Capítulo 16

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Sofocada por las personas que me estaban rodeando, por las miradas desaprobatorias que recibía y la manera tan cínica en la que muchas de las personas que pasaban a mi alrededor y de burlaban de mí, sólo me causaba un tremendo dolor en el pecho, algo que me parecía imposible de admitir y de deshacer. No podía hacer nada más que mirar, escuchar y callar.

Muchas veces y por mucho tiempo había sido así, de esta estúpida e insignificante manera. Me sentían tan mareada y cansada de lo mismo. Una tortura sin fin.

Mis piernas dolían, pero ningún dolor físico se asemejaba tanto al sentimental. Por supuesto que no.

—Vamos, es hora de irnos. —Tiró de mi brazo, sin hacerme daño, solamente guiándome entre todas las personas— Ignóralos. Son unos idiotas que se dejan llevar por todo. Sobre todo por personas estúpidas, como lo es Danna.

No dije nada. Seguí caminando, siendo Claudia la que cuidaba de mi para que no terminara cayendo o tropezando con alguna persona u objeto en el camino.

Al llegar al estacionamiento, nos detuvimos. Ella me detuvo.

—A ver, mírame. —Ordenó— Quiero que en este preciso momento dejes de pensar en todo. Sólo ignora lo que está sucediendo, nada de esto debe de afectarte, todo está bien. —Me sonrió— ¿Quieres que te acompañe a casa?

Negué en seguida, iría a casa sola. Claudia debía adelantarse a su casa y continuar con sus planes de salir con su chico.

—No —Susurré, esta vez mirándola— Iré a casa sola. No te preocupes por mí, estaré bien. Me haría bien descansar.

Descansar todo el fin de semana...

—Está bien. —Se abrazó a mí, no tardé en devolver el abrazo— Apenas llegues a casa me envías un mensaje, cariño. Te quiero, nos vemos el lunes. Y descansa, duerme bien que lo necesitas mucho.

Nos despedimos entre ambas. Las dos tomamos caminos diferentes. Caminé lento y sin prisa alguna, no había razón de tenerla, así como tampoco debería de haber razón alguna para estarme sintiéndome mal conmigo misma por cosas que

yo ni siquiera había provocado en algún momento. Nada de lo que estaba sucediendo ahora debía de estarme afectando pero, ¿Qué si realmente me estaba afectando? Después de todo, los problemas de los demás siempre me afectaban a mí, aunque de alguna manera no lo quisiera, así era.

Apenas había puesto un pie en casa, cuando las lágrimas comenzaron a derramarse. Una tras otra hasta casi convertirse mis ojos en cascadas. Me sentía tan débil y vulnerable, pero sobre todo, tan manejable y estúpida.

Tumbada en la cama de mi habitación, vistiendo solamente una camisa enrome y bragas, le escribí el mensaje a Claudia, diciéndole que había llegado bien a casa y que descansaría. Quizá duerma toda la tarde o quizá no. O probablemente no despierte hasta el día de mañana.

La última sería mejor que nada.

Dormiría tanto como me fuese necesario, estos días me olvidaría por completo de todas y todos. No dejaría ya que nada me afecte —trataré al menos— porque si dejo que siempre sea así, nunca podré lograr nada.

Debía entender y poner como prioridad mi felicidad.







La Nerd Más Hermosa; Horan1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora