» 04. Creo que algo más

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Mathew llega exactamente media hora luego de realizada nuestra llamada, apenas abro la puerta lo veo con su mochila colgada al hombro y dos grandes bolsas de supermercado en sus manos. Me hago a un lado dejándolo pasar a lo que él me regala una gran sonrisa, una vez que está dentro de la casa me acerco a él para depositar un sonoro beso en su mejilla. Le ayudo con una de las bolsas que trae y le hago una seña con la cabeza para que me siga hasta la cocina. Dejamos las bolsas sobre el mesón una vez que estamos ahí al igual que él deja su mochila en el mismo sitio. Se deja caer en uno de taburetes y apoya las palmas de sus manos en sus mejillas. Me sonríe y yo hago lo mismo desde el otro lado del mesón.

—¿Qué has traído?—Pregunto interesada, por qué sé que dentro de esas bolsas no hay nada saludable.

—Uhm chocolate—Comienza a enumerar con una de sus manos—Algunas frituras, una coca cola, galletas, gomitas, chicles de menta y un...—Se para por un momento y abre sus ojos exageradamente—¡Mierda el helado! ¡El helado Emm colócalo dentro del congelado!

Gracias a su pequeño y repentino ataque de desesperación pego un salto en mi sitio pero inmediatamente hago lo que me dice. El helado es sagrado y meterlo un rato en el congelador solo lo dejará más delicioso de lo que ya es. Busco dentro de las dos bolsas el pote de helado hasta que doy con el, como lo imaginé es un pote de litro y medio de chocolate menta, mi favorito. Lo meto rápidamente dentro del congelador y vuelvo a sentarme en el taburete frente a mi amigo. 

Han pasado unos minutos en los que Mathew y yo nos ponemos a conversar de diversas cosas. Eso es lo mejor de todo, que con este pequeño idiota jamás faltan temas de conversación. Matt se levanta de su asiento y busca en las alacenas dos vasos grandes de vidrio y tres grandes pocillos de colores que mamá ocupa para las ensaladas. Vuelve a dónde estamos y sirve coca cola para ambos, él comienza a servir las galletas y las frituras en los pocillos en lo que yo me levanto para buscar hielos para la coca. Estamos terminando de poner todo dentro de una bandeja cuando escuchamos los pasos de mis hermanos en las escaleras. Los chicos sonríen y saludan a Mathew con ese típico y extraño saludo de hombres.

—¿Cuidarás de la pequeña Emmy, Mathew?—Le pregunta Jake mientras se coloca su pollerón. Matt asiente apoyándose en el mismo tiempo en la encimera. Mi hermano sonríe—Genial solo serán un par de horas en lo que Finn y yo terminamos algunas cosas.

—No hables de mí como si fuera una nena o como si no estuviera aquí, Jake —Le digo mientras me llevo una fritura a la boca—Tengo casi 18 años y sé cuidarme perfectamente sola. Si Mathew está aquí es porque simplemente no quiero quedarme sola y aburrida.

—Vale no te enojes peque—Finn se acerca y me da un beso en la frente tan sonoro como solo él sabe hacerlo— Pórtense bien los dos. Y ya sabes nuestra conversación nena.

Asiento mientras sonrío recordando nuestro tema del faje con ropa.

—Lo sé nene, todo estará bajo control—Los miro, a ambos—Se cuidan pedazos de idiotas. Quiero seguir teniendo hermanos mayores aunque sean un dolor de culo.

—Te queremos Emm—Ambos besan mi mejilla y luego le dan la mano a mi amigo—Adiós Mathew.

Los gemelos se despiden de nosotros una vez más antes de desaparecer de nuestra vista. Me quedo ahí mirando hacia el mismo sitio por donde se han ido antes de que Mathew tire de mí sacándome de mi trance. Me da una sonrisa y señala la bandeja llena de porquerías.

—¿Subimos?—Me pregunta Mathew cogiendo la bandeja. Asiento y yo me encargo de coger su mochila colgándomela en el hombro mientras subo las escaleras.

—Traje películas—La voz de Mathew se escucha por tras de mí y yo le hecho una mirada por sobre el hombro teniendo cuidado de no caerme al hacerlo.

Esquizofrenia » z.mDonde viven las historias. Descúbrelo ahora