Capítulo 52:

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VICENZO:

Después de un día entero discutiéndolo me alegro cuando finalmente Arlette y Maksim llegan a un consenso. Estamos ellos, Víktor y yo sentados en cuatro de los veinte puestos de una sala de conferencias en uno de los edificios de Cavalli Enterprises, el mismo sitio en el que mi padre y el de Arlette fueron asesinados, debido a que no podíamos hacerlo con más de nuestros hombres presentes porque nunca nos pondríamos de acuerdo si escuchábamos todas sus exigencias. Cuando el mejor amigo de Flavio fija los ojos en mí hago rodar los míos con exasperación y eso libera la tensión en sus hombros. Hemos estado aquí desde las siete de la mañana y son las dos de la tarde. No he desayunado. No he merendado. Tampoco he almorzado absolutamente nada.

Ser capo es jodidamente difícil a veces.

Como cuando tienes que abstenerte de ir tras el hombre que tomó a tu hija y la rebanó porque es de la familia y sus propósitos no fueron del todo viles.

─El negocio de las armas volverá a ser completamente de ustedes. Mis socios podrán retomar los negocios con la Bratva con total normalidad. Los animaré a perder el miedo siendo la primera en pedir un cargamento grande de armas. El más grande que hayan despachado alguna vez ─repite Arlette, obteniendo asentimientos sucesivos por parte de Maksim─. Vicenzo les garantizará la presencia gratis y sin costo alguno de diez luchadores por temporada en El Laberinto. Serán los distribuidores de nuestra droga en su zona de la ciudad, más no pueden traerla. ─Nuevamente Maksim afirma─. Compensaré a quién quiera ser compensado y si la Bratva respeta su parte del trato, no la atacaré o traicionaré de ninguna manera. A partir de hoy seremos aliados a la luz pública y privada.

Maksim toma un sorbo de agua antes de decir su parte.

─A cambio la Bratva te garantiza su respeto y consideración como su socia, además de la verdad en la búsqueda de la respuesta sobre quién tomó a Chiara e intentó matarte en el accidente en el que perdiste a tu ser querido. Él deberá pagar por cada muerte innecesaria de la mafia roja ─dice, levantándose y mirando de reojo a Víktor antes de extender su mano. Mi mandíbula se endurece cuando Arlette se levanta y la aprieta de regreso, pero no intervengo por mucho que me moleste─. Y yo te ofrezco mi silencio ─añade, refiriéndose al hecho de que Víktor no responde ante ellos en su totalidad.

Lo hace ante Arlette.

─Hecho. ─Maksim se separa y se dirige a la salida tras hacer un movimiento con la cabeza a modo de despedida, consciente de que ha renunciado a Chicago por un bien mayor y que no hay nada que pueda hacer al respecto, que su papel como mediador ha terminado, pero Arlette lo detiene sujetando la puerta para que se mantenga cerrada cuando el ruso casi la alcanza─. Pero no hay verdad que buscar. Vladimir y Alik fueron los responsables del secuestro de Chiara en su totalidad y la Camorra es la organización que intentó matarme sacando provecho de nuestra guerra. Los inculpó. Uno de los míos lo descubrió. ─Mi pecho se oprime cuando me doy cuenta de lo que pretende: proteger a Fósil. A pesar de que quiero matar al viejo pervertido con mis propias manos, puedo entender por qué Arlette lo hace. Lo sigue amando como su segundo padre y me temo que así será siempre─. Uno de sus hombres fue quién halló la manera de devolver a Chiara para que Vicenzo dejara de atacarlos. También por miedo a ti. A que lo pudieras descubrir y acabar con su vida por todo lo que desencadenó con sus acciones. Intentó matarme con veneno, pero no funcionó porque mi sangre es diferente. Más... sintética, por así decirlo.

Maksim la mira fijamente.

─¿Has identificado la identidad de este hombre?

Arlette afirma.

─Y ya ha pagado por ello.

─¿Dónde está su cuerpo?

Mi esposa separa los labios para responder, pero intervengo poniéndome de pie.

Vólkov © (Mafia Cavalli III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora