CAPÍTULO LI

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– ¿Y por qué hicieron eso? ¿Por qué el "chupasangre" como dices tú,
no le mató? Por mucho que el señor Walker tuviera sangre vampírica en su organismo no se habría...

– Ahm...– Quise explicárselo, pero me interrumpió bruscamente.
Estaba tan asombrada por el relato, que ni siquiera se dió cuenta de ello.

– Un momento... ¡Un momento! ¡¿Qué pasó después?! ¡Abel se transformó?

– Ahora te lo cuento todo, solo... Cálmate–. Reí algo enternecida por su actitud.

Al parecer, aquella leyenda local consiguió poner a la pelirroja demasiado ansiosa.

Y esa emoción casi infantil que expulsaba por cada poro de su cuerpo me recordaba demasiado a Ariel.
Sinceramente, jamás pensé que podría echar tanto de menos a un pequeñajo como él.

– Como bien has deducido, Abel despertó. Pero no como un vampiro.

– ¡¿Y en qué se transformó?!

– En un fallido.

– Ah, vale... Espera... ¿en un qué?

– ¿Enserio hemos vivido en el mismo poblado? Porque parece que has salido de un asilo de ancianos en el que solo se hablaba de hemorroides.

– Que... graciosa...– gruñó entre dientes– ¿vas a decirme que es esa cosa o no?

"Fallido"es el nombre que se les asignó en el poblado, a aquellos humanos que no fueron capaces de "superar" la transformación vampírica.
Los demonios de sangre los llaman de otra manera que desconozco. En latín, por supuesto.

– Nunca he leído acerca de nada parecido. Ni siquiera en un libro de la biblioteca de los McClaine.

– Por lo que sé, los fallidos se despiertan sin recordar nada. Creyendo que aún son humanos.

– Pero no lo son...

– No... pero tampoco son vampiros. Son algo así como... un punto medio entre ambos mundos.

– Pero eso es imposible. No puede haber "mestizos" convertidos, solo nacidos.

– Exacto. Por eso los fallidos mueren naturalmente horas después de despertar. Porque literalmente, son fallos.

– ¿Son peligrosos?

– Mucho. Esos seres, en su poco tiempo de vida, tienen momentos de rabia y momentos de lucidez.

– ¿Y qué quiere decir eso?

– Como acabo de decir, los fallidos piensan que siguen siendo humanos. Estos son sus momentos de lucidez, en los que saben lo que está bien y lo que está mal y en los que recuerdan a su familia y amigos. Sin embargo, eso puede cambiar de un instante a otro, convirtiéndose en bestias que solo buscan alimentarse.

– ¿De sangre?

– No. De carne humana.

– Entonces... el señor Walker...

– Se comió a su mujer.

– Dios santo...

– Cuando su momento de lucidez volvió, se quedó petrificado sin saber que hacer.

– Bueno, por una parte, ellos le mataron primero. Y si no lo hubieran hecho, nada de eso habría pasado.

– Después le volvió la locura y finalmente, uno de sus hijos acabó con su vida con ayuda de una bala de plata.

– Que tétrico.

– Lo sé... Supongo que ahora entiendes por qué me da un poco de miedo.

– ¿Por qué el vampiro le hizo eso a Abel?

INVICTUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora