Capítulo 47: Reprimendas

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Al menos, no parecía enfadado cuando la saludó durante el desayuno. Tampoco lo pareció en las primeras clases de la mañana. Pero sabía que Todoroki se estaba limitando a ser cordial con ella; nada que ver a lo que habían sido los días entre su hospitalización y la invitación al baile.

Momo consideró de forma seria decirle que no la acompañara si con eso volvía al punto anterior. Pero sabía que no había manera de regresar a él si no aclaraban las cosas antes. Jiro tenía razón: debía descubrir si la actitud más cercana que había tenido hacia ella era por culpabilidad o no. Porque si los días anteriores habían sido forzados por su accidente, era probable que tuvieran que romper su amistad. No podría volver a confiar en él si sobrevolara sobre ellos la incertidumbre de hacer todo por el accidente.

La sirena que indicaba el inicio de la hora del almuerzo sonó y Momo miró su brazo izquierdo. Tal y como se esperaba, en la revisión que Recovery Girl le había hecho esa mañana antes de clases le había quitado la venda y las grapas. El brazo y la herida del pecho estaban totalmente curados a excepción de las cicatrices que le habían quedado.

—¿Puedes quedarte un momento? —le preguntó Momo sin mirarle.

Todoroki —que ya se había levantado—, asintió y se apoyó contra la mesa.

—Todoroki, ¿vienes con nosotros? —le propuso Midoriya.

—Ahora voy.

Midoriya miró a Yaoyorozu y después regresó sus ojos a él. Asintió.

—Te guardamos un sitio.

Salió el último de clase junto con Iida y cerró la puerta dejándoles a ellos dos solos dentro. Todoroki suspiró.

—¿Qué querías? —inquirió sin perder tiempo.

—Sólo quería decirte que no hace falta que vengas al baile conmigo.

—¿Prefieres ir sola? —preguntó con voz neutra—. ¿O has encontrado a otro?

—No —respondió con tensión—. Pero no quiero que te veas obligado a ir —le explicó mientras se levantaba—. No hace falta que lo hagas por mí.

—¿Y por quién lo iba a hacer, si no?

—¿Por alguien por el que no te sientas tan culpable? —replicó con un deje de humor que no pasó desapercibido para ninguno por el temblor con el que lo dijo.

Todoroki frunció ligeramente el ceño y Yaoyorozu se desabrochó el puño de la camisa para arremangársela y dejar a la vista el brazo. La horrible cicatriz que le recorría desde la muñeca hasta donde se perdía bajo la blusa quedó al descubierto y Todoroki contuvo la respiración al verla.

—Mira.

Momo hizo una pequeña matriohska de unos cinco o seis centímetros a la altura de la muñeca. Según la terminó y la apartó, en su lugar quedó una piel lisa y sin mácula que hizo que Todoroki suspirara de alivio.

—Gracias a Dios...

Le cogió la muñeca y pasó sus dedos por donde antes había estado una gruesa cicatriz marcada con los puntos de las grapas. Las suaves caricias le aceleraron la respiración, pero cuando éstas se extendieron delineando la cicatriz que pronto desaparecería, jadeó... y Todoroki lo escuchó.

—Perdona —se disculpó al instante quitando sus manos de ella. Tocarla tendía a hacerle perder la cabeza.

—No importa. —Momo se llevó la otra mano a la cara para esconder el intenso rubor que sentía en sus mejillas—. Qué vergüenza, lo siento.

El resultado del examenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora