CAPÍTULO LXXXIII

27.3K 2.7K 881
                                    

Fruncí el ceño y me removí perezosamente sobre la superficie acolchada en la que tan plácidamente estaba descansando. Tal y como suelo hacer todas las mañanas, me giré de medio lado para crujir y estirar la espalda, pero un peso muerto sobre mi pecho me impidió hacerlo.

Se me cortó la respiración cuando noté que algo; una mano, estaba agarrando firmemente mi trasero. Abrí los ojos de par en par y me sacudí repentinamente, haciendo que aquella persona alzase la cabeza algo desorientada.

Solté toda la tensión y aire retenido al descubrir que se trataba de Hudson, pues aunque la habitación estuviera a oscuras, su aroma y complexión física me ayudaron a reconocerlo. Sabiendo esto, volví a apoyar la cabeza en la almohada relajadamente, rodeé a Hud con mis brazos y enterré la nariz en el hueco de su cuello. Palpé su cabeza, la cual había vuelto a apoyarse sobre mi pecho, y deslicé los dedos entre los sedosos mechones de su cabello, haciéndole un pequeño masaje que nos deleitó a ambos por igual.

Sin embargo, este estado tan agradable duró lo que mi cerebro tardó en procesar la información.

-¿Hud? -murmuré confusa, mientras hacía el inútil intento de incorporarme.

-¿Mhm...? -balbuceó, restregando su mejilla contra mi pecho y aumentando la fuerza de su agarre.

-¿Cómo he llegado aquí...?

-Yo te traje -susurró con cansancio, restándole importancia.

-¿Eh? -Aparté su brazo para poder incorporarme, pero él reaccionó apretando más mi trasero y enrollando las piernas alrededor de las mías para que no pudiera moverme- ¿Cómo? ¿Cuando?

-Esperé a que tus amigos se durmieran y te cargué hasta aquí -respondió con suma tranquilidad.

-¡Ay no, Hud! -De haber podido, me habría llevado las manos a la cabeza-¡Le prometí a Dalton que estaría con él cuando despertase!

-¿Preferías dormir sobre una alfombra antes que conmigo?

-¡Claro que no, pero es lo que acordamos!

-Ugh..., -se dio la vuelta, haciendo que mi cuerpo quedara totalmente aplastado bajo el suyo. Prácticamente no podía ni respirar- ¿y qué? que se joda.

-No seas malo con él, tiene miedo. Solo necesita algo de tiempo para acostumbrarse. Es normal.

-Está haciendo sufrir a mi hermana, así que me importa una puta mierda lo que necesite. -Chasqueé la lengua e hice el intento de salir de ahí una vez más.

-¿Puedes quitarte? me estás aplastando.

-No.

-Hud, tengo que volver.

-No.

-Hud..., por favor.

-No. -Resoplé con fuerza y giré la cabeza hacia otro lado.

No podía verle de todas formas, pero así expresaba al mundo mi frustración.

-¡¿Qué se supone que tengo que hacer para que me dejes ir?! -Murmuré entre dientes, con sarcasmo.

-No voy a dejarte ir.

-¡De eso ya me he dado cuenta!

-Oh, venga ya..., ¿te has enfurruñado? -rio. Maldije una y mil veces esa risa, porque solo pude pensar en lo sexy que me había parecido.

-No. -Ahora fui yo la que dio esa respuesta tan seca.

Sí, me había enfurruñado. Y no porque Hudson quisiera que me quedase con él, (cosa que a mí también me apetecía), sino porque todo el mundo parecía haberse compinchado para ponerme las cosas difíciles. Quería ayudar a Dalton, pero sus sentimientos por mí solo provocaban dolor, tensión y malas miradas en el castillo. ¡Hago mi mayor esfuerzo, pero no puedo tenerlos a todos contentos! No soy capaz de encontrar la manera de contentar a unos, sin molestar a otros. ¡Y nadie pone de su parte! La pobre Khalid, únicamente.

INVICTUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora