Capítulo 46

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Vi como aquel hombre se alejaba de la sala, cuando el elevador estaba por cerrarse le sonreí para que de verdad tomara esto de la misma manera en la que me lo había lanzado a mi. Su rostro se desfiguró al verme sonreír.

Si de algo estaba segura, es que Peter de verdad podía llegar a ser capaz de cualquier cosa con contal de de dañarnos. Además de aquellas palabras, que más que una advertencia, fue una amenaza.

Había había quedado claro que fue él el que comenzó.

Si quería jugar de esa manera, estaba bien.

—La hora de la visita, ¿Quieres ver a tu madre?

—Por supuesto. Quiero ver como poco a poco se comienza a recuperar. —Suspiré ya más tranquila, aunque por dentro aún me sentía algo molesta.

Me aparté de ellos para poder ir y entrar a la habitación de mi madre, la miré nuevamente ahí, en ese cama y aún conectada a tantas cosas. Había alguna que otra pequeña marca por su cuerpo, raspones y aquellas pequeñas y visibles marcas de los hematomas en su piel, estos estaban desapareciendo ya casi por completo.

Sonreí por inercia.

—Mamá... —Susurré, besando su frente y tomando su mano para acariciarla, como lo hacía cada vez que entraba a verla.

Me senté cerca de la cama, arrastrándo un poco la silla que permanecía en el lugar.

—Extraño poder ver tu sonrisa, saber que estás bien... —Sonreí, no queriendo derramar ni una sola lágrima— Te extraño de verdad. Te necesito conmigo, quiero que estés despierta y me abraces, no importa si es solamente para llamarme la atención o cualquier otra cosa, después de todo es tu esencia, te necesito.

Fue rápido cuando las lágrimas comenzaron a derramarse por mis ojos, me sentía tan débil,  no sabía si era algo notable, era verdad que la necesitaba, que la quería aquí conmigo para siempre.

Son pruebas tan duras que hacen que valores mejor a las personas que te rodean.

No supe pro cuanto tiempo me quedé con ella, en algún momento me había recargado contra la cama, cerré mis ojos ante querer dejar de llorar de una vez. Me senté de nuevo antes de que una enfermera entrara, le sonreí mientras limpiaba mis lágrimas.

—Buenas tardes. Vengo a revisar que todo esté bien. —Comunicó, me quite de donde estaba para que tuviera mejor disposición con cada aparato.

—Le agradezco por los cuidados que le da a mi madre.

Reconocí a la enfermera que siempre estaba presente para hacer los chequeos de mamá.

—Es mi deber, mi trabajo. Cuido de las personas. —Habló.

Era una mujer, tampoco era tan grande, así como tampoco tan joven. Le calculaba alrededor de veinticinco años.

—No quiero ser inoportuna y tampoco una mala persona, pero su hora de visita terminó.

Lo dijo con una sonrisa y con una amabilidad que me agradó. Muchas veces me he encontrado con enfermeras que se encuentran tan molestas, tanto que aún y pueden con su vida. ¿Por qué estar en un trabajo que no les gusta?

Siempre traté de esquivara esas enfermeras, aunque han sido muchas veces las que me las he encontrado.

—Sí, está bien. —Murmuré, me acerque a mi madre, planté un beso en su frente y acaricié su mejilla— Me tengo que ir, mamá. Te visitaré mañana. 

Una última caricia en su cabello y me aparté. 

Me despedí por igual de la enfermera que salió detrás de mi, cerrando la puerta. 

La Nerd Más Hermosa; Horan1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora