Epílogo 1:

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Ya no estoy enferma, pero mi mami sí. La manera en la que me miraba a veces, como si fuera buena y me amara, desapareció hace unos meses de nuevo por completo cuando Mark Vólkov, su padre, murió. Las personas dicen que se suicidó, el estúpido de Vicenzo lo repite todo el tiempo en mi oído para atormentarme y decir que terminaré igual que mi abuelo si no le digo a papá que no quiero casarme con él, pero no sé que significa. Cuando le pregunto a Francesco, él solo aparta sus ojos azules de los míos y suspira. Está usando una camisa blanca y pantalones oscuros. Su cabello de rizos negros acaricia los laterales de su rostro.

Es un niño precioso y tan amable y cordial.

Sin saber por qué, algo me dice que eso es un problema, pero me gusta que sea así. 

─No quieres saberlo, Arlette.

Pero se equivoca.

Sí quiero saber.

─Dime ─murmuro─. Por favor.

Francesco frunce el ceño, sus manos armando el mismo rompecabezas de quinientas piezas que Vicenzo y yo hicimos y le presté, pero luego vuelve a verme. Luce como si no quisiera contarme y de todos modos lo hace porque me quiere.

─Tu abuelo murió, pero nadie lo mató. Él se disparó frente a todos. Está loco. ─Hace una mueca mientras proceso lo que acaba de decirme─. Bueno, estaba.

Trago, levantándome mientras un dolor muy fuerte se apodera de mi pecho. Nunca lo conocí bien, pero las pocas veces que mi papá me llevó con él fue bueno y me dio regalos. Solo odié el último. Esa horrible cajita de música de una bailarina rusa.

─No fue él ─respondo─. Fueron las hadas.

Pero Francesco no entiende, por lo que solo se encoge de hombros antes de regresar su atención al rompecabezas frente a él, así que me levanto y lo dejo solo con las piezas, recordando cuán difícil fue armarlo con Vicenzo, pero al final lo logramos. Ya en el pasillo dirijo mis pies a mi habitación. Es de noche y no se supone que debía estar con mi primo, pero él necesita tocarme y yo necesito información sobre lo que le enseñan porque también quiero aprender. Aunque los hombres de papá custodiando el pasillo me ven, sé que no hablarán. No es su problema y odian a mi madre por ser rusa. No entienden por qué mi padre no tiene una esposa italiana. Como Aria. Como otra mujer que no hiera a su familia.

No siento alivio hasta encontrarme en mi cama de nuevo.

Pero a pesar de no haber sido atrapada, no duermo pensando en la manera en la que debo decirle a papi que mamá debe regresar con sus doctores porque está completamente fuera de control y tarde o temprano volverá a lastimarnos.

*****

Al día siguiente me despiertan para ir a la escuela, pero no es Petruskha quién lo hace. Es mamá. Ella separa las cortinas de mi alcoba de par en par, permitiendo que el sol entre y me queme con su luz hasta que mis ojos se abren. No lo hacen lo suficientemente rápido, sin embargo, ya que se inclina sobre mí y tira de mi cabello hacia arriba para que me levante. Mi cuerpo empieza a temblar. Sollozo cuando mis pies tocan el frío piso debajo de mí y mis rodillas se doblan debido al miedo, por lo que por unos segundos quedo suspendida en el aire a través de su agarre.

El sol acaricia mi piel mientras fijo mis ojos en los suyos.

Los monstruos no solo están en la oscuridad.

─Ponte de pie ─dice y lo hago de puntillas─. Vamos a darte un baño.

Niego repetidas veces, pero de todas maneras ella me arrastra a mi baño, dónde una tina con agua caliente me espera. Separo mis labios para gritar, pero nada sale de mi boca porque no quiero que saber esto hiera a papá. Él quiere que seamos una familia. Debo ser una chica buena, una buena pequeña copia de ella, y resistir.

Vólkov © (Mafia Cavalli III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora