Capítulo 9

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Cuando llegué a mi casa, apenas puse un pie dentro de ella, lancé la mochila al sofá, manteniendo la puerta cerrada con llave y todas las demás ventanas con las cortinas cerradas. Estaba siendo una buena tarde, al menos un poco.

Me derrumbé en el sofá grande, cerrando mis ojos. Todo aquí era pura tranquilidad, estaba aquí la paz que de verdad necesitaba; boca abajo y mirando ahora hacia la pantalla de la televisión apagada, suspire. Nuevamente, cerré mis ojos.

No sé con exactitud cuántos minutos pasaron en los que estuve de esa forma, dormitando en el sofá, con demasiada pereza y sin ganas de nada. 

Cansada, sin saber porqué, me levanté de ahí y  casi llevaba mi mochila arrastrando. Me encerré en mi habitación, la luz que dejaba el sol al estarse ocultando, entraba por mi habitación, iluminándola un poco. Dejé la mochila en el suelo y me acerqué a mi armario, tomé mi ropa más floja y me cambié en seguida.

—Mhm, que cómodo. —Dije al acostarme en mi cama.

Lo cual duró muy poco tiempo, porque mi celular sonaba en mi mochila. Tuve que levantarme por el y dejar la mochila sobre el escritorio, tenía que hacer las tareas, pero primero que nada, me recostaría otro pequeño momento más antes de comenzar con todos los deberes.

Tenía dos mensajes, de un número desconocido lo cual se me hizo extremadamente extraño. Las únicas personas que tenían mi número de celular eran mi madre y Claudia. Nadie más que ellas pero, pensando bien, quizá alguien se equivocó al enviar los mensajes, ¿No?


Desconocido:

De nada te va servir hacerte la importante, cariño.

No eres más que un estorbo, Dayan.


Leyendo bien los mensajes y sabiendo que tenían mi nombre, no era verdad. Nadie se había equivocado al enviarlos. Quién sea que los haya enviado, lo hizo con una clara intención.

Querer joderme.








Conforme las horas de clase pasaban, mi cuerpo se sentía más cansado, incluso me sentía decaída. Más de lo que podría imaginar.

Estar rodeada de alumnos que normalmente se la pasaban gritando y hablando en un volumen demasiado alto a mitad de clases, sin dejar a los demás prestar atención era algo que me mantenía sofocada. Cada día que llegaba al colegio, apenas ponía un pie dentro de este, anhelaba demasiado que el tiempo pasara rápido y el día de clases terminara pronto, no era grandioso estar mucho tiempo aquí.

Además, eso no era todo. Tenía la mirada de Niall encima de mi, cada movimiento que emitía, cuando hablaba e incluso, cuando respiraba. Era tan extraño todo, agregando el hecho también de el mensaje que recibí la tarde anterior.

Claudia, por otro lado, estaba más que feliz, se veía radiante.

—Pueden retirarse, nos vemos la siguiente clase.

El profesor fue rápido, terminó de borrar todo lo que anotó en la pizarra, guardó sus cosas y salió del aula, dejando a todos con su alboroto.

La siguiente clase la teníamos libre, la profesora no llegó por causas de fuerza mayor, al menos eso fue lo que avisó el director minutos antes de que esta última clase terminara. Podía relajarme por ahora, esperar a que todos salieran y quizá, dormir un poco antes de la siguiente clase.

—¡Dayan! 

—¿Qué?

—Uh, que genio te cargas. —Dijo burlona.

—Hay que agradecérselo a estos ineptos. —Comenté, esperando que lograran escuchar para que se dieran cuenta de que hablaba de ellos— Ni siquiera en clase pueden guardar silencio, son demasiado estresantes.

La Nerd Más Hermosa; Horan1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora