Capítulo 28: En la cima

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—No he entendido nada... —se quejó desanimada Ochaco tras salir de clase.

—No era un problema sencillo —la consoló Midoriya—. Incluso a Yaoyorozu le ha costado.

—Pero, al final, tú lo has entendido, ¿verdad? —le preguntó esperanzada.

—Ah... sí, creo que sí —respondió con nerviosismo.

—Entonces me lo tienes que explicar, por favor —propuso con énfasis—. Es tan complicado que seguro que cae en un examen.

—¿Y quieres que te lo explique ahora?

—Ahora mismo no me serviría de nada. He llegado a un punto en el que no sabría diferenciar una suma de una resta —dijo con tono cansado—. Primero necesito recuperar fuerzas después de esta clase.

Tenía la sensación de haber participado en una guerra intelectual; había sido una clase especialmente difícil. Fue por eso que, a mitad de la lección, Ochaco acabó convencida de que el profesor Ectoplasm se había levantado ese día con ansias de venganza sobre los estudiantes.

—Será mejor dejarlo para la tarde, cuando estemos en la residencia —contestó al descuido.

Izuku la observó con atención mientras una imagen muy vívida se formaba por su cabeza. Ellos dos, solos, en su habitación.

—¿Quieres... que quedemos... no-nosotros dos? —tartamudeó al decirlo con una voz más aguda de lo normal por la sorpresiva propuesta de ella.

Era imposible que le explicara nada en esas condiciones. Si ya se ponía cardiaco en una conversación telefónica privada con ella, si se quedaban solos en su habitación sin la seguridad que le daba estar rodeados de gente, sería incapaz de hablarle.

Entonces, Ochaco jadeó de pronto y vio cómo su sangre se concentraba en sus mejillas.

—¡No, no... claro que no! Los dos solos no. Seguro que hay más gente que no lo ha entendido. Eso, eso —asintió con énfasis—. Podemos hacer un grupo de estudio. Si preguntamos, habrá más gente que quiera estudiar con nosotros. No es que vayamos a estar sólo los dos. Eso es.

Apenas la entendía por lo rápido que hablaba, pero al ver que se había puesto tan roja como él, sabía que los dos estaban pensando en el mismo escenario.

—Por supuesto... Podemos preguntar. Así habrá más compañeros —corroboró él.

—Eso, eso... —continuó ella.

—¡Chicos! —los llamó Iida, que se acercó a paso ligero hasta ellos—. ¿Habéis visto a Yaoyorozu?

Uraraka le saludó con una alegría desmedida, por lo que Izuku dedujo que estaba complacida por esa interrupción.

—La última vez que la he visto ha sido cuando ha salido corriendo de clase con Todoroki detrás —le informó Uraraka enérgica—. Pero no sé hacia dónde han ido.

—Me han mandado un mensaje urgente del comité del baile —explicó, aún con el móvil en la mano—. Quieren quedar para darnos más detalles después de clases porque han dado permiso para que podamos invitar a gente de fuera.

—¿De verdad?

—¿Estás seguro? —le instó Midoriya.

—Sí —confirmó con un brusco gesto de la mano—. Por eso quieren quedar con nosotros: para explicar qué condiciones tienen que darse.

—Es una buena noticia. Esto quitará bastante presión a los chicos de clase —dijo aliviado Midoriya—. Estaban muy preocupados por tener que ir solos.

El resultado del examenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora