Capítulo 12:

32.3K 4.4K 2.5K
                                    

VICENZO:

Arlette, que cuando llegué a Moscú lucía como si no hubiera dormido en días, lo hace el resto de nuestro viaje a Chicago conmigo viendo hacia el techo de nuestra cabina privada, nuestra azafata inconsciente en el suelo junto a nosotros. Mi esposa quería volver a usarla, algo de lo que no soy particularmente fan ya que odio el porno lésbico, así que le golpeé la cabeza después de derribar la puerta y separarlas. Quise matarla, pero Jillian tiene dos niños pequeños que alimentar, por lo que revisé en su expediente mientras fornicaba con mi esposa. Ni siquiera yo soy tan vil, pero la mujer con la que estoy casado sí. A pesar de la manera en la que la envolvió y compró con promesas de que fuera especial para nosotros, la excéntrica pareja de mafiosos a los que atiende, estoy seguro de que esperaba que la asesinara.

Que incluso lo quería.

─Ella estará bien ─le digo cuando aterrizamos y nos levantamos, pero Arlette se detiene de camino a la salida para echarle un vistazo con las cejas alzadas, preguntándose por qué no ha despertado cuando tiene más de ocho horas así.

Como sospeché, ni siquiera se inmuta con mi respuesta.

─Tienes serios problemas de autocontrol. Lo sabes, ¿cierto?

─Contigo a mi lado no se nota demasiado.

Arlette hace una mueca, peo no me contradice porque sabe que lo que digo es cierto. Controla cada aspecto de nuestras vidas fuera del hecho del manejo de la Cosa Nostra, dónde intenta hacerme sentir que estoy al mismo nivel que ella pese a que sabemos que no es así. Nuestra forma de vestir. Nuestra comida. Nuestros horarios. Nuestra seguridad. La única razón por la que no la detengo es porque esa es la manera en la que ella expresa su apego a alguien. Protegiéndolo y sacrificándose, no con abrazos. Tuvo razón al decirme lo que dijo en el motel en Milán.

Este tiempo que pasé ocupando su puesto me lo enseñó.

No es fácil ser quién tome las decisiones.

Aunque sean las mejores para la familia, como el poner a Alik en el poder, existe la posibilidad de que todos te odien y que tengas que pagar por ello después, pero en este caso nada ha cambiado, por lo que ni siquiera me siento enojado con ella por lo que me dijo. Primero muere él a yo dejar que la toque. Al menos con Marcelo tenía la sospecha de que a Arlette le gustaba, pero la rata solo está aterrorizándola haciéndole creer que sucumbir a él es la única opción y Rondion no hizo mucho por solucionar esto al hacer trampa en su trato. Sin embargo, prefiero pelear hasta mi muerte con los rusos a que se venda a ellos. La manera de mantener seguros a los suyos de Arlette puede ser evitando que terminemos en la mierda, la razón por la que no pudo asesinar a Marcelo cuando nadie de la mafia siciliana estaba de su lado o dispuesta a dar la cara por ella, pero la mía es haciendo precisamente eso.

Matando.

Quizás el tiempo de que hagamos las cosas a mi manera, no conspirando y haciendo diplomacia, está cada vez más cerca.

*****

─Volvieron pronto ─dice Flavio cuando entramos a la mansión Cavalli al anochecer, faltando ya solo un par de días para que se termine el plazo que dio Alik─. ¿Asumo que algo salió mal?

No me detengo mientras camino hacia la cocina, pero Arlette se dirige escalera arriba ignorando a Flavio. Sé que está más molesta con él que conmigo por haberlo dejado a cargo por dos malditos días en los que nadie ni siquiera sabía que me había ido y en los que me aseguré de mil maneras de que estuviesen a salvo. Se supone que él es el racional. No siento compasión por él por eso.

Le esperan cosas peores al momento de intentar sobrepasar su inteligencia o ponerse de acuerdo con ella para algo, me temo.

No importa lo inteligente que Flavio sea, Arlette está loca.

Vólkov © (Mafia Cavalli III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora