Capítulo 61

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Dayan

Para la mayoría de las personas siempre ha sido fácil demostrar sus sentimientos y me refiero a sentimientos claro, sobre todo esos que tienes hacía una persona que te gusta, que llama tu atención. Todos siempre tienen el valor de lanzarse a hacerle saber a los demás lo que sienten, son valientes y de verdad admiro a esa clase de personas.

Yo no soy nada en comparación a ellos, no soy capaz de hacer o decir algo sin evitar sentir vergüenza o pena, porque a los segundos comienzo a sentirme mal por lo que ha hecho, sin importar si ha sido la mejor de las ideas.

Es por eso, que de alguna u otra manera, termino lamentándome por todo.

Me encantaría demasiado dejar de ser de esta manera y poder siempre ser más valiente y que me termine importando poco lo que los demás lleguen a pensar de mi. Y es así como todos deberíamos de ser.

La noche anterior, por más que me hubiera gustado ser valiente, no lo logré del todo. Me faltó armarme de valor pafa ser capaz de hacerle saber todo lo que sentía por él, todo ese sentimiento que tengo guardado en mi pecho y que con el pasar de los días, cada vez que lo tengo cerca de mi, va creciendo dentro de mi.

Sé que en algún momento todo ese sentimiento ya no podrá permanecer en mi pecho por más tiempo, porque no habrá lugar suficiente, esto sigue creciendo cada vez más.

Me remuevo en la cama, estirando mi cuerpo haciendo tronar los huesos de mi espalda y los de mi cuello, logrando que me relaje un poco.

Me doy cuenta de que no estoy en la habitación que se me asignó en un principio al haber entrado en esta casa. Le resto importancia porque sé que igual, estoy en lugar conocido y con personas de confianza. Sigo estirándome por un par de segundos más hasta que mi cuerpo se termina por relajar por completo, dejando en mi una enorme satisfacción.

Estoy por ir a mi habitación cuando la puerta de esta se abre y deja a la vista a dos personas que me sonríen de manera alegre, llevan en sus manos una bandeja con comida y un pastelillo pequeño que logro localizar es de chocolate.

Sonrío, sin entender la situación del todo, pero me quedo allí, esperando a que alguno de los dos diga algo al respecto.

Me quedo sin moverme cuando ambos comienzan a cantar feliz cumpleaños, dejándome en completo estado de confusión. Di un pequeño paso hacia ellos, apenas logrando sonreír. Realmente nunca lo habia recordado, seguí escuchando el canto de ambos, dando un par de aplausos cuando la canción termina, así, dejándome aún en un poco de shock, son ellos los que se acercan a mi y me abrazan.

—Feliz cumpleaños, cariño. —Recibo su abrazo, uno fuerte y lleno de cariño.

Sus sonrisas me hacen sentirme realmente bien y feliz, además de tener ese sentimiento de importancia, porque me demuestran que de verdad soy una persona que vale la pena para alguien, que soy importante... Que ya no soy invisible para nadie más.

—Felicidades, Day. —Me sonríe, me abraza tan fuerte que ese sentimiento en mi pecho se hace más grande, crece con su cercanía.

Suspiré realmente aliviada por todo esto. Porque por ahora, ya existen otras dos personas más a las que realmente les importa. 

Nos separamos, Maura me entrega la bandeja con el desayuno y aquel pequeño pastelillo de chocolate que se me antojó desde el primer momento en que logré captarlo.

—Les agradezco muchísimo por este detalle, no se hubieran molestado, de verdad...

—No, nada de eso. Los que habitan en esta casa, siempre tendrán esta clase de pequeñas sopresas. —Niego lentamente— Así que despreocúpate y no digas nada más, que es el día de tu cumpleaños. Aprovéchalo.

La Nerd Más Hermosa; Horan1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora