𝑯𝒆𝒂𝒕𝒉𝒆𝒓

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-Hᴀʀᴜᴛᴏ x Jᴜɴᴋʏᴜ
-Rᴏᴍᴀɴᴄᴇ

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El día que su hija le preguntó por su primer amor, Haruto, se quedó sorprendido por la pregunta y absorto en los recuerdos:

Todo había comenzado cuando creyó que sería una buena idea irse por un año de intercambio de Corea del Sur. Por suerte, iba con su amigo Mashiho; el cual le aseguraba que pasarían el mejor año de sus vidas estudiantiles.

Todo fue bien cuando pisaron Corea, no perdieron equipaje, no se perdieron tratando de llegar a sus dormitorios y habían entendido todo lo que oían hasta el momento, eso era una clara buena señal.

El primer día en su nuevo instituto, a tan solo dos días de su llegada, fue el principio del fin.

Un chico pelirrojo, con un precioso eye smile, se acercó a ellos arrastrando a un chico de cabellos castaños, haciendo un puchero adorable.

Se presentaron como Jihoon y Junkyu respectivamente, y se ofrecieron a hacerles una guía por el centro. Congeniaron enseguida, y más al descubrir que iban a la misma clase.

Jihoon tuvo la idea de que cada japones se sentara con uno de ellos para facilitarles el entender o cualquier duda tuviesen, quedando Mashiho junto al pelirrojo y Haruto junto a Junkyu.

*

Las semanas pasaban rápidas, habían agarrado por costumbre irse los cuatro a los dormitorios de los japoneses, ya que solo vivían ellos dos allí, para hacer las tareas y pasar la tarde juntos.

Lo que más triunfaba entre ellos era un viejo juego de karaoke que habían encontrado en una de las habitaciones. Se pasaban horas cantando viejos éxitos en distintos idiomas, entonando lo mejor posible.

El que mejor lo hacia era Junkyu, o eso le parecía a Haruto. Pues el chico había quedado embelesado con la dulce voz del castaño en cuanto se atrevió a cantar la primera vez. Si le preguntarán como se había sentido hubiera dicho: "Como oír un ángel".

Haruto se sentía distinto alrededor de Junkyu. No fue desde el primer momento, pero a medida que pasaba el tiempo empezó a sentirse extremadamente cómodo alrededor del chico, sentía una paz tan extrema que tenía miedo de hacerse dependiente de ella; sentía que al lado del coreano todo estaba bien, que no tenía por qué tener miedo, similar a como si todos los astros se alineasen y todo fuese de color rosa siempre que se encontraba al lado de Junkyu.

Haruto no supo como calificar ese sentimiento por bastante tiempo.

No fue hasta principios de noviembre que por fin les pudo poner nombre, aun que no fue de la mejor manera.

Haruto había estado viendo a Junkyu algo decaído los últimos días y, durante el descanso, se decidió a preguntarle.

–¿Qué te pasa Junkyu?–Le preguntó cuando solo quedaron ellos dos en el aula.

–Haru, me gusta alguien.–Confesó el mayor con mejillas sonrosadas y una amplia sonrisa.

La confesión tomó por sorpresa al japones, realmente no se lo esperaba sumando a que algo dentro suyo se removió incómodo.

–Oh, ¿y se puede saber quien es esa persona?–Preguntó mientras se preguntaba porque no podía sonreír de forma sincera. Una parte de él quería que dijera su nombre, pero ¿por qué?

–Te lo digo, pero no puedes decírselo a nadie, ¿sí?–Le hizo prometer el coreano y Haruto se limitó a asentir.–Bien...me gusta Mashiho.–Confesó esperando algún tipo de reacción por parte del japones.

𝑇𝑟𝑒𝑎𝑠𝑢𝑟𝑒 𝐼𝑛 𝐿𝑜𝑣𝑒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora