Carla
La historia de Marina y Samuel no era tan dramática como lo esperé, aunque el hecho de seducir a los hermanos no la dejaba muy bien parada, pero para ser honesta se veía feliz con Nano y él también se veía feliz con ella, parecían una de esas parejas con atracción natural, no tenían que esforzarse mucho para que las personas pudieran descubrir lo enamorados que estaban el uno del otro.
Samuel parecía de mejor humor luego de haber comido, había ingerido tanto alcohol que lo mejor era llenar su estómago, "abre la boca" dije metiendo una galleta con chispas de chocolate, casi todo en los platos lo había escogido yo, pues él seguía con su mirada fija en su hermano y su cuñada, había estado metiendo comida en su boca en los últimos minutos, él solamente abría la boca y comía lo que fuera que yo metía en ella.
"¿Eres alérgico a algo?" pregunté, no quería provocar un accidente, los distintos canapés contenían diferentes ingrediente, por primera vez él me dirigió la mirada y empezó a reír, "no Carla, no soy alérgico a nada... pero no me gusta el chocolate" dijo señalando con la mirada las galletas que aún quedaban en el plato, "lo siento" dije pues ya había metido un par de ellas en su boca y él se las había comido sin replicar, "está bien, es agradable tener un aliado" dijo, algo en la forma en la que pronunció esas palabras hizo que se formara un nudo en mi estómago.
"Me pagas por eso ¿lo recuerdas?" respondí, él hizo una cara de disgusto y bebió de su café, la tensión volvió de inmediato, pero una voz divertida nos interrumpió "son adorables" dijo, era rubio, de tez blanca, alto y pecoso, tenía una sonrisa inmensa, "hola Samu" dijo sentándose a su lado y golpeando la espalda de Samuel de forma afectuosa, "hola Guzmán" respondió sin darle mucha importancia, "¿y tú eres?" preguntó.
Iba a responder a su saludo, pero inmediatamente Samuel retiró la mano que él había extendido para presentarse "ella es Carla... mi novia, así que mantente alejado" dijo, el rubio estalló en carcajadas y yo me sonrojé de inmediato, estaba segura de que todos podían ver lo rojo de mis mejillas en ese momento, "es un verdadero placer Carla... cualquiera que haga que mi amigo coma chocolate, tiene mi respeto" dijo retirando su mano y bebiendo de la copa que sostenía.
Samuel
Era ya la cuarta galleta con chispas de chocolate que Carla introducía en mi boca, estaba tan cabreado con todo que ni siquiera me importaba, odiaba el chocolate, siempre lo había hecho, mamá siempre intentaba comprarnos a Nano y a mí con un chocolate, lo aborrecí desde entonces, me sabía a traición, pero Carla no sabía eso y solo intentaba ayudar, necesitaba bajar mis niveles de alcohol si quería salir ileso de esta reunión, aún debía saludar a mi padre.
"¿Eres alérgico a algo?" preguntó consternada, sus hermosos ojos de muñeca se agrandaron como si fuera posible, no pude evitar reír ante su pregunta, "no Carla, no soy alérgico a nada... pero no me gusta el chocolate" confesé, se sonrojó de inmediato, estaba apenada por haberme dado esas galletas, era increíble cómo una prostituta pudiera sonrojarse con algo como eso, estaba convencido de que era la única capaz de hacerlo y eso me llenaba de ternura y confusión, me gustaba esta Carla inocente.
Ella se disculpó de inmediato y yo le dije que era agradable tener un aliado, lastimosamente mis palabras no salieron de la forma en que se suponía que debían salir, lo que intentaba decir era que era agradable tener a alguien de mi lado, alguien que se preocupara por mí, pero ella solo respondió que para eso le pagaba, algo dentro de mí se contrajo, por muy cierto y real que eso fuera, me molestaba mucho que ella sacara a colación el contrato que teníamos, era agradable cuando solo éramos Carla y Samuel.
El momento incómodo se quebró con la aparición de Guzmán, éramos amigos desde la infancia, su padre es dueño de una de las constructoras más grandes de España, gracias a él yo había conseguido algunos contratos en Barcelona, de cierto modo Ventura me había inspirado más que mi padre, me había convertido en arquitecto no solo porque era mi pasión, sino también porque admiraba el imperio construido por los Nunier, era algo que quería para mí, y que había logrado en Barcelona.
En cuanto mi amigo, era un idiota con suerte, mujeriego y despilfarrador, había invertido en un equipo de fútbol y no se preocupaba por nada, solamente recibía los dividendos y vivía la vida, pero era un buen tipo, el mejor, y aparte de Carla, mi único aliado en Madrid. "Ella es Carla... mi novia, así que mantente alejado" dije cuando intentó acercarse a ella, inmediatamente me acomodé de tal forma que bloqueaba a Guzmán, no lo quería cerca de ella, no quería a nadie cerca de ella, no sé en qué momento me había vuelto tan posesivo.
"Creo que les daré un poco de tiempo para que se pongan al corriente... iré al baño" dijo Carla, depositó un suave beso en mi mejilla y se retiró, "¿ahora te gusta el chocolate?" preguntó el idiota de mi amigo, solamente bufé y le di una mordida a la maldita galleta, "te tiene de los cojones ¿cierto?" dijo, "deja de ser un idiota Guzmán" respondí, lo menos que necesitaba en este momento era a mi tonto amigo haciendo conjeturas de algo que no entendía.
"¿Por qué presiento que hay algo que no me has dicho Samu?" cuestionó, era la persona que más me conocía, era mi mejor amigo, confiaba en él, así que le conté todo, traté de ser lo más rápido posible pues no quería que Carla se sintiera avergonzada, "ni en mil años lo hubiese creído" dijo tomando de los canapés de mi plato, en verdad era algo increíble, yo, Samuel García Domínguez contratando una prostituta para hacerle frente a la boda de mi hermano ya mi familia, era patético.
Pero la verdad es que no me arrepentía, era riesgoso sí, pero Carla valía la pena, me gustaba su compañía y se había comportado a la altura en todo momento, tal vez estos días se pasarían rápido y todos podríamos volver a nuestra vida de antes sin un rasguño, o tal vez, solo me decía eso para consolarme, porque con Carla era imposible salir ileso.
"Así que solo se trata de sexo" afirmó Guzmán, era en lo único que este gilipollas podía pensar, "no Guzmán, ella y yo no tenemos sexo... solo es mi acompañante" respondí, "¿eres idiota o qué?" preguntó golpeándome en la cabeza, "es preciosa" dijo, estaba consciente de eso, Carla era preciosa y claro que quería follarla, pero eso solo complicaría las cosas, cuando iba a decirle lo imbécil que era, Carla apareció frente a nosotros así que ambos guardamos silencio.
"En verdad es hermosa... estás desperdiciando la oportunidad" susurró en cuanto Carla rodeó la mesa para sentarse de nuevo a mi lado, "termina tu bebida Guzmán, iremos a saludar a mi padre" dije, él asintió y volvió a beber de su copa, Carla le dio un trago más a su café y yo solo los observé de forma intercalada, no quería que Guzmán la mirara por más tiempo que el necesario y tampoco quería que Carla lo viera a él.
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Dama de compañía
FanficSamuel: Un solitario millonario Carla: Una dama de compañía Una boda y muchos secretos