With you.
Era un cálido día de primavera y estaba en la escuela sentada junto a la ventana con las piernas estiradas, apoyadas en el duro mármol, leyendo un libro. El pasillo estaba lleno de estudiantes que iban y venían, entre ellos estaban mis amigos y mi querido novio, Theo Raeken.
Theo me vio desde la distancia y sus labios se perfilaron instantáneamente en una sonrisa mientras se dirigía hacia mi.
— ¿No deberías estar en clase, nena?— Preguntó, dándome un ligero beso en la mejilla.
— Tengo un periodo libre. — Murmuré con una pequeña sonrisa mientras mi atención permanecía en el libro.
— Veo que has traído tu libro.— Theo se rió ligeramente.
Digamos que cuando encontraba un buen libro, lo único que hacía era leer día y noche hasta terminarlo. Y a veces me olvidaba del mundo real a mi alrededor.
— Ya casi he terminado con este. Además he terminado con todas las tareas, así que realmente no tengo nada más que hacer durante mi período libre.— Le dije.
— Nena, siempre puedes hacer algo conmigo.— Theo dijo claramente con un doble sentido, con su característica sonrisa plantada en los labios, esta vez consiguiendo toda mi atención.
— ¡Dios mío, Theo! — Le di una palmada en el brazo y se echó a reír. — Alguien podría oírte, sabes.— Continué mientras miraba a mi alrededor para asegurarme de que nadie lo hacía.
— ¿Y? ¿Desde cuándo nos importa eso?— Preguntó.
Sin responderme límite a poner los ojos en blanco y volver a mi lectura.
Pero Theo no queria eso, tiró burlonamente de mis piernas hacia abajo del espacio de la ventana, dejándolas colgar del borde. Me apresure a apretar el libro para que no se cayera.
— ¡Oye! Déjame ya.— Murmuró, sintiéndome ligeramente divertida pero sin querer ser molestada.
Sentí que sus manos se movían hacia mis muslos mientras las usaba para separar mis piernas, dándole espacio para que pudiera colocarse entre ellas.
Ignorando a mi novio y sus desesperados intentos de llamar mi atención o lo que fuera que intentara conseguir, pasé unas cuantas páginas hasta encontrar la que me correspondía.
Theo dejó escapar un fuerte suspiro, movió sus manos por mi muslo y se detuvo en mi espalda baja antes de acercar mi cuerpo al suyo.— Vamos, nena. ¿Qué tiene que hacer un chico para conseguir un beso de su novia?
Solté una risita ante sus palabras y levanté la vista para encontrar su mirada. Le di un rápido beso en los labios antes de bajar la cabeza y volver a mi libro.
— Espera, ¿en serio? ¿Eso es todo? Vaya, bueno...— Empezó de nuevo.
Mordiéndo mi labio inferior, cerré el libro y lo dejé a mi lado. Puse mis manos en su pecho perfectamente tonificado mientras miraba a sus ojos. Theo se lamió los labios mientras su mirada se dirigía a los míos.
Separando mis labios los presioné sobre los suyos y él me devolvió el beso al instante. Nuestras lenguas se encontraron y empezaron a moverse en perfecta sintonía, el beso era lento, apasionado y lleno de amor. Mientras lo besaba, subí mis manos, sujetando su nuca con mis pequeñas manos y jugando con sus mechones cada vez que me apetecía. Mientras Theo se inclinaba hacia delante haciendo que yo me inclinara hacia atrás y sus manos acariciaban mi cintura. Él acercó aún más mi cuerpo al suyo, pero acercarse más de lo que ya estaba era imposible.
Los dos rompimos el beso por apenas un segundo cada vez que alguno de los dos se topaba con la falta de aire, apartándonos suavemente, respirando, y luego volviendo a besarnos.
Como tenía los ojos cerrados no tenía ni idea de lo que ocurría a mi alrededor, miré a través de una pestaña, notando como cada estudiante que pasaba por delante de nosotros dos, nos lanzaba una mirada incómoda. Pero eso no me importaba. De hecho, no me importaba en absoluto.
Después de besarnos durante lo que pareció un tiempo muy largo pero aún no suficiente, me separé suavemente del beso y me encontré con la mirada de mi novio.
— Nena, no hemos terminado.— Murmuró con esa sonrisa de nuevo en sus labios.
— Continuemos más tarde, amor. No querrás llegar tarde a clase.— Contesté sonriendo dulcemente.
Mientras una de sus manos permanecía en mi cintura, llevó la otra a mi nuca, con sus dedos enredados en mi cabello y sus ojos clavados en los míos. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios y presionó suavemente su frente contra la mía.— Te amo, nena.— murmuró.
— Te amo, bebé. — Respondí, besando la punta de su nariz.
Theo Raeken es mi mundo y mi felicidad y no puedo imaginar una vida sin él.