CAPÍTULO XXXIII

53.1K 5.4K 1.4K
                                    


Y como no, la incomodidad había vuelto a instalarse en el ambiente. A estas alturas diría que estoy acostumbrada, pero no deja de ser... molesto, que cada cinco minutos la estancia se llene de tensión por el desarrollo de un nuevo drama, o simplemente porque nadie sabe que hacer o decir.

Quise acabar con ese insufrible silencio, o más bien "casi silencio", porque lo único que se oía en la habitación eran los sollozos descontrolados de Mace, quién poco a poco se fué calmando con ayuda de unas caricias fraternales por parte de Khalid.

A mi también me habría encantado consolarla, y lo habría hecho si cierto vampiro castaño no me hubiera sujetado la cintura con más ímpetu de lo normal, provocándome latidos desenfrenados, un sonrojo abismal y e inmovilidad en todo el cuerpo.
Aunque nos hemos besado, (más de una vez), aún no me acostumbro a su gélida cercanía.

En definitiva, yo no soy la adorada persona que suele acabar con este tipo de presiones silenciosas. Principalmente, porque me pongo nerviosa y tiendo a decir cosas estúpidas y sin sentido.

– Bueno...– me aclaré la garganta, – tengo una última pregunta.

– Lo que quieras cielo.

– En realidad son dos.– Miré a Hudson disimuladamente. – ¿Qué es eso de la marca?

Por sus ahora expresiones desencajadas, deduje que, literalmente, la había cagado.

Vaya novedad.

Ya avisé de que cortar silencios incómodos no era mi fuerte.

Y no fué hasta segundos después que me di cuenta de cuan era el grado de idiotez que tengo acumulada.

– ¿Cómo te has enterado de eso?– preguntó Erik con extrañeza.

Ahora la atención estaba puesta en mí, y solo en mí, debía inventar algo rápido, evitando la mirada de Dominik a toda costa, sin levantar ninguna sospecha.

Demasiado trabajo y complejidad para mí.

Eso de «la marca», era una pequeña anotación que había visto en el apartado de almas la vez que me escapé al pueblo y acabé siendo atacada por un lobo.

La verdad, no le había prestado demasiada atención, fué de esas cosas que empiezas a leer el título, y ya te aburres, lo dejas, y tiempo después de arrepientes.

Además, precisamente ese día, que buscaba ni más ni menos que información sobre los licántropos, verlo de refilón no me causó ninguna curiosidad.

Ahora, tras esa escena, y como siempre me pasa, quedé absorta en mis pensamientos y me acordé de ella.

Y tuve la grandísima idea de preguntarles así sin ningún tipo de filtros, o de cápsula de escape en caso de que me saliera mal la jugada.

Exactamente como ahora mismo.

Tomarme este tipo de confianzas con ellos, y no pensar antes de hablar, van a acabar matándome.

– Yo... yo escuché a mis compañeras hablar sobre eso.

– Imposible, los empleados no tienen ese tipo de información.

– Es que... se lo oyeron a unos guardias. Que si la marca esto, que si la marca lo otro...

– Ajá...– murmuró Khalid poco convencida. – en ese caso, si alguien te lo dice debe ser Hudson, no nosotros.

Le miré disimuladamente otra vez y él se tensó evitando hacer contacto conmigo.

No voy a mentir diciendo que no me moría por saberlo después de haber visto la reacción desproporcionada que parecía haberles sacudido. Sin embargo, no quería incomodarle ni tampoco presionarle, no ahora que habíamos "arreglado" las cosas.

– Bueno, realmente no me importa mucho. Lo que en verdad quería saber, es... ¿qué ocurre si alguien engaña a su alma gemela?

Noté que les había tomado por sorpresa.

– Bueno, para empezar, es lo peor que le puede suceder a alguien después de la muerte de su tua cantante. Se siente un dolor agudo en el pecho, por lo que me han contado. Algunos deciden perdonar a su pareja, y otros romper el vínculo.– explicó Khalid con detenimiento.

– ¿Por eso sentí dolor cuando vi a Lisa y Hudson besarse?

– ¿Sentiste dolor?– El quinto príncipe me miró con tristeza y arrepentimiento.

– Sí. Fueron unos pinchazos horribles.

– No entiendo como es posible. No es común tal nivel de conexión cuando ni siquiera habéis tenido intimidad.

Dominik no salía de su asombro mientras yo volvía a sentir la sangre acumulándose en mis cachetes.

– ¿Acaso cuando un vampiro tiene sexo, desarrolla un lazo con la otra persona?– pregunté espantada.

– Cuando un ser de la noche tiene intimidad con su compañera de vida, las almas de ambos se unen. Es algo muy especial, sobre todo la primera vez. Obviamente se pueden crear lazos con otra persona, pero no hay ni punto de comparación.
Aun así, la mayoría no tiene relaciones hasta encontrar a su animarum.

Vaya...

– Sí, muy pocos son los que se entregan a imbéciles que no son su compañero.– Erik miró con enfado a Khalid y esta bajó la cabeza con vergüenza.

Otra cosa que me intrigaba, pero por el momento no iba hurgar en ello.

Lo que de verdad me carcomía en ese momento, era si Hudson había tenido ese tipo de... contacto, con alguien. No sé porqué, pero tenía demasiadas ganas de descubrirlo.
No era justo que él supiera que soy virgen, (por culpa de Loren, que se encargó de que la gran mayoría de los chicos de la cuidad no se me acercaran), y yo no supiera nada de su vida.

– Por ejemplo, Erik, Jackson, yo y... bueno, todos menos Khalid y Dominik lo somos. Y Eliel que la perdió con Mace. Pero no cuenta porque es su alma.– La mención del último nombre pareció apuñalar a mi amiga sin compasión.

Pero bueno, eso quería decir que todos eran vírgenes y si nada cambiaba, así seguirían hasta encontrar a su compañera. Por otro lado, estaba el mayor, y la única mujer en la familia McClaine, quiénes la habrían perdido con la persona incorrecta, a juzgar por sus caras.

Un momento, ha dicho todos menos tres. Lo que significa que...

Hudson me miró unos segundos antes de responder apartando la vista, como si por mi mirada hubiera captado al instante mis intenciones inquisitivas.

– Digamos que soy de esos que decidieron esperar a su otra mitad.

Le miré con sorpresa.

– ¡¿Eres virgen?!– Asintió.

– Así es como lo llamáis los humanos, supongo.

– Pensé que...

– Tú serías la primera y la última con la que tendría... ya sabes.

– Si te digo la verdad no me lo esperaba. Eres un pervertido.

– Yo considero que es algo importante que hay que hacer con la persona adecuada. Y nunca había conocido a esa chica especial. Hasta ahora.
Y bueno, respecto a lo de pervertido, lo admito, pero después de haber pasado ciento veintiocho años sin...

– ¿Ciento qué?– chillé incrédula.

– Hace ciento ventinueve en dos meses.– Corroboró su hermano.

Casi me desmayo.

– ¿Por qué te sorprende?, soy un vampiro

– ¡Pero me esperaba algo como treinta, cuarenta, o cincuenta años como mucho!

– Pues ya ves que no.

– Pero si tú eres de los más pequeños...

– Eso no es nada,– Jackson intervino por primera vez en la conversación, – es un vampiro muy joven todavía, todos lo somos. Dominik siendo el mayor, solo tiene doscientos diecinueve.

¿Solo?

Entonces que soy yo, ¿un bebé?

– Sí,– dijo Dominik provocando el desconcierto de todos los demás, – una bebé que piensa cosas muy raras demasiado alto.

INVICTUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora