un sabor agridulce, él no era mío, nosotros éramos sólo un contrato, pero igual la seguí y me acomodé en la alta silla junto a Samuel, él inmediatamente me ayudó y se acercó de nuevo a mí oído "¿todo bien muñeca?" al parecer debía acostumbrarme a que él me llamara así, "todo bien" respondí de inmediato entrelazando nuestros dedos y descansando nuestras manos sobre mi muslo.

Los minutos siguieron pasando y el whisky también, Samuel y Guzmán bebían alegres, contaban entre risas y nostalgia anécdotas universitarias, mientras que Lu y yo nos descojonábamos de la risa junto a ellos y bebíamos de nuestras copas, después de no sé cuánto tiempo, la feliz pareja hizo su aparición y la planificadora del evento nos indicó que podíamos tomar nuestros lugares en la mesa para que la cena diera inicio.

Samuel empezó a caminar de forma errática y besaba con descaro mi cuello, el alcohol lo deshinibía y lo ponía cariñoso, me removí incómoda porque no quería causar molestias entre los presentes, no porque me incomodara su cercanía, sería una noche larga y la cena apenas comenzaba.

Dama de compañíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora