CAPÍTULO XXVI

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Katherine se encontraba picando chocolate, ajena a la conversación que mantenían sus compañeras de trabajo sobre cuál era el vampiro más buenorro del reino. Ella siempre pone mucho empeño y esfuerzo en lo que cocina y suele perder la noción de lo que pasa a su alrededor mientras lo hace.

En este caso, como los príncipes ya estaban con el segundo plato, solo quedaba preparar el postre, un delicioso suflé de chocolate que iba a disfrutar  ella también cuando la familia real culminara su velada.

En verdad era la única que estaba trabajando, y tuvo que hacerse cargo de los nueve dulces ella sola.

Pues es que Lindsay, la ama de llaves y jefa de cocinas, estaba enferma y no había nadie que supervisara que el resto de cocineras hicieran su trabajo.
Como siempre, Kath tuvo que comerse el marrón, mientras Lisa y las demás se la pasaban parloteando sin hacer nada.

Llegó el momento de sacar el plato, y ahora sí, todas estaban más que dispuestas a aportar su granito de arena, aunque no hubieran ayudado en absoluto en lo que a su elaboración respecta.

Cuando salieron con postre en mano, descubrieron que un pequeño niño de unos seis o siete años aproximadamente, ocupaba uno de los asientos que usualmente estaba vacío.

Katherine se acercó con las demás extrañada, y juntas posaron los platos frente a cada uno de los príncipes.

Cuando intentó servir a Hudson, Lisa le dió un codazo mal disimulado y un leve empujón, para así poder ser ella la que colocara el suflé frente al quinto príncipe de manera provocativa.

A lo que simplemente rodó los ojos de manera sutil, para no provocar un problema delante de un niño.

– Khalid, ¿y mi chocolate?– Preguntó el pequeño mirando a sus hermanos con ojos de cachorrito, pues ellos tenían chocolate, y él no.

Kath abrió la boca ligeramente, algo confusa, el niño había llegado al final de la cena de imprevisto, y nadie le había avisado de ello. En consecuencia, no había preparado ningún postre para él.

– Katherine, dijiste que los habías hecho todos.– Lisa le reprendió con enfado.

– Yo no sabía que...

– ¿Es que no puedes hacer nada?– Susurró de mala manera, pero los príncipes, llegaron a oírla.

– Ah... Hay-hay otro en el congelador, era para mí y por eso no lleva sangre pero...

– ¿Eres tonta? No puede comerlo si no lleva sangre. ¿No ves que es un vampiro?
Estúpida...– Murmuró entre dientes.

– ¿Cómo te llamas?– Erik interrumpió sus cuchicheos, provocándole un sonrojo notorio a kilómetros.

– Lisa, mi príncipe.

– Bien Lisa, tengo una pregunta.
Has dicho que ella no los ha hecho todos.

– Sí...

– ¿No se supone que es un trabajo en equipo? ¿Lo ha hecho todo ella?

– No, lo hemos hecho entre todas...– Susurró con nerviosismo.

– Eres una mentirosa.– Dominik entró en escena.

– ¿Perdón?

– Creo que se te olvida que soy un vampiro y que tengo dones psíquicos. Lisa.

– Pe-pero...

– ¿De qué coño vas? ¿Encima de que ella ha hecho todo el trabajo eres capaz de recriminarle algo? Ni siquiera es culpa suya, no os avisamos de que Ariel vendría.– Khalid siseó enfada, después de haberle dado su suflé al pequeño de los hermanos McClaine.

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