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» 15.Tengo que poder hacer esto

Zayn PDV

¿Qué era exactamente lo que me había pasado? ¿Por qué mierda hice lo que hice? ¿Por qué demonios me deje llevar por esas malditas voces? Esas eran algunas de las tantas preguntas que corren por mi mente mientras camino hacía casa. El día de hoy simplemente no había comenzado bien. Las voces me despertaron temprano diciendo muchas cosas a la vez. Discutí con mamá y le dije cosas que no quería a Kathia. Y luego para cerrar el día he herido a Emily.

La cabeza me punza cada vez más fuerte mientras mi esfuerzo por ignorar lo que las voces dicen dentro de mí se hace pequeño. Estoy cansado del esfuerzo que requiere ignorarlas y lo único que quiero hacer es llegar a casa y meterme dentro de mi habitación para poder dormirme todo el resto de tarde.

Abro la puerta rápidamente y la cierro de la misma manera, no me detengo a ver si hay alguien en la sala o en la cocina solo subo directamente las escaleras y atravieso el pasillo hasta llegar a mi habitación. Una vez dentro me quito la mochila y la lanzo a algún lado del lugar antes de echarle seguro a la puerta. No quería que nadie me molestara. Cierro las cortinas evitando que la poca luz de día que queda entre a mi habitación y me lanzo a la cama poniendo una almohada sobre mi cabeza. Subo las rodillas al pecho y cierro los ojos en un vago intento de que la mierda que rodea mi cabeza desaparezca.

Pero es inútil.

Nada cesa, las voces se incrementan aún más y los recuerdos de mi breve conversación con Emily antes de empujarla al piso se reproducen una y otra vez dentro de mí cabeza; La forma en la que la empuje, en la que le grite, la forma en la que le apreté y lastime aún más la muñeca herida. Lo que le dije cuando la alcancé en la calle ¿En que estaba pensando?

La respuesta es simple. No era yo el que estaba hablando en ese momento. Eran las malditas voces.

—¡Maldita sea!—Grito frustrado cuando no puedo cerrar los ojos sin que los recuerdos de la tarde me ataquen—¡Salgan de mi cabeza!

Me siento en la cama lanzando la almohada lejos y aún con las rodillas pegadas al pecho pongo las manos en mi cabeza y cierro fuertemente los ojos. Mientras mi cuerpo convulsiona a causa de las lágrimas que salen a borbotones de mis ojos. El peso de conciencia y el arrepentimiento caen sobre mí como un balde de agua fría haciendo todo más tormentoso. Hiperventilando, me levanto de la cama y corro hacia el baño donde alcanzo a abrir la tapa del escusado antes de que el vómito salga expulsado de mí. 

Cierro los ojos totalmente asqueado mientras boto todo lo que mi estómago ha recibido en el día. Unos minutos después las arcadas cesan y mi cuerpo deja de expulsar lo que hay en mi interior. Cierro la tapa del escusado y hago correr la cadena antes de apoyar mi débil cuerpo contra la pared de baldosas del pequeño baño que hay en el segundo piso de mi casa. Los espasmos recorren mi cuerpo y sé que no cesaran hasta dentro de un buen rato más.

Me levanto aún con las piernas temblorosas y abro la canilla del agua dejando que esta comience a caer de las cañerías. Me quito la ropa lo más rápido que mis temblorosas manos me permiten y entro a la regadera sin importar que el agua no se haya calentado lo suficiente.

Lo único que quiero es borrar todo rastro de culpa.

El agua cae sobre mi tembloroso cuerpo y me permito relajarme un momento mientras dejo que todo el sudor y la suciedad se vayan de mi cuerpo.

Media hora más tarde cuando el agua verdaderamente se ha enfriado y ya me he dado una ducha como corresponde salgo del baño con una toalla amarrada a la cintura y mi ropa sucia en la mano. Entro otra vez a mi habitación dejando la ropa sobre una pila que comienza a formarse al lado de mi escritorio antes de ir hacia mi armario y tomar un bóxer limpio de mi cajón. Dejo caer la toalla y deslizo la pieza de ropa por mis piernas antes de subirla por mi cuerpo.