» 50. ¿Qué haces tú aquí?

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Zayn PDV


Aunque sabía que las cosas estaban demasiado tranquilas entre Emily y yo, tenía una sensación en el fondo de mí que me decía de alguna manera que algo saldría mal, que habría algo que nos haría caer, que nos jugaría una mala pasada. Por qué todo en mi vida es de esa manera, siempre hay un momento donde todo se viene abajo y nada vuelve a ser igual. Siempre he pensado que mientras más alto subes, mientras tus expectativas más grandes son, mientras más asciendes hacia tus logros, más fuerte es la caída. Y temía que esta vez suceda aquel momento que lo arruina todo, por qué yo estaba en la cima de mis expectativas y de mi felicidad, si caigo esta vez la caída me destrozará completamente.

Me despido de Emily con un gran beso recordándole lo mucho que le amo y pongo en marcha el auto esta vez con dirección a mi casa. La verdad es que desde que Emily y yo estamos juntos me he acercado más a mamá y a las chicas. Sé, aunque no lo digan que eso es un gran alivio para ellas y realmente no las culpo. El tener que lidiar con un loco que se aísla el noventa y cinco por ciento del tiempo no debe ser agradable, para nadie. Pero ahora, cada día parece ser uno mejor, uno más cerca del término del instituto y el comienzo de una nueva vida con nuevas experiencias y todas juntas a Emily.

La sonrisa que se asoma en mi rostro al pensar en ella no se hace esperar. Sonrío abiertamente al pensar en sus ojos, en su sonrisa, en sus besos, en sus abrazos. No hay día en el cual no agradezca el haber conocido a Emily. Aunque no hayan sido estas las mejores condiciones o las mejores actitudes. Jamás podré borrar le pasado, jamás podré eliminar el daño que le hice, jamás podré quitar de mi cabeza que soy peligroso y que jamás seré lo suficiente para ella. Durante toda mi vida me recordé a mí mismo que yo no merecía más de lo estrictamente necesario, que tenía que conformarme con lo que llegaba, que no debía luchar por cosas que yo quería. Pero esta vez, estoy dispuesto a luchar con uñas y garras por lo que quiero, anhelo y necesito y aquello es Emily. Haré lo que sea para mantenerla a salvo y aquello me incluye a mí.

Estaciono el auto a un lado de la acera frente a casa. Me tomo un momento para apagar el motor, coger mi mochila y los libros que están en el asiento del co piloto y cerrar bien el auto con alarma antes de caminar hacia la entrada. Busco las llaves que están dentro de la mochila y a penas las encuentro meto la correcta dentro de la cerradura. El aroma a lasaña me golpea directo en la nariz y mi estómago reniega. Estoy famélico. Me río antes de colgar mi mochila en la percha y dejar las llaves en el sitio correspondiente. Camino hacia la sala para dejar mis libros cuando me topo con una nada esperada visita. Inmediatamente los libros que tengo entre mis brazos caen y mi respiración se acelera. Mamá nota mi cambio y a una velocidad impresionante se acerca dónde estoy tomándome del brazo, como intentando, de alguna forma detenerme. Lo veo levantarse del sofá, lo veo sonreír y sobre todo cruzar los brazos de la misma forma que lo hacía cuando aún era pequeño y él se creía superior a todo el mundo. Mi vista no se quita de él ni siquiera cuando siento a las chicas llegar donde estamos, con una sonrisa sínica en su rostro lo escucho pronunciar;

—Hola hijo.

—¿Qué demonios estás haciendo aquí?

No me tomo la molestia de responder a su saludo. El que me haya llamado "Hijo" ha sonado tan malditamente asqueroso y doloroso al mismo tiempo.

—Creo que esa no es manera de hablarle a tu padre.

—Tú no eres mi padre—Las palabras salen rápidamente de mis labios, cada una con más desdén que la otra—Y no tienes ningún derecho a decir que somos tus hijos cuando fuiste un cobarde y te fuiste a la primera dificultad. No te lo volveré a preguntar ¿Qué estás haciendo aquí?

Esquizofrenia » z.mDonde viven las historias. Descúbrelo ahora