Capítulo 14: Reflexiones

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Cuando Momo llegó a su habitación, dejó escapar el aire y se tiró sobre la cama. Se habían despedido en un incómodo silencio que ella había preferido no postergar al subirse a su ascensor que aún seguía en la planta baja. Todoroki había concentrado su atención en llamar el del ala de los chicos y la había despedido casi sin mirarla otra vez.

Estaba muy confundida por todo y tenía la sensación de que su cerebro había abandonado su cuerpo para convertirse en un mero espectador del incidente. Tenía una sensación intensa de haber presenciado la escena desde fuera y protagonizada por una persona ajena.

Pero no era más que un episodio de disociación que estaba sufriendo por lo impactada que se encontraba. Porque, a pesar de haber intentado quitar hierro al asunto, poco a poco comenzaba a ver las repercusiones de lo acontecido en cuanto a Todoroki se refería.

Fijó sus ojos en el techo del dosel de su cama mientras reconstruía todo. No se esperaba que tuviera la capacidad de afectarle así. Y no se lo esperaba porque tampoco nunca había dado indicios de otra cosa. Si lo pensaba bien, su traje de heroína dejaba mucho de su cuerpo expuesto para tener más lugares por los que utilizar su singularidad y, aparte de Mineta, nadie más la observaba de forma inadecuada.

Eso también incluía a Todoroki, por supuesto. Y de ahí que le hubiera sorprendido tanto su respuesta.

Él siempre se mostraba muy aséptico en todo lo que concernía a las mujeres. Aunque sus compañeros eran bastante nobles en general, era indudable que tenían sus inquietudes. Pero Todoroki llegaba incluso a mostrarse desapegado. Sólo había que recordar su actitud cuando se propuso el juego del rey de las habitaciones. Mientras que los demás exhibían sin contemplaciones su curiosidad por ver los dormitorios de las chicas, Todoroki sólo estaba pendiente de que el recorrido terminara cuanto antes para irse a dormir.

Y sin embargo...

Momo gimió al recordar lo sucedido unos momentos antes. Aquello contradecía toda su percepción sobre él. No sabía muy bien cómo sentirse sobre ello, aunque una lógica subyacente le decía que debería estar más disgustada de lo que se encontraba.

Sintió un escalofrío por el cuerpo y supo que no tenía nada que ver con seguir con la ropa sudorosa que aún no se había quitado.

Desde que entraron al curso, era consciente de que otras compañeras —incluidas de otras clases— consideraban a Todoroki atractivo, aunque ninguna se le había acercado con una intención secundaria. Era probable que se contuvieran porque, de las chicas, prácticamente sólo la hablaba a ella. Pero, aun así, cualquiera podría haber iniciado algún movimiento con él esperando una respuesta más afectuosa por su parte una vez que empezaran a conocerse.

Sin embargo, la realidad era que todas las «interesadas» le contemplaban de lejos como si fuese una reliquia, pero ninguna parecía querer poner sus manos sobre Todoroki. Estaba ahí, para observarle de la forma platónica que se miraba a una estrella de cine, pero que no llevaba a un interés de otro nivel porque no había ni una remota posibilidad de acceder a él.

Suponía que esa conclusión podría deberse al aire de «no me interesan esas cosas» que transmitía; un aura que dejaba claro a cualquiera que se le acercara que no estaba en posición de alcanzarle. Ella misma había notado esa vibración cuando le conoció al inicio de curso. Pero esa noche había descubierto que esa interpretación podría ser errónea y sabía a ciencia cierta que no se le habría ocurrido cambiarla de no haberlo visto con sus propios ojos.

¿Acaso habían confundido un trato distante con desinterés? ¿O quizás sí era desinterés sólo que había sucedido algo que no le había permitido evadirlo como lo había hecho hasta la fecha?

El resultado del examenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora