Capítulo 7

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Samuel

Bebí el último trago de vino de mi copa, habíamos terminado en completo silencio, mi último comentario había sido el de un completo patán, había sido cruel con Carla al decirle que la ropa sería un bono, pero ser un patán era la única forma que encontraba para lograr mantener la distancia pues lo único que quería hacer desde que llegamos al apartamento era arrancarle la ropa y follarla justo allí en el sillón.

El saber que era mía por unas semanas me alborotaba las hormonas y despertaba mi deseo, pero luego mi pensamiento viajaba al hecho de que estaba pagando por ella y todo se derrumbaba, no por el hecho de que Carla fuera una prostituta, no era así de hipócrita, yo mismo había tenido sexo con incontables mujeres, así que no era un santo, no estaba en posición de juzgarla, ni a ella, ni a nadie, pero nunca había pagado por sexo y el acuerdo que había hecho con Sandra había sido claro, no habría sexo y mantendría mi palabra, no es que hubiera una restricción, Sandra me había entregado todos los exámenes y yo también le había hecho llegar los míos, solo era una cuestión de palabra de caballero.

Su móvil sonó sacándome de mis extraños y muy morbosos pensamientos, ella lo tomó y preguntó si podía contestar, "por supuesto" respondí, ¡joder con esta tía!, ¿en qué coño estaba pensando? ¿acaso piensa que la tengo esclavizada y que debe pedirme permiso para contestar una simple llamada? Tomé los platos y caminé hacia la cocina para darle privacidad, ella respondió el móvil, "¡hola mi amor!" dijo y una furia intensa me invadió.

Abrí la puerta del lavavajillas y coloqué los platos en los que habíamos comido la pasta, las copas decidí que era mejor lavarlas a mano en el lavatrastos, así que eso hice, tal vez eso me distraería, pues lo único que quería era escuchar esa conversación de Carla, ¿quién coño era su amor?, y más importante aún, ¿por qué coño me importaba tanto descubrirlo?, ella no era más que mi empleada y debía mantener la distancia.

Carla

El resto de la comida la hicimos en silencio, me dediqué a mentalizarme de que yo estaba allí para seguir las órdenes de Samuel, él era mi oportunidad de conservar mi empleo, de pagar la mensualidad de Ander, de poner al día las cuentas y ¿por qué no? De tomar unas muy merecidas vacaciones en las Bahamas. Sí, eso haría, después de todo, él tenía razón, era solamente una transacción, un negocio, un papel que debía cumplir.

"Debes complacerlo en todo" me había dicho Sandra antes de que Samuel llegara a por mí a la agencia, "solo compórtat4e como una mujer sumisa, ellos aman eso" había secundado Lu, así que seguiría sus consejos, después de todo, Sandra había construido un imperio a base de complacer a los hombres y Lu era la mejor de todas las chicas allí, eso haría, lo complacería y obedecería en todo, cumpliría con mi papel, cobraría mi pago y desaparecería de la vida de Samuel García.

Mi móvil sonó sobresaltándome, "¿puedo?" pregunté, no creí que necesitara de su permiso, pero igual lo solicité, pues segundos atrás había decidido ser una complaciente y sumisa dama de compañía, "por supuesto" contestó con la voz ronca y con tono cortante, cogió los platos y las copas de mala gana y caminó con paso fuerte hacia la cocina dejándome a solas para que atendiera mi llamada, "¡hola mi amor!" dije al escuchar la voz al otro lado de la línea, sabía que estaba molesto, así que lo había saludado así de efusivamente para disminuir su enfado.

Samuel

Por más que quise escuchar su conversación, me contuve y caminé hasta la habitación, encendí el televisor y sintonicé el canal de deportes, un partido de liga se estaba desarrollando, así que le subí el volumen y me recosté en la cama, no estaba poniendo mucha atención al juego pues mi mente estaba en la sala, con Carla, cogí mi móvil y revisé mi correo, había cientos de mensajes en mi bandeja de entrada.

Decidí que era mejor ocupar mi mente en algo productivo, así que decidí ponerme al día, empecé a leer uno a uno los mensajes y a borrar todos aquellos que no servían de nada, especialmente esos molestos correos donde te notifican de algún descuento o intentan venderte cualquier porquería, después de varios minutos la puerta se abrió lentamente y el rostro nervioso de Carla apareció.

"¿Puedo pasar?" preguntó nerviosamente, asentí, así que avanzó, pero mantuvo su distancia, "perdón por la demora... estoy lista para ir de compras si tú lo estas" dijo con su suave voz, por un momento me convenció de su inocencia, pero luego regresó a mi mente su efusivo saludo al teléfono y la ira regresó.

"¿Puedo saber quién coño es tu amor?" pregunté sin filtro, estaba tan molesto y no tenía ni idea de por qué, ella tenía todo el derecho de tener la vida que ella quisiera, no tenía que darme explicaciones de nada ni de nadie, yo no tenía ningún derecho de meterme en su vida y mucho menos de molestarme, pero lo estaba, estaba jodidamente enfadado.

Carla

Después de calmar a una fiera al teléfono debía calmar a otra en persona, Samuel estaba molesto y no sabía por qué', no había hecho nada malo, pero debía ser condescendiente, no quería que me despidiera, había caminado hasta su habitación para preguntarle si iríamos de compras tal y como lo habíamos planeado minutos atrás, pero me había salido con un reclamo molesto sobre quién era "mi amor".

¡Joder con los hombres!, ¿quién diablos los entiende?, primero que soy una transacción y que no quiere crear vínculos y ahora resulta que el tío este quiere saber todo de mi vida, respira Carla, respira, me dije a mí misma, él solo me veía con el ceño fruncido esperando mi respuesta, me acerqué y me senté a su lado en la cama, saqué mi móvil y busqué la última llamada para mostrarle la pantalla.

"Ander... es mi hermano" dije y en ese momento Samuel dejó salir un enorme suspiro, cerró los ojos y llevó dos de sus dedos al puente de su perfecta nariz, "lo siento Carla, no quise entrometerme" se disculpó, seguí en silencio, algo me decía que tal vez nunca escucharía otra disculpa del gran Samuel García, así que debía disfrutarlo, pero lo que siguió me descolocó y volvió a enredar mi cabeza.

Colocó su mano sobre mi muslo y dijo "es solo que no quiero errores... y si contestas una llamada así como esa frente a mi familia, todo se iría a la mierda" así que de eso se trataba, eso era todo lo que le preocupaba, que yo metiera la pata frente a su familia, aunque su mano en mi pierna no se había movido, y eso era lo que me confundía, su agarre era suave pero posesivo, estaba segura de que era más que miedo a que metiera la pata, podía jurar que Samuel estaba celoso.

Dama de compañíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora