Capítulo 33

323 31 21
                                    

Samuel

El jardín en donde se llevaría a cabo el evento era hermoso, había flores llamativas, una larga mesa con bocadillos y bebidas, un equipo técnico que caminaba estresado de arriba abajo cargando con pesado equipo fotográfico, Carla estaba hermosa, parecía una princesa de cuentos, esperaba que este fuera un buen día, uno que eliminara todos los vestigios del día anterior, había sido un día largo y extraño y aún había cierta incomodidad entre nosotros, ella sabía que yo ocultaba algo y yo tenía las palabras atoradas en la garganta, quería hablar con alguien, para ser más específico, quería hablar con ella, quería confiar en Carla porque parecía un oasis en ese desierto de mierda que era mi vida, pero tenía miedo, tenía miedo de su rechazo, tenía miedo de herirla, de ponerla en peligro.

El maquillaje era bueno, Cayetana había hecho un gran trabajo, digno de la reputación que la precedía, pero mi madre era una mujer observadora, demasiado para el bien de cualquiera, podía engañar a la prensa, a los fotógrafos, al mismo Dios, pero jamás podría engañar a Pilar Domínguez de García.

"Buenos días madre" saludé y deposité un beso en cada una de sus mejillas, era una mujer hermosa, elegante, capaz de abrir los mares con su mirada profunda, tenía la capacidad de mover al mundo con su diplomacia, con sus buenos modales, con su capacidad de hacerte creer que ella siempre tenía razón, todo era controlado por las hábiles manos de Pilar Domínguez, ella era el titiritero y nosotros las marionetas. A papá parecía no importarle, Nano estaba totalmente hipnotizado con esa vida perfecta que mamá pintaba frente a él, pero yo... yo había tenido que abrir los ojos de la manera más cruel, había tenido que dejar el mundo de fantasía y había descendido al averno.

"Buenos días señora Pilar" saludó con su melodiosa voz, la presencia de Carla solo había desviado por un momento la mirada inquisidora de mi madre quien se vio obligada a detener su reproche por mi nariz reventada solo para saludar a mi acompañante, el protocolo y los modales eran más importantes que cualquier otra cosa, además, la prensa estaba rondando y un escándalo no estaba en el itinerario de ese día, todo debía ser perfecto, como la relación de mi hermano y Marina. La perfecta Marina, de buen nombre, de buenos modales, con un título universitario que jamás utilizaría pero que acrecentaba su figura, Marina Nunnier era digna de portar el apellido y Nano había hecho un gran trabajo en añadirla a la familia, a diferencia de mí que solo traía vergüenza a mi linaje.

Era mi primer año en la universidad, odiaba las finanzas, pero papá había insistido, había dicho que era una buena adición para la compañía, Nano seguiría con el legado de los abogados y yo podía acrecentar nuestra riqueza y diversificar nuestros negocios, mamá lo apoyaba, Nano no emitía ninguna opinión, así que estaba solo y no tenía otra opción más que acatar sus demandas. Era un bonito campus, eso no estaba en discusión, también había muchas mujeres hermosas, vanas, pero hermosas, tal vez no había sido tan mala idea después de todo, al menos conseguiría unos buenos revolcones.

Caminé hasta las oficinas de orientación, había realizado mi asignación a último momento y tenía una entrevista con el decano, parte del protocolo de inscripción, en realidad no necesitaba el permiso de nadie, tenía el apellido correcto y una fortuna que la respaldaba. "Buenos días, ¿puedo ayudarte en algo?" preguntó, era bonita, joven y con acento de medio oriente, no era extraño, en España había muchos musulmanes, usaba un colorido hiyab que contrastaba con su piel morena y sus ojos oscuros, sonreí, pero ella siguió esperando mi respuesta sin inmutarse.

"Busco al decano, tengo una cita... soy Samuel García Domínguez" respondí petulante haciendo énfasis en mis apellidos, ella siguió impasible, eso me sorprendió, por lo general, las mujeres reaccionaban de forma diferente cuando escuchaban mi apellido, era un abre-piernas infalible, al menos hasta ese momento, buscó mi nombre en lo que parecía una agenda de papel, ¿quién usaba agendas de papel hoy en día?, "llegas tarde... consultaré si aún puede recibirte", dijo para luego ponerse de pie y abandonarme en el recibidor.

Dama de compañíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora