CAPÍTULO LXXX

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AVISO: Estoy en época de exámenes y probablemente no me de tiempo a tener listo el próximo capítulo para el domingo, pero haré todo lo que pueda. :)

—Y ahora te ayudas del envase del yogur para echar la harina..., —la cual vertí en un tazón junto al resto de ingredientes, bajo la atenta mirada del vampiro— ¿ves que fácil?

—Sí..., —sonrió con un destello de emoción en sus ojos y continuó batiendo la mezcla. ¿Quién iba a pensar que algo tan trivial como hacer un simple bizcocho podría ilusionarle tanto?

—Bien, si no me falla la memoria, solo falta añadir la levadura. —Le tendí el pequeño sobre con una sonrisa— ¿quieres echarlo tú?

—¡Sí! —su animada respuesta no hizo más que provocarme una sensación cálida en el pecho. Este Hudson no se parecía en nada al que se había levantado gritando un par de horas antes.

—Después de mezclarlo todo muy bien, mételo al horno —murmuré mientras danzaba de un lado a otro en busca de un condenado exprimidor. Cuando por fin di con él, lo posé sobre la encimera y empecé a cortar unas cuantas naranjas—. Ah, —le pasé un bloque de mantequilla— y que no se te olvide engrasar el molde.

Seguí con mi tarea de cortar y exprimir naranjas, echando de vez en cuando un vistazo a Hudson y la evolución de su bizcocho. Y sí, su bizcocho, porque prácticamente lo había hecho todo él solo. No pude evitar sonreír al verlo tan concentrado, pues por mucho que pueda parecer algo insignificante, me resultó imposible no sentirme orgullosa.

Viendo que no necesitaba mi ayuda, dejé de vigilarlo y me fui a otra parte de la cocina para terminar los zumos que estuve preparando para ambos; buscando, por tanto, una bolsa de sangre en la nevera para añadirla en su vaso y así el líquido tuviera algún tipo de valor nutricional para él, por decirlo de alguna manera.

Así que, cuando finalmente metió la masa en el horno, le tendí el zumo a modo de recompensa sin esperarme para nada su reacción:

Miró ambos vasos con el ceño fruncido, probablemente analizando el porqué mi vaso contenía un líquido naranja y el suyo uno rojizo. 

—¿Por qué le has echado sangre? —preguntó con una evidente mueca de disgusto. 

—Para que te sirva de algo beberlo —dije, sin entender cuál era el problema—, ¿hay algún problema?

—No.., es solo que prefiero tomarlo sin sangre.

—¿Por qué?

—No me apetece.

—Pero entonces no te servirá para alimentarte —dije con obviedad.

—Ya tomé una bolsa antes. No quiero más.

—¡Pero cómo no vas a querer más, si ni siquiera llegaste a la media bolsa! —cuestioné incrédula. 

—De verdad, no tengo hambre. —Trató de convencerme. Fruncí los labios y negué seriamente con la cabeza; esta vez no iba a dejarme mangonear.

—No, eso sí que no. —Le empujé suavemente, obligándole a sentarse sobre la encimera. Me coloque frente a él, de manera que sus piernas quedaron a la altura de mi abdomen. Cogí una de sus manos, la cual acaricié, no para relajarle a él, sino para relajarme a mí y me preparé mentalmente para soltar todo aquello que llevaba bastante tiempo queriendo decir— Mira Hud..., escúchame. No sé que te está pasando últimamente; no sé por qué no quieres consumir sangre, no sé por qué no quieres alimentarte..., la verdad, es algo que no puedo entender, y aunque he intentado darte tiempo, esto no puede seguir así. Eres la persona más importante para mí, te quiero más que a nada. Quiero que seas feliz, que estés sano y que estés fuerte. Y como te quiero tanto, me preocupo por ti y me duele que te estés haciendo esto. Así que por favor, aunque sea mezclada con un puñetero zumo, bebe esa sangre; es lo único que te pido.

INVICTUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora