Agradecimientos y nota de autora:

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Sobre el final, solo les puedo decir que Arlette siempre recalcó no ser una víctima y que su hija tampoco lo sería. Tienen que entender que aunque ella desconoce lo que le sucede, hasta el momento solo sabe de las voces, las cuales estuvieron presentes en Arlette cada vez que dejaba sus pastillas o desarrollaba inmunidad a ellas, pero empezaron a cobrar fuerza en Cavalli y ya estaban fuera de control en Vólkov por Chiara (porque su miedo más grande era ser igual a su madre y su otra faceta solo surge para protegerla) y solo lo intuye, al principio de este libro estaba aterrada y creo que ustedes no entendieron ese miedo hasta ahora.

Porque Arlette no es Sveta, pero tiene cosas de ella. 

Y aunque su otra faceta le haya quitado el dedo a Chiara y se haya atormentado a sí misma para hacerla reaccionar, Sveta le quitó mucho más a Arlette. Le quitó su inocencia. Su vida. La rompió y la convirtió en sí misma y su obra se reveló en su contra. Quizás es cruel, pero la mafia no conoce de crueldad y en este mundo todos son villanos. En el primer libro, Arlette, Vicenzo lo era. En el segundo lo fueron los asesinos de Carlo, la mafia siciliana, y sus reglas y códigos. 

En el tercero fue la misma Arlette, desde el principio, y lo entenderán mejor al releer. 

Al igual que cuando lean los futuros libros de Mafia Cavalli, entenderán mucho al volver aquí porque desde el inicio he dejado trozos de información para que ustedes recojan y vean cómo toda la trama se conecta. Con respecto a los protagonistas, este no es el final de la historia de Arlette y V. Está lejos de serlo, pero si me dedico a hablarles de ellos hasta el día de su muerte temo que no me alcanzaría la vida y hay otros personajes que me encantaría que conocieran y que valen la pena verlos evolucionar. Francesco, Flavio, Penélope, Beatrice y...

Sin embargo, me gustaría darles un adelanto acerca de lo que fue su vida como pareja (no como miembros de la mafia):

Follaron.

Pelearon. 

Se odiaron.  

Se ignoraron por días. 

Se gritaron noches enteras.

Se lastimaron tanto. 

Y, dentro de su retorcida realidad, no pudieron tener una mejor vida, una llena de aventuras, retos, fallos y logros que hizo sentir un par de años como dos décadas, así que podría decir que dentro de su mortalidad se sintieron inmortales. Cuando el final por fin llegó para uno de ellos, el otro lo extrañó tanto que no tardó en seguirlo porque la vida ya no era tan emocionante sin su compañía porque nacieron para estar juntos. 

Y murieron por estarlo.

La muerte y el desastre.

El caos.

Y si con esto que te acabo de decir todavía te haces la misma pregunta del primer libro... 

No, no se amaron de la manera que quieres.

Su relación nunca trató de amor, pero todo aquél que llegó a conocer su historia se percató de que el amor era innecesario para ellos mientras se tuvieran el uno al otro. Porque el amor eventualmente se acaba, disminuye o se transforma, pero la familia y la lealtad en ambas direcciones perdura para siempre y tanto tú como yo, en el fondo, lo sabemos. 

Ellos no se amaron, se odiaron y ese odio fue lo más fuerte que alguna vez sintieron. 

Gracias por vivir ese odio conmigo.

Gracias a mi familia, amigos y a cada autor de las canciones que escuché mientras escribía estos tres libros por la inspiración. 

Gracias a ti, Arlette, por enseñarme que es válido sufrir, pero también es válido luchar y negarnos a convertirnos en lo que más odiamos: en una víctima y en nuestro agresor.

Y gracias, V, por convertirte en el hombre que siempre esperamos que fueras.

Siempre creí en ti, aunque fue difícil.


Vólkov © (Mafia Cavalli III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora