Capítulo 44:

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VICENZO:

El apartamento está lleno de sangre. Es una escena del crimen que no me siento en la capacidad de limpiar. Tras decirme que asumiría la responsabilidad del asesinato de Delilah de la misma manera que yo asumí el asesinato de Marcelo, Arlette se levantó y se dirigió a la habitación de Valentino, con quién regresa un par de minutos después. Lo lleva en brazos con maestría ya que a pesar de Chiara, ella cuidó de Beatrice desde su nacimiento, y mi hijo se aferra a la tela de su abrigo mientras su madrastra le prepara un biberón. Arlette ríe cuando empieza a succionar la punta de este con entusiasmo y enojo, sus pequeñas manos regordetas apoderándose de la botella como si pudiera con ella.

─Chiara y él deben tener la misma edad ─murmura mientras lo mira cariñosamente.

Asiento.

─Sí.

Tras despegar los ojos de mi hijo, Arlette me dedica una mirada interrogante a la que no sé cómo responder porque a pesar de que Delilah no era nada para mí, era la madre de Valentino y no merecía morir de la manera en la que lo hizo. Contemplo su cuerpo, todavía entre mis brazos, hasta que la interacción entre mi hijo y ella llama nuevamente mi atención. Valentino se agita con algo que no es enojo, sino más bien emoción, mientras mi esposa arrastra el cuerpo sin vida de su abuelo tras la encimera con la mano que no lo mantiene sujeto a su cadera. No llora. No se queja. Casi diría que luce feliz de formar parte del encubrimiento de un asesinato o de estar junto al diablo.

Cuando hace ademán de hacer lo mismo con el de Delilah, niego.

─Yo me encargo ─murmuro─. ¿Puedes traer mi chaqueta? Está en el moisés.

Arlette asiente.

─¿Quieres que junte las cosas del bebé?

Niego mientras me levanto, tomando las manos del cadáver de su madre y arrastrándolo por el piso. Delilah era lo único que él necesitaba. Si puede sobrevivir sin ella, puede hacerlo sin todo lo demás. Tomo mi chaqueta cuando me la ofrece unos segundos después, ya de regreso en la sala. Extiendo mi mano para que me dé a Valentino también, pero Arlette niega mientras lo abraza casi con posesividad. Mientras la veo haciéndolo, no puedo evitar pensar que ya se apoderó de él y de su alma.

Que ya está planeando cada aspecto en lo referente a su vida.

Cómo usarlo como un arma en veinte años.

O puede ser solo paranoia mía.

─Déjamelo a mí. ─Sonríe─. Así practico para cuando tengamos a Chiara.

Alzo las cejas.

─¿Estás segura?

Asiente.

─¿Por qué no lo estaría?

─¿No es difícil mantenerlo bajo control?

La frente de Arlette se arruga, sin entender.

─Vicenzo, es como cualquier otro bebé. Lloraba porque su pañal estaba sucio y tenía hambre. Satisface esas necesidades y su sueño y será el niño más feliz del mundo. ─Sin entender a lo que me refiero, la expresión de desesperación en el rostro de Delilah, se da la vuelta y se dirige a la salida, dónde dos de sus hombres ya se encuentran esperando por nosotros para entrar y deshacerse de los cadáveres. Valentino mantiene la mejilla presionada contra su hombro mientras mira fijamente hacia un lado, ignorándome mientras Arlette le da golpecitos en la espalda para sacarle los gases. No me siento cómodo dándole la razón a Delilah acerca de que algo está mal con él porque eso sería absurdo y ridículo, como decir que debido a sus genes está forzado a actuar de una manera de la cual no escapará, pero se me hace difícil no hacerlo. Es un bebé maquiavélico. No entiendo por qué no le hace la vida imposible a Arlette también─. ¿Cómo se llama? ─pregunta cuando nos encontramos en el ascensor.

Vólkov © (Mafia Cavalli III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora