Capítulo 37: Inseguridades

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Eijiro sabía que Bakugo no mostraba un alma cándida y bondadosa a la gente de su alrededor, pero sí que sabía que tenía una forma sutil de mostrar que se preocupaba por sus compañeros. Por eso no se había esperado que le saliera con algo tan rastrero como lo que le había hecho.

Había vuelto del baño antes de que viniera el profesor, pero no había abierto la boca hasta que le vio entrar. Lo había dejado caer sabiendo que no había tiempo de poder ahondar en su información. Y así, él se quitaba el muerto de tener que hablar del tema.

Pero lo llevaba claro si pensaba que no le iba a interrogar en cuanto acabara la clase más eterna hasta la fecha. Se le hizo larguísima porque no podía pensar en otra cosa más allá de contar los minutos para el final. Al menos, hizo algo propio de la asignatura de matemáticas, aunque no se enteró de nada más. Y no es que normalmente lo hiciera, pero ese día, no podía hacer ni el intento de comprenderla.

El hecho de pensar que podría haber perdido su oportunidad de ir el baile con Ashido por retrasar el pedírselo, le dejó con un mal cuerpo toda la asignatura. Ella había entrado en clase con una sonrisa en la cara. ¿Eso implicaba que estaba feliz por que la hubieran invitado? Aunque, para empezar, ¿quién demonios lo había hecho? Nadie de la clase había entrado después de ella. Y tampoco se había fijado en que alguien más lo hiciera ni antes ni después de Bakugo. Estaba tan metido en la conversación con Kaminari que no había atendido a nada más.

¿Podría ser alguien de otra clase?, reflexionó. Porque si hubiera sido alguno de sus compañeros, habrían vuelto los dos a la vez. Sin embargo, ella había entrado sola, por lo que tendría que ser de otra clase. Pero ¿quién podría ser? Si descontaban a la clase B con la que alguna vez habían tenido alguna actividad escolar, en realidad no se trataban con los alumnos de ninguna otra. Aunque, por otro lado, no podía dejar de considerar que Ashido era una chica dinámica con un aspecto peculiar que destacaba y atraía la mirada.

Y un baile era la excusa perfecta para acercarse a una chica de la que se tuviera cierto interés para empezar a conocerla mejor. No era tan descabellado porque era consciente de la popularidad que tenía Ashido en su escuela, por lo que tampoco sería extraño que empezara a tenerla en la UA.

Cuando por fin sonó el pitido que daba por finalizadas las clases de la mañana, se apresuró a acercarse al pupitre de Bakugo para obtener respuestas.

—No sé nada más —le dijo sin siquiera preguntarle—. Sólo la vi junto con un chico hablando de ello.

—¿Y quién era?

—No tengo ni idea. No le había visto antes.

—Eso no me soluciona nada —repuso él—. Casi no sabes ni quiénes son tus compañeros de clase.

—Que no me interesen por no suponerme un reto, no quiere decir que no sepa quiénes son —adujo.

—¿Y te suena de la clase B? —continuó.

—No era del curso de héroes —respondió. Esperaba así que Kirishima dejara el interrogatorio.

—¿Y quién podría ser? No nos relacionamos mucho con otras clases —mencionó preocupado.

—No olvides el festival deportivo. Ashido quedó entre los ocho primeros. Es una buena marca para cualquier espectador del evento.

Aunque, en su opinión, eso no quería decir que fuese una de los ocho mejores del curso. Sin ir muy lejos, consideraba a Yaoyorozu la más fuerte de las chicas, pero había tenido la mala fortuna de toparse con Tokoyami y había sido eliminada en la primera ronda. Pero un espectador random no tenía por qué ser tan quisquilloso a la hora de evaluar eso y de ahí que le sirviera de tapadera para incitar a Kirishima.

El resultado del examenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora