Capítulo 5:

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VICENZO:

Al día siguiente de la muerte de Iván, o más tarde después de su funeral, me dirijo al granero de Gavin para desayunar con mi madre. Aunque en ocasiones se une a nosotros, se siente más cómoda haciéndolo aquí. Penélope a veces la acompaña, pero por lo general toma algo rápido en la cocina, como cereal, antes de irse con Flavio a San Antonio. Aún después de lo que sucedió ninguno de los dos ha sido obligado a faltar a clases, puesto que la escuela no se deshizo de Arlette tras la graduación, sino todo lo contrario. Los Cavalli compraron San Antonio o, mejor dicho, Arlette Cavalli compró San Antonio para poder meter personal infiltrado en ella que vigilara a su hermano menor. Hasta que la vi cuidando de él y Beatrice pensé que Carlo había sido sobreprotector, pero claramente la magia de esta familia reside en que sus miembros se superen los unos a los otros, lo cual la mayoría del tiempo no es necesariamente bueno.

─Mamá ─susurro contra su frente cuando entro, el aroma a algo dulce haciendo cosquillas en mi nariz─. Buenos días.

─Buenos días, príncipe ─responde mientras se quita el delantal blanco, dejando la espátula con la que le daba la vuelta a los panqueques sobre la encimera─. Toma asiento. Ya estamos a punto de empezar a comer. ─Mi frente se arruga. Al ver este gesto, Aria Ambrosetti se explica con las mejillas sonrojadas mientras tomo la taza con chocolate caliente que me tiende, algo que ni siquiera debería pensar en beber siendo un capo, pero mierda. Con una esposa como la mía necesitas cosas dulces en tu dieta para compensar─. Fósil se quedó a pasar la noche aquí.

Al momento en el que las palabras salen de su boca, me ahogo, el líquido caliente saliendo de mi boca mientras toso, manchas apareciendo en mi camiseta blanca. Justo en el momento en el que mi madre rodea la isla de mármol de la cocina de Gavin para darme golpes en la espalda, Fósil aparece desde el pasillo con la camisa arrugada. Una vez me recompongo, me pongo de pie y me dirijo a él. El ruso ni siquiera se queja cuando lo estampo contra la pared. Sean cuales sean sus intenciones con mi madre, no va a suceder. El imbécil que veía sus tetas mientras nos traía la merienda cuando me enseñaba ruso de niño, como el viejo pervertido que es, mientras Arlette estaba en sus clases de ballet para demonios, no va a aprovecharse de su soledad y sentimientos de viuda para convertirse en mi padrastro.

No.

No va a suceder.

Jamás.

Mi madre es absolutamente feliz ahora, esperando algún día tener nietos míos o de Penélope para malcriar. No necesita de ningún otro hombre que no sea yo, su hijo, para cuidarla.

¿Qué hacías aquí anoche? ─le pregunto en ruso para que Aria Ambrosetti, viuda negra de Constantino Ambrosetti, no nos entienda.

Cuidando el granero. Toda la seguridad está preparada para enfrentar un ataque, pero el granero, aunque está bien vigilado, no cuenta con el sofisticado sistema que la casa principal ─responde, su tono plano─. Ahora, ¿podrías soltarme?

Lo estampo nuevamente contra la pared, lo cual tampoco trae ninguna mueca de dolor a su rostro, antes de inclinarme sobre él para dejarle las cosas con respecto a mi madre sumamente claras.

Mantente alejado de mi madre, Fósil, o te destruiré.

¿Me estás amenazando sobre decirle a Arlette de Porfirio?

No ─respondo mientras lo suelto abruptamente─. Te lo dije, no soy un soplón, pero sí un asesino y un torturador que no flaqueará al momento de mostrar sus habilidades si ves como un pervertido, de nuevo, a mi madre. En lo que se refiere a ti, es la virgen María.

Fósil hace una mueca.

Tus acusaciones están un poco fuera de contexto, hijo.

¡No soy tu hijo! ─exclamo mientras golpeo la pared, la ira tensando los músculos de mi espalda─. Mierda ─susurro cuando escucho el grito de sorpresa de mi madre provenir de la cocina, a dónde me dirijo después de terminar con Fósil para tomar mi plato de la mesa─. Adiós, mamá, con lo de la muerte de Iván tengo muchas cosas que hacer. Más tarde pasaré otra vez por aquí. No hay nada de lo que tengas que preocuparte. Pondré más hombres custodiando el taller ─suelto mientras me dirijo a la salida, pero me detengo bajo el umbral para verla a pesar de que estoy jodidamente molesto con ella y con el vejestorio─. ¿Hay algo que necesites?

Vólkov © (Mafia Cavalli III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora