Capítulo 6:

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ARLETTE:

A pesar de que la reunión con el nuevo jefe de la Bratva es a las seis, espero su llegada en el yate anclado al nuestro puerto desde el mediodía. Mato el tiempo leyendo los expedientes que Fósil preparó para mí de los miembros de la mafia rusa más relevantes que todavía permanecen con vida fuera y dentro de Chicago. A parte de que son un enemigo al que me dediqué a evitar en lugar de enfrentar, el verdadero problema con la Bratva es que es no es una mafia tan jerárquica como la italiana. Están los que están arriba y los que están abajo, lo cual solo es un reflejo de sus ideales sociales y políticos. Sin embargo, los que están arriba en Chicago atienden a órdenes de superiores que no se encuentran en la ciudad, por lo que al momento en el que los elimine, otros vendrán a ocupar su lugar. No se trata de eliminar a un grupo, entonces, sino de enfrentar uno tras otro hasta que uno de los bandos ceda, o ambos, y se establezcan los términos de paz o de rendición.

Ahora más que nunca puedo ver por qué mi padre no quería desperdiciar su tiempo peleando contra ellos, el por qué dejó ir un mercado tan grande y atractivo como el de suministro de armas cuando todos sabemos que Carlo Cavalli no se caracterizaba por dejar pasar ninguna oportunidad para volverse aún más rico.

El dinero no sirve de nada si no estás vivo para disfrutarlo.

Si tu familia está siendo constantemente amenazada.

Ahora bien, algo que también todos sabemos es que tanto Vicenzo como yo no dudamos al momento de mancharnos las manos de sangre. A nuestras distintas maneras somos la violencia encarnada, la cual es la razón por la que la mafia siciliana no ha sido un problema en el último año. Pero si los rusos se muestran indispuestos a continuar con la paz después de haber oído las historias sobre nosotros, eso puede significar dos cosas.

O son muy estúpidos o no tienen nada que temer.

Porque son peores.

Afirmo, inclinándome más hacia la segunda opción, pero esperando que en el caso de que exista una guerra, se trate de lo primero a pesar de que estoy segura de que, a diferencia de los italianos, no me subestimarán. Después de todo, su sangre corre por mis venas me guste o no. Mi padre nunca permitió que alguien me llamara de esa manera, pero es cierto. Soy una mestiza. Fui criada como una rusa bajo el techo de un cálido hogar de costumbres italianas. Sufrí lo peor de ambos mundos, pero solo uno de ellos ha sido mínimamente gentil conmigo al otorgarme a mi padre, a mis hermanos y a las personas que, vinculadas sanguíneamente conmigo o no, considero mis aliados cercanos.

Como Vicenzo.

─¿Estás segura de que no quieres a Vicenzo aquí? ─pregunta Luc desde el otro extremo de mi oficina, una carpeta abierta en su regazo que ya memoricé cuando pasó por mí─. Podría ser útil.

─No quiero menospreciar a tu clase, pero los mafiosos italianos casados solo son útiles para tres cosas ─respondo mientras me levanto para rellenar mi vaso con whisky añejo en el bar junto a la ventanilla que ofrece una vista submarina─. Matar, comer y rezar para que sus esposas sean obedientes. No invité a los rusos a una cena, ni espero matarlos hoy, ni estoy obedeciendo a Vicenzo ahora, ni nunca, así que no veo por qué debería estar aquí.

Luc deja caer la hoja que sostiene para verme por debajo de sus gafas de lectura, las cuales, en mi opinión, le quedan ridículas.

─Eres demasiado dura con él, Arlette.

─No recuerdo haberte pedido consejos maritales.

Se encoje de hombros.

─Pues deberías escucharlos de todos modos.

Levanto el mentón, mi mandíbula apretada.

─Nunca me he inmiscuido en tu matrimonio.

Luc, quién ahora es el responsable de la distribución de la droga entre las pandillas de la ciudad, pero ha vuelto a retomar su posición como sargento de armas y jefe de seguridad ante la situación, se levanta y se cruza de brazos con sus ojos verdes fijos en mí. A lo largo de los años nos hemos vuelto tan cercanos como ahora lo somos Hether y yo. Después de que me convirtiera en la madrina de su hijo, Vicenzo en su padrino, casi puedo decir que somos familia. 

Vólkov © (Mafia Cavalli III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora