Capítulo 19

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La semana de exámenes se hizo presente tan pronto, fui afortunada de terminar todos y cada uno de los trabajos y tareas que los profesores habían pedido para antes de iniciar la semana de los exámenes los había entregado a tiempo; suponía que me había ido bien y esperaba que de verdad fuera así.

Nuestra semana —no tanto nuestra— se pasó rápido, no tuve imprevisto alguno con los exámenes, llegué puntual a todas las clases, aunque la mayoría de ellas, nos encontrábamos libres, los profesores se centraban en revisar los exámenes de otros grupos, por lo tanto, pasamos la mayor parte del tiempo en silencio y hablando —algunos estudiando para los exámenes de las siguientes materias— , también procuré estar a tiempo en el salón que me correspondía para el examen. Todo estaba bien.

Admitía que mi semana fue de lo más cansado, exhausta, guardé mis cosas. Hoy fue mi último examen, siendo viernes y sabiendo que justo antes del almuerzo, habían finalizado las clases. Demasiado complacientes los maestros, dejándonos libre por lo que restaba del día, merecíamos un buen descanso.

Con una felicidad enorme, salí del salón de clases con mi mochila colgada en mi hombro, y mi estómago rugiendo demasiado. Antes de siquiera poder salir del colegio, iría por algo a la cafetería a por lo menos que calmara un poco mi hambre.

Tomé un sándwich y una pequeña cajita de jugo. Feliz porque iba a comer, me senté en una de las tantas mesas vacías, sólo alguno que otro estudiante se encontraba ahí, alimentándose un poco.

Comencé comiendo, algunos de los alumnos —varios siendo compañeros de clase— que me saludaban al pasar. Muchos de ellos no llegaban a ser tan malas personas como con las que me encontraba mayormente, porque la mayoría sí eran pésimos compañeros. Muchos se burlaban una y otra vez de los errores de los demás, los insultaban por ser diferentes y entre otras cosas. Alguna veces yo también obtuve demasiados insultos por parte de ellos pero, tampoco le he tomado tanta importancia porque sé que al final de todo, son ellos los idiotas y pésimos consigo mismo. Buscan su felicidad a costa de los demás.

Comí tranquila.

Saboreé en todo momento el sándwich y a su vez, bebía de la pequeña caja de jugo que había llevado conmigo.

Sacudí y limpié mis manos cuando terminé, junté cada borona de lo que había comido para que la mesa no quedara tan sucia después de que la usé.

Tiré todo al cesto de la basura y salí de la cafetería. En el colegio aún se encontraban varios alumnos, la verdad es que alguno que otro profesor no fueron amables al haberlos dejado salir temprano este día. Me sentía mal por ellos, muchos de veían tan estresados y cansados, seguro algunos iban arrastrándose hasta su siguiente clase.

Claudia se tuvo que ir en seguida, tenía cosas que hacer con su madre está tarde y después visitar a su abuela, a las afueras de la ciudad.

Por esa misma razón me encontraba sola ahora mismo. Pero estaba feliz, porque había ingerido alimento y mi estómago ya no rugía como antes.

Caminé por los pasillos, alguno que otro solo y otros caso atestado de estudiantes, pero aún así había silencio por los pasillos.

En el último pasillo, el que me dejaba ver a simple vista la puerta principal del colegio y para poder marcharme, en mi camino se atravesó cierta figura de una chica que no creí que volviera a acercarse a mi; molesta por lo que se avecinaba, la miré de mala manera.

—Me da tanto gusto verte, cariño.

Apenas su voz llegó a mis oídos me fue imposible no sentir una enorme irritación. Era tan incómodo escuchar su voz, y lo peor de todo esto, era saber que al final de cada frase siempre mencionaba la palabra "cariño", una y otra vez, ¿No se daba cuenta de la irritación que le causaba a alguien?

La Nerd Más Hermosa; Horan1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora