Capítulo 38

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Desde antes de entrar a la habitación que tenía mi madre designada para el tiempo en que estuviera aquí, me imaginaba tantas cosas. Al entrar y verla ahí, tumbada sin hacer ni un sólo movimiento más que el de su pecho subir y bajar a causa de la respiración.

El dolor en mi pecho seguía presente, saber que estaba en cuidados intensivos. Sentía como si me hubieran dado una fuerte puñalada.

Volver a pensar en ello... Me tenía mal. Las lágrimas volvieron a brotar de mis ojos, ahora de manera constante y dejando que todas y cada una de ellas llegará hasta caer en mis piernas, mojando la tela de mis pantalones que tampoco era algo que importara.

No podía pensar en nada más que no fuera en este momento, porque ni siquiera sabía si llegaría a existir un futuro en donde mi madre siguiera a mi lado, es fácil saber que está en un coma inducido pero, ¿Qué si después de la inflamación no había respuesta por parte de ella? No era tan fácil como parecía, nada lo era y eso me preocupaba, no quería quedarme sin mi madre, la necesitaba conmigo. Siempre ha sido mi punto de apoyo.

—Siempre has sido una buena madre... —Me puse de pie para dejar un beso en su frente— Nunca lo dije y ahora estoy aquí, arrepintiéndome.

Acaricie cariñosamente su cabello, ¿Podría escucharme?

Jamás la valoré.

Entre lágrimas y sollozos, me derrumbé en la silla, mirándola ahí, como si durmiera, sabiendo que no era así.

—Por favor perdóname, mamá.




Niall.

Estos últimos tres días habían sido magníficos, en toda la extensión de la palabra. Me seguía sorprendiendo que a pesar de estar inseguro con mis sentimientos hacía ella, había tomando algo de valor para besarla y acercarme a ella de manera en la que nunca creí.

Mi sonrisa no desaparecía y los ganas de marcharme de su casa eran pocos, pero tampoco quería incomodarla por lo que hice —sabiendo que ella no se opuso a nada— pero sentía que si me quedaba cerca de ella y a solas, pensaba que podría tomarlo como una presión y era lo que menos quería.

Después de un momento de haber llegado a mi casa y de haber estado dos días en la casa de Dayan donde pude convivir un poco mejor con ella, me lancé a mi cama con la intención de dormir un momento antes de que mi madre llegara.

Desperté a causa de que mi celular empezó a timbrar, era una llamada entrante y lo sabía por el sonido que llevaba. Lo busque entre mis cosas y mi cama, lancé todo y terminé por encontrarlo en el bolsillo de mis pantalones, fue un poco tonto y despistado por ello.

Pensé en tantas cosas cuando miré "Day" en la pantalla de mi celular.

Respiré profundamente tu tomé la llamada, jamás me imaginé que algo como lo que ella me contó por celular fuese a suceder. Había estando tan seguro de que su madre estaba bien y por no responder las llamadas creí que tenía demasiado trabajo.

Me dolió escucharlo de sus labios, saber que se encontraba mal por esto y que yo, estaba lejos de ella.

No dudé demasiado en tomar mis cosas necesarias y las llaves del auto de mamá, seguramente no se molestará cuando le avise la razón por la que lo tomé.

Bajaba las escaleras cuando le envíe un rápido mensaje de texto, guarde mi celular y cerré la casa pasa ir al auto. Comencé el camino hacía el hospital que se encontraba a par de minutos. Solamente esperando que el tráfico no fuera mucho.

—¿Puede darme información sobre la señora Madison Smith? —Pregunté algo agitado y entrecortado. Había corrido del estacionamiento hasta aquí.

—¿Puede darme su nombre? —La enfermera parecía molesta.

—Niall Horan. ¿Ya puede darme la información?

—Necesito saber si es mayor de edad...

—Lo soy. —Asentí, miré su rostro y no me demoré en mostrar mi identificación— Necesito saber sobre ella, su enfado actual.

Tecleó un par de cosas en el computador, me dio una que otra mirada que para nada me gustaron. Seguro que era muy pesado trabajar en un hospital, sobretodo si eras enfermera y tenías que hacer tu deber, ver personas graves, verlas morir...

—La señora Smith está en coma inducido. Una accidente automovilístico y se encuentra en el área de cuidados intensivos. —Entrecerró sus ojos hacía el aparato— Y por ahora, hay una persona con ella.

—¿Su hija quizá? —Asintió— ¿Puedo pasar?

Ella negó.

—Solamente una persona a la vez, el área está en el piso 3 y habitación 39, pero puede esperar en la sala del mismo piso. O aquí.

—Gracias...

Guardé mi identificación, miré las escaleras y no dude en subirlas, el elevador tardaría porque acababan se subir varias personas y no lo alcancé.

Al llegar me tomé un suspiro. Me hacía falta algo de aire y un poco más de ejercicio.

Miré las dos salas en el lugar. No había más que una pareja adulta a medio dormir, unas enfermeras y yo. Tome asiento, esperando a que en cualquier momento viniera alguien a darme información o ella saliera.



Yo:

He llegado, pero sólo puede estar una sola persona en la habitación de tu madre. Así que estoy en este piso, en la sala de espera.


Envíe el mensaje. No esperaba respuesta inmediata, al menos ella sabría que ya me encontraba aquí y estaba para ayudarla y apoyarla.

Repetidas veces miraba la pantalla de mi celular, la hora estaba por pasar y ella no enviaba mensaje ni se veía por ningún lado y tampoco me permitiría irrumpir en la habitación cuando las órdenes del hospital son claras.

Aburrido, además de nervioso y preocupado por la situación, comencé a cerrar mis ojos, pensando en que así me podría relajar un poco y despejarme, quería saber que todo anduviera bien con ambas mujeres. Quería algo de respuestas.

No se cuánto fue el tiempo en el que estuve con mi cabeza recargada contra el respaldo del sofá y con mis ojos cerrados, pero cuando los abrí y miré hacía el pasillo en el que suponía que empezaba el área de cuidados intensivos, miré venir a mí castaña con el celular en su mano, mirando hacía todo lugar, seguramente en mi busca.

Parecía desorientada cuando me puse de pie, seguía sin verme y era algo que no me creía porque era fácil de divisar a cualquier persona aquí.

—Dayan...

La llamé al estar a metros de ella, me detuve cuando ella lo hizo y pude verla mejor.

Sus ojos rojos e hinchados, sus mejillas ligeramente rojas y su nariz por igual, no tardé en ver lágrimas en sus ojos.

—Niall...

Susurró tan bajo que supuse que todo este tiempo había estado llorando —era obvio por su apariencia— parecía que su garganta dolía ante la mueca que hizo al hablar.

Me acerqué a abrazarla, acortando toda esa distancia que nos separaba en un proncipio. La abrace fuerte y acaricie tanto su cabello como su espalda, dando palabras de aliento y fuerza para que no se dejará caer. Porque ahora, sabiendo su anterior situación con su salud, me preocupaba que fuese a terminar mal.

—Todo estará bien, Day. —Susurré contra tu oído— Yo estoy aquí para contigo para no dejarte caer, cariño.

Fue en ese instante en que sus lágrimas y sollozos se multiplicaron en cantidad y sus sonidos más fuertes.

Me estaba doliendo verla así.



La Nerd Más Hermosa; Horan1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora