Epílogo 2:

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Santorini, Mar Ageo.

Diecisiete años después.

ARLETTE:

La casa que mi padre me regaló en Santorini a los dieciséis y que nunca tuve la oportunidad de visitar con él es hermosa. Está completamente hecha de concreto y pintada tanto en el exterior como el interior de blanco. Cuenta con tres pisos, pero también con construcciones aledañas para nuestros hombres y su propio muelle privado, por lo que es lo suficientemente grande para albergarnos a todos. Mientras Flavio, Penélope, Beatrice, Petruskha y Aria exploran la isla con sus escoltas a pesar de que todas las autoridades están al tanto de nuestra presencia aquí y han sido debidamente compensadas para mantener un ojo sobre nuestra familia, Vicenzo y yo nos quedamos en la playa privada de nuestra casa con los niños. Sonrío, bajando el libro que leo sobre una tumbona, viendo a mi esposo jugar con nuestros hijos en la orilla. Está usando un bañador oscuro y su cabello blanco brilla con el sol que recibe, su piel ligeramente enrojecida debido a que ya llevamos tres días aquí y no se ha apartado de la playa.

Chiara recibe cada una de las olas que impactan contra la orilla con risas, recogiendo sus pies antes de sumergirlos en el agua, su pequeño cuerpo cubierto con un bañador de una sola pieza verde, pero Valentino llora tan fuerte que Vicenzo los toma a los dos y me lo ofrece, por lo que dejo a un lado mi libro sobre maternidad, bebés y métodos de enseñanza temprana antes de tomarlo. Está mojado y furioso, por lo que también me moja a mí, pero se relaja cuando lo dejo estar sobre mi pecho y calmarse.

Miro a Vicenzo alzando en el aire a Chiara con recriminación.

─¿Podrías dejar de ser un matón con tu propio hijo?

─Mientras sigas defendiéndolo, no ─responde mientras la guinda a su cadera y me ofrece una sonrisa que me gustaría hacer desaparecer de su cara─. ¿Has visto a un capo llorar? Si no enfrenta sus miedos ahora, ¿cuándo demonios lo hará? Mi hijo no será un cobarde.

Desencajo la mandíbula, cansada de intentar hacerlo entrar en razón.

Vicenzo no abandonará sus primitivos métodos de crianza haga lo que haga, inclusive torturarlo o ignorar su erección contra cualquier parte de mí. Eso, en realidad, lo empeora. Ayer lo descubrí intentando enseñarle a nuestro hijo a clavar un cuchillo de manera adecuada. Lo que usaba para hacerlo, el blanco, todavía me tiene indignada.

─Bueno, no estoy de acuerdo ─digo antes de levantarme con Valentino en brazos y acercarme a la orilla, consciente de la mirada de la muerte sobre mí debido a toda la cantidad expuesta de piel que deja mi bikini rojo sangre con detalles dorados. 

Valentino refuerza su agarre sobre mí, sollozando, al ver que nos acercamos al mar, pero se calma cuando entro con él en el agua y las olas no ocasionan que se caiga debido a que ya aprendió cómo sentarse y Vicenzo lo dejaba en la arena mientras jugaba con Chiara, limitándose a recogerlo cada vez que se iba hacia atrás. Cuando empieza a chapotear con sus brazos contra el agua salada, feliz, alzo la vista hacia él y mi hija, quiénes se unen a nosotros mientras contemplamos la hermosa vista que ofrecen las montañas y la vegetación a nuestro alrededor. Al alcanzarnos Valentino y Chiara chapotean entre sí. Se hacen llorar cuando el agua entra a los ojos del otro, pero también ríen y se divierten a su manera inocente de bebés. 

Los amo tanto a ambos.

No me asusta aceptarlo.

Incluso cuando lo hago más que sobre mí misma, nunca he estado más segura de nada. 

─Lo haremos bien ─murmura Vicenzo a mi lado, lo que hace que alce la vista hacia él y contemple lo que sostiene con su otra mano. Mi libro sobre crianza. Ahogo un sonido de exasperación cuando lo arroja al mar─. No necesitas pasar todo el día leyendo para ser una buena madre. Ya lo eres. ─Tanto Valentino como Chiara se quejan cuando se acerca a mí y presiona sus labios contra los míos a pesar de la tensión de mi cuerpo debido a que esa era una primera edición con notas del autor y un montón de estudios comprobados que no hallaré de nuevo porque solo había uno de su clase─. No te preocupes por eso.

Vólkov © (Mafia Cavalli III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora