Capítulo 15: Revelaciones. Momo

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Como nadie más los miró con segundas intenciones, Shoto se tranquilizó al pensar que Kaminari no había tenido la «feliz idea» de mandar lo que demonios se le hubiera ocurrido por mensajería instantánea a todo aquel que le viniera a la cabeza. Imaginaba que había preferido contarlo en viva voz para ver las reacciones de los demás, lo que le daba el respiro de haber interferido en el momento justo. Pero eso no había impedido que se sintiera inquieto hasta que no se convenció de que el tema no había trascendido.

Y no era tanto por lo que pudieran decir de él como lo era por ella. Si algún estúpido se atrevía a insinuar algo sobre Yaoyorozu, quizás sí siguiera la propuesta de Sero y perfeccionase un nuevo movimiento. La sociedad tendía a ser injusta en ese terreno. Mientras que a él casi le darían una palmada en el hombro, Yaoyorozu no correría con esa suerte.

No estaba dispuesto a pasar por eso... mucho menos cuando la situación había sido accidental y propiciada por un tercero.

Miró con cautela a Yaoyorozu, la cual atendía con su habitual concentración la explicación del profesor. En los dos descansos entre clases que habían tenido se había mostrado bastante rígida con él. Volvía a tener ese semblante serio de hacía tiempo y, aunque no había rehuido hablarle, no había sonreído ni una sola vez en toda la mañana.

Había cometido una falta grave con ella y no estaba seguro de cómo lo podrían solventar. Para empezar, no tenía claro por qué sus manos habían cobrado vida para hacer algo que hasta a él le había sorprendido. No era un santo, pero aquello se había escapado de todo pronóstico. Había dejado todo raciocinio a un lado para perder el control de sus propias acciones. Si no le hubiera detenido ella al descubrirle, no quería ni saber qué demonios habría llegado a hacer.

Y por supuesto, aquello no podría pasarle desapercibido a Yaoyorozu. Que se hubiera tomado esas libertades con ella era una grave infracción de su confianza. No sabía cómo podrían revertir a un estado anterior al suceso, del mismo modo que no sabía si volverían a la normalidad con el paso del tiempo o directamente tendrían que hacerle frente con una conversación seria.

Pero para cuando llegó el descanso de la cuarta hora, Yaoyorozu seguía tan tensa que no estaba muy convencido de que regresaran al punto de inicio dejándolo estar. Por eso, cuando terminaron las clases de la mañana decidió abordarlo.

—Yaoyorozu —la llamó en cuanto salió el profesor del aula—, ¿podrías comer conmigo hoy?

Yaoyorozu observó cómo sus compañeras salían de clase y después asintió con un movimiento rígido de la cabeza. Normalmente comía con las chicas en la cafetería, pero ella misma debía ser consciente de que tenían que arreglar esa fisura que se había originado entre ellos.

Aunque no tenía muy claro qué decirle cuando ni siquiera él estaba seguro de cómo sentirse al respecto. Era la primera vez que se le había ido la cabeza de esa manera con alguien, pero tampoco era de extrañar si se tenía en cuenta que jamás había interactuado de una forma tan cercana con una chica.

La observó de reojo mientras caminaban por el pasillo directos a la cafetería. Cogerían alguna cosa y saldrían con sus bandejas al patio para poder hablar más tranquilos y sin oídos indiscretos alrededor. Pero en todo lo que duró el trayecto, en ningún momento Yaoyorozu intentó entablar conversación con él, a pesar de ser muy dinámica en sus interacciones. Aunque intentaba mostrarse imperturbable, sabía que estaba alerta.

Sin embargo, sólo estuvo callada hasta que por fin se sentaron en un banco porque, como por arte de magia, empezó a parlotear sobre los horarios que habían fijado para los ensayos de la banda. Shoto la dejó hablar a la espera de que eso rompiera algo el hielo, pero cuando ese tema se terminó, fue directo al grano.

El resultado del examenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora