Carla
Los vestidos llegaban uno tras otro, me los colocaba esperando los comentarios de Cayetana y luego los retiraba para probarme otros, a algunos les hacía pequeñas modificaciones o ajustes, sus alfileres me habían pinchado ya las costillas un par de veces, "quieta niña, ¡joder!, ¿cuántas veces tengo que decírtelo?" dijo con dificultad una vez más, pue su boca estaba llena de esos infames alfileres.
"Lo siento Cayetana" me disculpe nuevamente, Samuel no había hablado en toda la tarde, lo había visto a través del espejo y de reojo, estaba casi inmóvil en un enorme sofá viendo el canal deportivo, se levantaba solamente para llenar su copa y luego seguía frente al televisor, eso estaba bien por mí, no quería que él me viera en ropa interior, lo cual era totalmente absurdo, era una prostituta y él estaba pagando por mí, me había desnudado frente a varios hombres en el pasado, pero el pudor me invadía en su presencia.
"El tráfico de Madrid es un completo infierno" dijo el hombre que ingresaba por la puerta principal, desvié la mirada hacia la entrada para saber de quién se trataba, no es que fuera a conocerlo, este era otro mundo completamente diferente al mío, pero su entrada había sido tan dramática que había llamado la atención de cualquiera, incluso la mía... cualquiera excepto la de Samuel quien seguía sin parpadear en el sofá.
Era joven y apuesto, demasiado apuesto, sus facciones eran finas, casi femeninas, no era mi tipo, había descubierto ese día en la mañana que tenía un tipo, y ese tipo, era Samuel, el hombre llevaba un maletín metálico de esos de película, donde suelen guardar fajos interminables de billetes, avanzó y saludó con dos besos al aire a Cayetana, luego se dirigió a mí, "¡hermosa!" dijo y caminó hacia donde se encontraba Samuel.
"Traje todo lo que me pediste, ¿puedo saber cuánto tiempo lo necesitarás?" preguntó, toda mi atención estaba en ese maletín y en la conversación que sostenían, Cayetana había ido al bar a servir un par de copas de vino, esperaba que una de ellas fuese para mí, lastimosamente la copa era para el hombre que había ingresado, "el tiempo que sea necesario Patrick" respondió Samuel con desdén, Patrick agradeció la copa que Cayetana le extendía, "necesitaré un depósito" respondió con el mismo tono en el que Samuel le había hablado anteriormente, Samuel solamente asintió y siguió ignorando al mundo y bebiendo de su copa.
"Bien... ¡que comience el show!" dijo Patrick dando un par de palmadas en el aire y caminó en mi dirección tomando la maleta con una mano y la copa de vino con la otra, Cayetana pronto lo siguió con una sonrisa en su rostro, parecían dos niños con juguete nuevo, para mi mala suerte, ese juguete con el que se entretendrían resultaba ser yo.
Samuel
Patrick hizo su dramático ingreso, también había solicitado su ayuda para la transformación que Carla necesitaría, la presión de mi familia y el evento no sería fácil de llevar, así que debía armarla para que pudiera sentirse segura y no hubieran errores, si mis padres se enteraban de que había llevado a una prostituta a la boda de Nano estaría en problemas y ni hablar de la prensa, no sólo sería un escándalo para los García Domínguez, sino que también Carla jamás podría estar en paz, la perseguirían hasta el final de los tiempos, justo como ya lo hacían conmigo.
Cuando Patrick abrió la maleta frente a Carla, su mandíbula casi cayó al piso, sonreí complacido, Patrick era el mejor cuando se trataba de joyería, también le había enviado el itinerario de eventos de la boda y le había pedido que contactara a Cayetana para que la joyería combinara con los atuendos que Carla usaría. La renta de joyería era muy común en el medio, además de ser una práctica muy lucrativa para los joyeros, y este era todo un arsenal.
Por primera vez Carla pareció sentirse cómoda con todo esto y sonrió al probarse un brazalete de oro con el diseño de una serpiente, lo miraba con brillo en sus hermosos ojos esmeralda y parecía relajada, no como cuando Cayetana probaba vestidos en ella, después de un par de horas de espera, todo estaba listo, firmé dos cheques en blanco y los dejé sobre el bar, Omar ya había subido y tomado las maletas para al fin poder regresar a casa, estaba agotado por la espera y también un poco pasado de copas, tomé a Carla de la mano y avanzamos hasta el elevador para luego ingresar al auto y emprender el camino de vuelta.
Carla
Los vestidos eran hermosos y ni hablar de los zapatos y la fina joyería que Patrick había llevado para complementar los atuendos, ni siquiera tenía idea de que podías alquilar joyería, mi joyería consistía en bisutería llamativa y barata, imitaciones y baños de oro, aunque sí tenía algo invaluable, una fina cadena de oro que mi madre me había regalado antes de morir, de ella colgaba su anillo de compromiso, era algo que guardaba con amor y recelo.
Pensé en el collar y el anillo un momento y sonreí tristemente, moriría si algún día llegara a perderlo, pero descartando todo el valor sentimental que esa nimiedad podía tener, nada se comparaba con todo lo que estaba en esa maleta, un hermoso brazalete con forma de serpiente me había cautivado, era lo más elegante que había visto y por primera vez me sentí bien en ese lugar, Patrick era agradable y parecía haber relajado a la neurótica Cayetana quien ahora reía y hacía bromas, también había dejado de pincharme con sus alfileres.
Un par de horas después todo estaba empacado, Samuel había llamado a Omar y había firmado los cheques para pagar la ropa y el alquiler de la joyería, la verdad era que sentía un poco de curiosidad por saber la suma de esos cheques, la joyería no me la quedaría, pero según Samuel, la ropa era mi bono, estaba segura de que con el valor de toda esa ropa tendría para vivir un año sin problemas y de lo que había pagado por la joyería de seguro viviría otros cinco, pero a él pareció no importarle, Omar tomó las maletas y Samuel me tomó a mí, nos despedimos de Cayetana y Patrick y empezamos el trayecto de vuelta a su piso.
Samuel
"¿Cuál será mi habitación?" preguntó Carla luego de que llegáramos al apartamento, había destinado una de las habitaciones para ella, pero ahora no estaba seguro de si la quería en esa habitación, el alcohol en mi sistema empezaba a jugarme sucio, "querrás decir nuestra habitación" corregí, sus ojos se abrieron y tragó grueso, seguía tan confundido con todo lo sucedido y el brandy no ayudaba en nada, ¿por qué una prostituta se sonrojaría por dormir junto al hombre que la ha contratado?, me pregunté, no tenía ningún sentido, todo con Carla carecía de sentido y lógica, ella asintió y me siguió a la habitación.
Con dificultad me quité la ropa y me coloque un pants sencillo, cepillé mis dientes y me recosté sobre la cama, cerré los ojos de inmediato, pero podía sentir la mirada de Carla sobre mí, no había movido ni un solo pelo desde que habíamos entrado, "hay un cepillo de repuesto en el gabinete" le dije, ella agradeció con un tembloroso "gracias" y avanzó hasta el baño en donde se encerró por varios minutos, salió al poco tiempo utilizando esa sexy lencería negra con la que había posado para Cayetana, su rubio cabello caía por sus hombros y espalda, la seguí con la mirada hasta que se subió a la cama y se acostó junto a mí.
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Dama de compañía
FanfictionSamuel: Un solitario millonario Carla: Una dama de compañía Una boda y muchos secretos