Capitulo 12

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Capitulo 12


H: Victoria... Victoria, espera... (Tomándola del brazo ya fuera del cine) ¿A dónde vas?
V: a mi casa por supuesto...
H: ¿Y los boletos qué? ¿Y la película que tanto querías ver?
V: que se vayan al... ¿Sabes qué? ¡No me importa!
H: ¿Qué te pasa mi amor? (Sin soltarla hasta llevarla a la pared con tal de no interrumpir el camino de los demás)
V: no me digas así...
H: Por favor... Tú no me digas que te pusiste así por verme hablar con aquellas chicas...
V: ¿Me das las llaves del coche o pido un taxi?
H: Victoria...
V: ¡Taxi! (Caminando hacia la calle) ¡Taxi!!
H: Si no quieres ver la película nos vamos entonces... Además no pienso discutir aquí en público... (Regalándole los boletos a una pareja de jóvenes que pasaba a su lado) Es un película buenísima, eh... (Casi corriendo tras Victoria que iba rumbo al estacionamiento) Victoria... ¡Por favor Victoria! Hablaba con una paciente que vivió algo parecido a Fer...
V: lo imagino, una paciente muy agradecida según vi... (Subiéndose al coche sin aceptar el gesto caballeroso que ni en medio de una discusión olvidaba)
H: Ese abrazo que viste fue felicitándome por nuestro matrimonio... (Antes de arrancar el coche)
V: pero claaaro...
H: Victoria, deben de tener la edad de tus hijas, podrían ser mis hijas, por favor...
V: Exacto, podrían ser tus hijas...
H: Entiende algo, yo no soy tu ex marido y mucho menos como él...
V: ¿Qué?
H: lo que escuchas. Yo no soy Osvaldo. Y jamás te haría lo que él te hizo...
V: ¿Me estas psicoanalizando o qué? (Muy sorprendida porque había dado en el clavo)
H: quizás... En mi trabajo tengo que hacer de psicólogo en ocasiones... ¿Y qué fue lo que viste? Un abrazo sin ninguna intención y una charla absolutamente trivial.
V: estabas muy cercano y feliz como para decir que hablabas con una paciente...
H: Si supieras como yo lo que esa muchacha sufrió me comprenderías... Tuvo un terrible accidente y quedó parapléjica... ¿Cómo no voy mostrarme alegre si la veo caminando por si sola??
V: yo sé que no eres Osvaldo, ¿O acaso crees que me hubiera enamorado de ti si tuvieran algo en común??
H: Déjame ver si entiendo bien, ¿Te enamoraste de mi porque no soy Osvaldo?
V: No... Fue muy fácil enamorarme de ti...
H: ¿Cómo va a ser fácil enamorarse de un medico dedicado a su trabajo por la muerte de su esposa y de sus hijos??
V: (Mirándolo fijamente con expresión de >>Puedes llegar a ser insoportable cuando te lo proponesH: ¿Qué? (Sin comprenderla)
V: (Manteniéndose callada y fijando la mirada al frente)
H: Esta bien, si no quieres hablarme no lo hagas, pero en la casa si tendrás que hacerlo.


MANSION RIOS BERNAL
Vestíbulo*

H: ahora si... (Entrando tras ella)
V: ¿Ahora si, qué?? ¡Estabas coqueteando con 2 muchachitas en el cine! (Ya en media escalera)
H: Claro que no Victoria... ¿Cómo puedes pensar eso?? (Subiendo tras ella)
V: ¡Te vi!
H: ya te expliqué el porqué del abrazo y las risas... ¿Qué te hace pensar que podría serte infiel? No lo fui en mi primer matrimonio, y en los años de viudo no me interesó ninguna mujer hasta que apareciste tu...


Ya en la recamara....

V: Heriberto... Tú no te das cuenta la manera en que las mujeres te miran...
H: no... La verdad es que no...
V: pues yo si... Y tu forma de ser puede darles a entender que estas interesado en ellas...
H: por supuesto que me intereso por mis pacientes...
V: hablo de otro tipo de interés... ¿Siempre relacionas todo a tu profesión??
H: en esta ocasión si porque tus celos no tienen ni pies ni cabeza... Y asumo todo esto a que no has dormido bien y tienes cansancio acumulado... (Echándole una mirada a la cama) Dime, ¿Te doy motivos para que te pongas celosa?? Cuando no estoy contigo, estoy trabajando y viceversa... Aun no has aprendido a confiar en mí...
V: claro que confío en ti...
H: no lo parece... Nunca entenderé cómo tu ex marido hizo lo que hizo... Teniéndote a ti, ¿Qué hay que buscar afuera? Nada Victoria... Yo contigo lo tengo todo... (Alcanzando a tomarle una mano y acercándola lentamente a él)

Él no estaba acercándose a ella de una manera sexual. Y Victoria comprendió el por qué. En ese momento, no era sexo lo que ellos querían, no aún, era la unión de sus almas, y de alguna manera
Heriberto había percibido que ella debía tener esto antes que su cuerpo. Y a lo mejor él también lo necesitaba de esta manera...

La acercó a él y la besó, le habló una vez mas de amor, diciéndole lo que significaba para él su amor por ella, un discurso apasionado quizás, y que pronunciado por otra persona le habría sonado ridículo, pero no sonaba así en aquella voz, la más encantadora sobre este planeta.

Ella le respondía quedamente, aceptando todo, porque ahora, después de la discusión todo era simple.

Sin más, se lanzó en toda su longitud sobre Victoria. Y antes de que supiera nada, la boca de él embistió la suya en un beso que la sorprendió.

El beso fue minucioso y le robó el aliento que le quedaba. Heriberto le sujetaba la cabeza y le aprisionaba el cuerpo con el suyo, sus labios devoraban los de ella con una fuerza contenida que sin lugar a dudas era pasión.

Sus manos lo acariciaban tocándole el pelo, los hombros, los brazos, la espalda y hasta donde podía alcanzar, presionando e instándole, trazando líneas de fuego, y luego, dándole el más profundo acceso a su cuerpo.

La mirada atenta a cada reacción de sus manos, la respiración entrecortada a sus oídos y los efectos seductores de las palabras de amor que proclamaban. La intensidad conjunta del deseo hasta que solamente les faltara la consumación.

Entonces él se impulsó, y el placer estaba en todas partes, cerebro y músculos, tendones, piel y cabello...
De repente todo fue demasiado y Heriberto se sintió abrumado, Victoria se apretó contra él, la sensación explotó a su alrededor y la llamó por su nombre, envolviéndola en sus brazos.


Mañana siguiente...

CASA DE MODAS
Oficina de Victoria

Ant: no te lo puedo creer, Victoria...
V: ahora que te lo cuento yo tampoco creo lo que hice...
Ant: hubiera querido estar ahí... (Riendo de la amiga)
V: a Heriberto no le pareció nada gracioso... Y me dio un millón de razones por las que me puse así... Hasta por falta de sueño, ¿Qué tal?
Ant: al menos ya anoche dormiste bien... Entre los brazos de tu marido... ¿O se acostaron peleados?
V: no... Fue imposible...
Ant: ¡Entonces el sueño que traes es porque el doctor no te dejó dormir! La reconciliación, eh...
V: lo que más preocupa es que Heriberto no es consciente de lo atractivo y encantador que es...
Ant: ¿Verdad que si? Si yo no estuviera con Oscar y tú no aceptabas a Heriberto, yo le entraba...

V: Antonieta...
Ant: Bueno, el sol no se puede tapar con un dedo, como dicen...
V: pero estoy segura que me ama y solo tiene ojos para mi...
Ant: eso si que no se puede dudar... Porque en tantos años de viudo debió tener alguna novia al menos... ¿No crees?
V: tan dedicado al trabajo no tenía tiempo para nada...
Ant: hasta que te conoció...
V: pues si...
Ant: ¡Qué modesta Victoria! Oye, ¿Y van esta noche a recibir el reconocimiento?
V: si, anoche lo convencí...
Ant: que bueno... ¿Y ya sabes que te pondrás?
V: está todo listo...



MANSION Ríos Bernal – 7pm

Estudio

V: Heriberto, ya estoy lista...
H: perdóname Victoria... Pero no iremos... (Haciendo a un lado el libro que fingía leer)
V: ¿Qué? ¿Por qué mi amor?
H: avísales a tus hijos que no vayan... (Terminando de quitarse la corbata y dejándola sobre el escritorio)
V: si es por la hora, todavía tienes tiempo... (Junto a él abrazándolo)
H: ya te dije que no Victoria. Y no pienso discutirlo...

V: dame 1 motivo... Y no toco más el tema...
H: Hoy no... (Poniéndose en pie y caminando por la habitación)
V: Y la semana pasada tampoco, y quizás mañana mucho menos vas a querer hablar... No pienso salir de aquí hasta que no me digas que te pasa... (Sentándose cruzada de brazos en el sillón)
H: Victoria, yo te amo... (Ya sentado junto a ella) Y cuando te llamo "mi vida" es porque eso eres... Mi vida... Mi amor... Mi todo...
V: ¿pero...? (Pasándole la mano y el brazo por la espalda)

H: Si no te hubiera conocido y estuviéramos casados, a esta hora estaría trabajando... Seguiría en el hospital o en el CRIT... Hasta que diera la hora para dormir...
V: ¿Y eso por qué...? (Recostándosele en el brazo)
H: un día como hoy, hace años... Enterramos a mi primera esposa... Y mis hijos morían en aquel accidente... (Con un nudo en la garganta que le quitaron las palabras)
V: mi amor... (Consolándolo más que con palabras con su contacto)
H: ya está superado... (Secándose las lagrimas que amenazaban por caer)
V: lo sé...
H: pero no se me hace justo con ellos... No en este día...
V: debiste decírmelo... También somos compañeros de dolor, ¿Lo recuerdas?
H: Si... (Besándole la mano que sostenía entre las suyas) Esto... Que estés aquí conmigo es más de lo que podría pedir...

V: en las buenas y en las malas... (Siendo ella la que lo abrazaba y casi lo acunaba entre sus brazos) ¿Qué quieres que hagamos?
H: lo que prefieras...
V: no, no... ¿Cómo crees? Dime tú, ¿Qué te haría sentir mejor en lo que resta de la noche?
H: ya te dije, tu sola compañía me hace sentir bien...
V: (Pensando en algo que le subiría el ánimo)
H: lo que no te dije es que te ves hermosa esta noche... (Besándola en la mejilla)
V: la verdad, ya no sé si creerte, me lo dices a diario...
H: Es que cada día lo estas, mi amor...

Compartieron un beso resbaladizo por las lágrimas que ambos habían derramado, cálido, gentil y amoroso.


Minutos después...

H: ¿Y esto? ¿Qué hacemos aquí? (Dejándose guiar por Victoria hacia el área de jardín)
V: ayúdame con esto... (Estirando una manta sobre el césped)
H: de acuerdo... (Algo sorprendido por esa actitud)
V: quítate los zapatos... (Haciendo lo mismo con los suyos)
H: ¿Y tu vestido? ¿Tus zapatos? (Observándola fascinado cuando se sentaba sobre la manta)
V: no importa... Ándale, quítate los tuyos y ven... (Extendiéndole una mano)
H: (Haciendo a un lado su calzado para sentarse junto a Victoria)

V: qué bella esta la luna esta noche, ¿No crees?
H: no me había fijado... (Dejando de mirarla a ella para admirar el cielo estrellado)
V: tampoco yo... Nunca me detuve a contemplar el firmamento, ¿Sabes?
H: (Volviendo la mirada otra vez a ella para encontrarse con los ojos más hermosos a su gusto)
V: ¿Viste la misma constelación que yo? Es "La Osa Mayor", Heriberto...
H: ¿Dónde?
V: ahí... (Señalando con un dedo) Fíjate bien...
H: (Frunciendo el ceño y volteando la cabeza a fin de encontrar la forma) Eh, mi amor... Yo no le veo forma de osa la verdad... (Riendo por el gesto de Victoria)
V: ¿Cómo no? Esa es... Y mira la que está a la izquierda... Es "Pegaso"...
H: ¿Segura?
V: ¿Sabes algo de constelaciones? Yo tengo una idea vaga, eh...
H: De pequeño, mi padre me las enseñó todas... Las que se ven con más claridad en el hemisferio norte y en el hemisferio sur... (Recostándose sobre su propio brazo) Esa es "Orión" y la podemos observar en ambos hemisferios... (Señalándola con la mano hasta que Victoria le tomó el brazo para acostarse sobre el)
V: que interesante... Yo le veía una forma de caballo... (Comenzando a reír con o sin motivos pero con ganas y mucho más importante con el hombre que amaba profundamente)

Entre la plática, la risa, besos tras otros y el helado que habían empezado a comer, se les pasaron los minutos. La noche estaba siendo completamente ajena a la que una pareja formada por un médico y una diseñadora de modas tenían normalmente.

Tan bien la estaban pasando que no les preocupaba que se hubieran saltado la cena y no recordaron avisar a los hijos de Victoria que no asistirían al acto.

Aunque pasaban las 9 de la noche, era posible que se estuvieran quedando dormidos porque oyeron la voz de una niña, muy parecida a la de la pequeña Victoria.

Vicky: ¡Abuelito!! ¡Abuelita!!
H: (Viendo a Victoria con la misma cara de sorpresa y sintiendo de pronto un abrazo que los atrapaba a ambos en un par de bracitos)
V: que sorpresa mi vida... (Automáticamente recordando a los muchachos)
Max: Sabíamos que estarían aquí... (Llegando junto con Cruz cargando bolsas de comida)
Cruz: la idea fue de Max, eh... Ninguno de nosotros quería interrumpir, pero su hijo, Señora Victoria...
H: saben que son siempre bienvenidos... (Ya puesto en pie, calzándose y ayudando a Victoria en la misma tarea)
V: ¿Pero quién les abrió?
Max: Heriberto me dio una llave... (Colocando las bolsas sobre la mesa)
V: ya sé cómo te lo ganaste... (Muy bajito para que únicamente escuchara su esposo)
H: ajam...
Max: ¿Qué pasó? Los esperamos... Todos los estábamos esperando...
V: tienen que disculparme, olvidé avisarles que no iríamos...
Max: pero tú ya estabas lista, madre... (Acercándose a saludarla y después a Heriberto)
V: un imprevisto de última hora... ¿Y mis hijas? ¿Los niños?
Max: ¡Los niños! Tenía que ir por ellos...

MD: ya no es necesario, Max... (Apareciendo con un niño de cada mano, dando pasos rápidos)
Max: ¿Ven cómo sirvieron las terapias?? Mi cielo, deja que caminen solos...
Fer: pero a mí sí que nadie me ayuda, eh... (Entrando con lo que parecía una placa conmemorativa)
Cruz: no diga eso Florecita...
H: qué bueno que estén todos aquí... Les debo una disculpa...
Max: no hombre...

MD: creo que eres tú el que tendrá que perdonarme...
H: ¿Por qué?
MD: Me hice pasar por tu hija y recogí la mención honorífica en tu nombre...
H: (Ahora sí que sin palabras)
MD: no sé si lo creyeron, pero accedieron a dármelo...
H: tienes el mismo corazón noble que tu madre... (Con el pequeño Juan Pablo en brazos, mientras que Victoria sostenía a Osvaldito)

Que si comieron en el mismo jardín, a pesar de sus elegantes atuendos, terminaron sentados sobre mantas en el césped, los niños se durmieron, María Desamparada y Max los subieron a acostar.

Al volver Victoria contaba una que otra experiencia con sus hijos, tanto con la mayor en sus primeros años, como con los otros 2 cuando eran niños, instando a que Heriberto también compartiera algunos de los momentos felices al lado de sus hijos.

Y lo consiguió, todos estuvieron muy atentos a cada palabra que salió de su boca, consiguiendo hacerlos reír con situaciones muy graciosas y con su misma risa...

Fue muy particular lo que sucedió, al parecer no se trataba de un sueño, pero ¿En qué momento se habían quedado dormidos?

Victoria estaba a su lado y al de la niña, Max y María un poco más allá recostados en otra manta y en unas sillas de la alberca descansaban Cruz y Fer.

Aquella madrugada, el Doctor Heriberto Ríos Bernal comprendió en su corazón que había cumplido la promesa que le hizo a su difunta esposa. Era completamente feliz.

No podía ser... ¿Estaba empezando a llover? ¿O qué era el goteo ese que los estaba despertando antes del alba?
Mala suerte, el sistema de riego del jardín acababa de encenderse, consiguiendo que todos se mojaran y corrieran a la casa.


Una semana más tarde...

Mansión Sandoval*

Max: ¿De verdad Fer no te dijo nada sobre esta cena inesperada?
MD: no mi amor... Simplemente que si podrían venir y que por supuesto invitáramos a mama...
Max: deben ser ellos que llegaron... (Camino a la puerta de entrada con María Desamparada)
Xx: ¡Hola! ¡Hola!
Max: ¿Padre??
MD: señor Osvaldo... (Realmente sorprendida)
Osv: ¡Hijos míos! (Dejando el equipaje para abrazarlos)
Max: esto sí que es una sorpresa, papa...
Osv: precisamente esa era mi intención...
Max: tú lo sabías, y no nos dijiste nada... (Acusando a Fer directamente que entraba con Cruz)
Osv: yo se lo pedí, hijo... Bueno, ¿Y mis nietos?
MD: ya están dormidos...
Max: esta noche los acostamos temprano, creyendo que compartiríamos un rato de adultos con Cruz y Fer...
Cruz: por eso mismo mi pequeña florecita se durmió también...
Osv: estaré algún tiempo aquí y ya tendré tiempo de pasar con mis nietos...
Fer: si papa...
Osv: ¿Y Victoria...?
Silencio algo incómodo o mucho a decir verdad.
MD: ¿mi mama? Ella está bien...
Fer: creí que vendría esta noche a cenar con nosotros... Como Heriberto viajó esta mañana...
MD: ah sí, yo hablé hace un rato con ella... Al parecer hubo cambio de planes...
Osv: ¿A qué te refieres??

El Triunfo SigueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora